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Más allá del capitalismo

por The Oil Crash Hace 10 años
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Queridos lectores,

Antonio García-Olivares concluye con este ensayo su serie sobre los límites del crecimiento y los efectos sobre nuestro sistema económico. Aunque el texto es bastante técnico creo que tiene una importancia capital y se lo recomiendo encarecidamente.


Salu2,
AMT

Energía renovable, fin del crecimiento y post-capitalismo.
Hacia una Economía simbiótica con el Ecosistema
Antonio García-Olivares

En García-Olivares y Ballabrera (2014) discutíamos las razones que hacen muy probable el fin del crecimiento en las próximas décadas en las economías occidentales. Esas razones han sido resumidas en un post anterior de este blog. En un segundo trabajo que está actualmente en vías de publicación (García-Olivares 2014) he partido de las conclusiones del primer artículo con el fin de analizar las consecuencias sociales y políticas que podrían derivarse de este probable fin del crecimiento. El presente post resume el análisis que se desarrolla en este segundo artículo. Se discuten las consecuencias sociales y oportunidades políticas que pueden derivarse de una economía de crecimiento cero y, en particular, el probable impacto de tal situación estructural sobre el modo de producción capitalista.

El capitalismo estacionario y sus dos evoluciones posibles

Bajo las presentes estructuras económicas, un capitalismo de crecimiento cero produciría una situación de crisis social parecida a la que estamos sufriendo en muchos países occidentales desde 2009, con el agravante de ser permanente. Las consecuencias previsibles serían desempleo estructural, polarización social, y crecientes presiones al estado (de la gente y de los propios capitalistas) para que mitigue los fallos del mercado. La inestabilidad social será la norma y las movilizaciones políticas crecerán en grado y multiplicidad, sobre todo si la multitud empieza a abandonar su fe en que el progreso nos devolverá a la “senda del crecimiento” y al consumismo de antaño.

En tal escenario, son plausibles dos desarrollos bien distintos, cuya emergencia dependerá probablemente del grado de movilización social que la multitud sea capaz de desplegar para superar tal situación de bloqueo.
Bajo una movilización social insuficiente, los estados podrían ser cooptados por las grandes corporaciones a cambio de favores a las élites políticas estatales. Esto corrompería la función del estado, convirtiendo la “alianza memorable” (Weber) entre estado y capitalistas en una simbiosis entre una casta económica y una casta política para el beneficio de ambas.
Si, por el contrario, la movilización es suficiente, esta deriva totalitaria podría ser prevenida mediante el desarrollo de nuevas formas de democracia y control democrático directo.
Los derechos democráticos conquistados por los ciudadanos tras las revoluciones liberales y democráticas son el principal poder con el que cuentan las clases media y trabajadora en los países desarrollados. Una línea prometedora que amplificaría ese poder es el uso democrático de las tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) que promueven grupos en favor de la “Democracia Electrónica”. Si los ciudadanos se movilizan para imponer vías democráticas que eviten que las grandes corporaciones ensayen la vía de la cooptación del estado, el capitalismo tendrá que tomar algún camino que tenga en cuenta el poder de la multitud. En particular, en un escenario de amplia movilización y desempleo estructural la gente demandará crecientemente a los gobiernos algún tipo de “garantía de empleo” y otras formas de intervención para corregir los fallos del mercado. En este marco, y dada la imposibilidad de crecimiento cuantitativo, la economía  capitalista será presionada en la dirección del desarrollo cualitativo (Lawn) o hacia dentro (Mathews) por la necesidad de adaptarse a la escasez de recursos y también por la gente, que espera que la economía de respuesta a sus necesidades básicas. Estas vías de desarrollo incluyen la adaptación a los crecientes problemas ambientales mediante inversiones financieras socialmente responsables, economía verde, uso de eco-tasas, vínculos eco-industriales (Mathews), eco-propiedades (Barnes) y otros métodos (Costanza), aunque no parece probable que estos métodos vayan a ser suficientes para solucionar los problemas ambientales derivados de los límites finitos del planeta, tales como la pérdida de suelos y acuíferos, y las previsibles hambrunas.
Por otra parte, el agotamiento de importantes fracciones de las reservas de cobre, litio, níquel y platino convertirá en evidente la necesidad de regular su uso, por ejemplo, mediante sistemas de subasta de derechos de extracción y uso de recursos finitos (Lawn), la imposición de topes máximos de uso y la obligación de reciclar una fracción importante del metal.
Hay autores como Mathews que consideran que el crecimiento es posible en una futura economía verde con un flujo constante de recursos. Una economía como esa permitiría que el consumo siguiera doblándose indefinidamente (quizás como en los buenos tiempos, cada 23 o 27 años) pero sin aumentar el input de recursos. Un escenario como ese resulta inverosímil, pues va en contra de todas las tendencias detectadas en las tasas de desmaterialización observadas en las pasadas décadas.
En consecuencia, bajo una movilización social suficiente, el capitalismo estacionario se convertirá probablemente en algo similar a una “Economía de Mercado Coordinada” análoga a la de los actuales países escandinavos, pero con una intervención estatal mucho más extensa. Como argumenta convincentemente Lawn, los mercados  podrán persistir porque son buenos asignando recursos en situaciones de restricción. Otra cosa diferente es lo que pueda ocurrir con los oligopolios capitalistas (llamados eufemísticamente “los mercados”), como comentaremos más abajo. Como han demostrado Braudel, Wallerstein y otros, es imprescindible distinguir entre mercados (pluralidad de pequeños intercambios) y oligopolios capitalistas (transacciones entre unas pocas grandes corporaciones y bancos) porque, si no, no se puede entender nada ni de economía ni de la historia económica occidental.  En cualquier caso, la nueva situación hará necesaria una renovación de la actual alianza entre estado y capital así como una reformulación de las expectativas de progreso.
Incluso en la presente crisis, los políticos continúan favoreciendo los intereses de los capitalistas porque esperan que los capitalistas sean capaces de devolvernos a la “senda del crecimiento”.  Bajo una situación  persistente de crecimiento cero y bajo presiones democráticas de la gente a favor de una economía que cree empleo, no es probable que esta fidelidad vaya a continuar eternamente. Más bien al contrario, la “alianza memorable” (Weber) se volverá probablemente mucho más laxa, y la permanente negociación entre “poder territorial” (Harvey) y poder económico derivará progresivamente hacia términos más favorables para los intereses de los  estados y las necesidades de la mayoría  de la población, y una relativa pérdida de influencia del poder económico.
En estas nuevas circunstancias de crecimiento cero o negativo y nuevos problemas  globales  que requieren nuevas soluciones fuera del mercado, el capitalismo se encuentra fuera de los parámetros de funcionamiento que ha tenido en toda su historia y, cuando el estancamiento se convierta en estructural no será capaz de mantener su simbiosis con el estado y con las expectativas sociales, al menos en la presente forma. Aunque algunos autores consideran que el capitalismo sólo puede crecer y si no lo logra colapsa, Lawn cree que el crecimiento no es un requisito del capitalismo y que el capitalismo puede generar prosperidad incluso sin crecimiento. Desde nuestro punto de vista esto podría ocurrir siempre que: (i) las expectativas de la multitud de un progreso mediante el crecimiento cambiaran a las de progreso mediante el “desarrollo cualitativo” y la “calidad de vida” y (ii) el capitalismo fuera capaz de satisfacer indefinidamente estos objetivos. Sin embargo, la hipótesis (ii) nos parece poco realista, debido a la tendencia de la tasa de beneficios a caer (TPRF en inglés) bajo condiciones estacionarias, como discutiremos a continuación.
La tendencia de la tasa de beneficio a caer

Lawn ha defendido elocuentemente que el capitalismo podría persistir indefinidamente en una economía de crecimiento cero  siempre que se implementaran las reformas institucionales sugeridas por Daly a lo largo de las últimas dos décadas. Lawn podría estar en lo cierto en lo relativo a las primeras fases de la nueva situación, porque el imperativo del capitalismo no es el crecimiento en sí mismo sino el beneficio, y hay todavía amplio espacio para incrementar los beneficios a través de mejoras en la eficiencia técnica en el uso de los recursos. Sin embargo, estas mejoras de eficiencia tienen un límite, porque los principios de la termodinámica imponen un límite inflexible que las mejoras de eficiencia no pueden superar, lo cual, junto con la competencia mercantil, hará que la tasa de beneficio de las empresas que compiten en el mercado decrezca  a medida que la mayoría de las compañías se aproximan a las eficiencias límite. Esto se puede expresar en términos de la conocida formulación de Marx en El Capital:

r = s / (c+v) = (s/v) / (1+c/v)                            (3)
donde r es la tasa de beneficio, c el coste anual de la inversión y mantenimiento del stock de capital y de los inputs, v los salarios anuales, y s la plusvalía. La robotización podría conseguir reducir v hasta valores muy bajos. Las mejoras de eficiencia pueden hacer disminuir c, aunque este decrecimiento tiene límites termodinámicos insuperables a largo plazo. Finalmente, la competencia entre capitalistas tiende a hacer decrecer s a lo largo del tiempo a medida que algunos capitalistas tratan de incrementar sus ventas. A medida que el tiempo transcurre, c, v, s y r tenderían a los siguientes valores: c → c0 > 0 debido a límites termodinámicos, v v > 0 debido a límites tecnológicos (y políticos), s 0 debido a la competencia de mercado, y r0 por su definición (3). El resultado final es lo que Marx llamaba reproducción simple del capital:
c(100) c(80) + v(20) + s(10) c’(100) + sc(10)                (4)
donde c, c’representan el capital total (e.g. 100 unidades) antes y después de su reproducción, y s, sc es la plusvalía (e.g. 10 unidades), la cual es consumida íntegramente por el capitalista. De las 100 unidades iniciales, 20 se gastan en salarios y 80 en el mantenimiento de la empresa, dado que ésta no tiene beneficios, y esta situación se repite un ciclo de inversión tras otro.
La tendencia de la tasa de beneficio a caer (TPRF) fue anunciada por Marx como una consecuencia inevitable a largo plazo del funcionamiento normal del capitalismo, y su validez general parece discutible. Sin embargo, para el caso particular de un PIB que no crece, el teorema parece satisfacerse, y ello puede tener consecuencias muy graves para el capitalismo. En particular, la TPRF generaría una siempre creciente inestabilidad de la capacidad  productiva, con (i) concentración de la producción en las pocas compañías capaces de soportar más bajas tasas de beneficio, (ii) grandes fluctuaciones en la oferta y en la producción a medida que algunas compañías no pueden continuar suministrando sus servicios, (iii) intento de evitar los costes del cuidado ecológico y ambiental, (iv) intentos crecientes de mejorar la tasa de beneficio mediante el fraude, (v)intentos crecientes de evitar la competencia de mercado mediante precios pactados entre los productores.
A medida que las tasas de beneficio, que son el medio principal de estimular la producción capitalista, se degradan, la propiedad privada de los medios de producción perderá progresivamente su función económica y, en muchos casos, será probablemente reemplazada por la propiedad pública de los medios de producción, para estabilizar la producción, especialmente si ésta es “estratégica” o socialmente inexcusable.
Por otro lado, resulta hoy en día obvio que la naturaleza no tiene una capacidad infinita de absorber las perturbaciones que estamos produciendo sobre ella, ni se regenera instantáneamente, por lo que los costes de la reducción de la contaminación y de la degradación ecológica deben formar parte, en última instancia, de las inversiones de capital. Tales costes crecerán a niveles impredecibles en las próximas décadas. Sin embargo, abordarlas aumentará los costes del capital constante (c en ecuación 3), lo cual tenderá a disminuir la tasa de beneficio, ya de por sí presionada por la competencia de mercado, por lo cual la tentación puede ser poderosa en muchas empresas para no tratar estos efectos ambientales derivados de la actividad económica. En consecuencia, un sistema económico estacionario necesita un estado fuerte que imponga leyes empresariales, promueva actividades económicas que reproduzcan y reparen el “capital natural”, y asegure que todas las empresas cumplan las reglas del juego.
En tercer lugar, el capital privado tiende a asumir menores riesgos si las tasas de beneficio son bajas, volviéndose menos innovador. Por tanto, los grandes retos y los grandes cambios tecnológicos tendrían que ser asumidos en muchos casos por el sector público. En consecuencia, el sector de mercado tenderá a adelgazar y finalmente acabará constituido esencialmente por: (i) negocios cuyo objetivo no es el beneficio, e.g., cooperativas cuyo objetivo es el auto-empleo de sus trabajadores, y (ii) en los sectores productivos que precisan de grandes stocks de capital, unas pocas grandes compañías con precios pactados (y así, una mínima s garantizada) bajo control gubernamental, lo cual evitaría la continuación de la competencia destructiva de capital valioso.
Precipitantes del cambio post-capitalista


Para que un modo de producción cambie deben de darse en primer lugar condiciones previas que lo lleven a una profunda crisis. En el caso del capitalismo, estas precondiciones  serán las circunstancias históricas que convergen hacia un fin del crecimiento, las cuales provocarán la TPRF, tal como acabamos de comentar. Sin embargo, esta condición previa debe ir acompañada de una serie de precipitantes que inicien efectivamente el cambio, y tales precipitantes requieren de la acción colectiva humana.

Pero un cambio de sistema socio-económico no es un golpe de estado, sino un proceso iterativo de muchos experimentos sociales a lo largo de décadas e incluso siglos. Como dice Altvater, las revoluciones sociales y los grandes cambios de sistema socio-económico no son considerados como tales sino retrospectivamente. Las acciones humanas y los experimentos sociales modifican las relaciones sociales muchas veces a pequeña escala, sin que los contemporáneos se den cuenta de que están desbrozando el terreno a cambios auténticamente revolucionarios. Así ocurrió, por ejemplo, durante la hoy llamada “revolución industrial” inglesa.
Por otra parte, las transformaciones de los sistemas  productivos no son automáticas. Es la acción humana, cooperativa y organizada, la que decanta el futuro hacia alguna de las potencialidades que se abren, y esta acción organizada produce cambios especialmente rápidos cuando el modo de reproducción del antiguo sistema socio-económico está en crisis. Especialmente si esta acción colectiva se moviliza para desatascar situaciones que bloquean el desarrollo de los experimentos sociales más prometedores que se están gestando.
Para identificar qué clase de potencialidades deben ser fomentadas por la acción política es útil observar cómo se han producido las transformaciones entre sistemas productivos del pasado. El análisis de algunas transformaciones entre sistemas productivos que hicimos hace unos años muestra que los tres factores siguientes fueron importantes en ellos: (i) cambios ambientales (del clima o de los ecosistemas), (ii) inestabilidad estructural de las antiguas tecnologías en respuesta a nuevos sistemas tecnológicos capaces de sustituir a los antiguos, y (iii) presencia de centros de nucleación de nuevas prácticas económicas y políticas. En el presente análisis hemos encontrado la condición (i) en la forma de cénit de los combustibles fósiles, limitación de los minerales y degradación ambiental, los cuales son capaces de provocar el fin del crecimiento y una futura TPRF; y encontramos la condición (ii) en la forma de tecnologías renovables que son ya hoy capaces de sustituir a los combustibles fósiles. En lo que respecta a (iii), los “centros de nucleación”, o lugares donde nuevas prácticas y sistemas tecnológicos han sido probados a escala local antes de ser adoptados por toda la sociedad, han sido importantes en cambios de sistemas productivos del pasado, y es de esperar que la futura sociedad post-capitalista surgirá desde dentro del sistema dominado por el capital, sin ser parte de él, del mismo modo que la burguesía surgió de los “poros” de la sociedad feudal.
El hecho de que surja de dentro del antiguo sistema no invalida su potencial revolucionario, sino todo lo contrario: en primer lugar, no puede ser de otra manera; en segundo lugar, el hecho de gestarse usando el marco existente permite que sea en parte funcional para el antiguo sistema, por lo que el antiguo sistema no reacciona activamente oponiéndose a su crecimiento. De un modo análogo, las tecnologías potencialmente revolucionarias, tales como las renovables, son construidas y mantenidas mediante el uso de energías fósiles y contribuyen a apuntalar al actual sistema económico, porque en el sistema actual no puede ser de otra manera, pero esto no invalida su potencial revolucionario sino todo lo contrario.
¿Qué centros de nucleación podrían ser semillas de una futura transición a una economía post-capitalista? El movimiento de las Ciudades en Transición se extiende actualmente a través del mundo con el objetivo de ensayar prácticas locales que puedan constituir comunidades sostenibles en un futuro escenario con un input decreciente de combustibles fósiles. Muchas ciudades de tamaño pequeño y medio del mundo están uniéndose a este movimiento que, por medio de Internet, comparte experiencias positivas y no-positivas. Estas nuevas prácticas y sistemas estarán bien adaptados a una situación post-cénit del petróleo donde la disponibilidad de energía será menor.
Por otro lado, los movimientos de cooperativas y los basados en la economía solidaria constituyen un sector económico alternativo y global que trata de utilizar los principios de solidaridad, igualdad y justicia para organizar sus actividades económicas. Este sector económico está bien adaptado para funcionar en condiciones de crecimiento cero y de TPRF y tendrá condiciones favorables para su propagación bajo esas condiciones. Organizaciones que se basan en la cooperación en lugar de en el beneficio son por ejemplo: las “ecovillages”; los nuevos entornos urbanos promovidos en Curitiba (Brasil) y en otros sitios; experimentos en permacultura, granjas gestionadas por la comunidad, y cooperativas agrícolas e industriales en Venezuela y en muchos otros países. El “World Social Forum” ha dado voz a muchas de estas aspiraciones.
Además, bajo crecimiento cero persistente y TPRF, el capitalismo tendrá serios problemas para evitar “fallos del mercado” tales como el desempleo y la degradación del estado del bienestar, y esto incrementará la movilización de grupos que defienden nuevas formas de progreso social, ‘desarrollo’ y protección social. En todas las movilizaciones sociales de la era de internet podemos observar una erosión de la prosperidad de las clases media y trabajadora. A esta precondición, se añade un nuevo factor: el efecto catalizador que las tecnologías TIC tienen sobre la creación de comunidades virtuales. La conciencia del gran número de personas que comparten un mismo eslogan (tal como “democracia real ya!”, o “economía para el 99%”) tiende a eliminar el miedo y a crear esperanza en una nueva política (Castells). Ejemplos de esta dinámica lo constituyen los “Indignados” de España, Francia, Alemania e Israel, y “Occupy Wall Street” en EEUU. Movilizaciones similares, como las de la “Primavera Árabe”, se valen de las mismas tecnologías TIC. Todos estos grupos tienen en común tres características: (i) su fe en el capitalismo financiero se ha agotado, (ii) buscan nuevos caminos para una democracia más real, y (iii) acusan a las élites políticas de servir a las grandes compañías y de no representar al 99% (Castells). Estas actitudes están muy lejos del “business as usual” (BAU) económico y son compartidas también por movimientos en favor de una globalización alternativa y por movimientos indigenistas agrupados en torno al World Social Forum. La actitud subyacente en estos movimientos, de sospecha hacia las élites política y económica, es compartida por otra parte por la mayoría de la población en muchos países del mundo y este clima cultural será probablemente habitual o se intensificará bajo condiciones persistentes de crecimiento cero, lo cual facilitará la propagación de centros de nucleación políticos (derivados de E-democracy, democracia directa, e indignados) que pueden ser cruciales para una nueva clase de sociedad.  
Las demandas políticas y los sistemas económicos promocionados por estos centros de nucleación pueden fácilmente volverse sinérgicos, sobre todo al principio, con compañeros de viaje más convencionales y ligados al BAU, tales como partidos políticos que apuestan por un nuevo estado de bienestar verde y con empresas que promueven la llamada economía verde y el uso de energías renovables. La economía verde está ya creciendo en las sociedades occidentales y ofrece algunas potencialidades atractivas aunque existe el riesgo de que se pueda limitar a perseguir el crecimiento económico convencional sólo que en una forma “más limpia”. Un crecimiento económico momentáneo basado en energías renovables y tecnologías verdes podría ser probablemente logrado durante unas décadas. Sin embargo, incluso en ese caso, la tendencia a un crecimiento cero se volverá inevitable tras la electrificación de la economía (y la consiguiente escasez de metales como el cobre) y ello presionará inevitablemente hacia una economía alternativa que sea capaz de dar respuesta a las necesidades diarias de la gente, incluso en ausencia de crecimiento. Los movimientos en favor de una economía del decrecimiento serán sin duda parte de estos movimientos sociales.
Podríamos decir que los experimentos económicos basados en la cooperación se auto-sostienen y también se auto-refuerzan. Cuando la gente se enfrenta a los signos del final de un determinado modo de vida, muchos adoptan la actitud de esconder la cabeza o ignorar el problema. Esto es particularmente cierto entre las clases bajas de las sociedades desarrolladas y entre las clases medias y baja de los países menos desarrollados, que necesitan la mayor parte de su tiempo y de su energía para tratar con el problema de su supervivencia diaria. En tales circunstancias, se dispone de muy poca energía que pueda ser invertida en problemas abstractos, por más importantes que puedan ser. En contraste con tal circunstancia vital, la economía solidaria engendra esperanza, porque en ella el trabajo vuelve a tener un sentido social (Altvater). Cuando la gente se une a iniciativas comunitarias autónomas de acción económica y política, los beneficios de la acción colectiva se vuelven más visibles y en consecuencia el trabajo personal adquiere un significado más allá de la mera supervivencia, a la vez que refuerza la inversión de energía física y psicológica en la acción colectiva. O, en términos del modelo de movilización grupal de Charles Tilly, ello incrementa el poder del grupo (empoderamiento). Gramsci subrayaba que la hegemonía de los estados desarrollados y sus sistemas económicos se basa en que no dejan espacios donde posibles contendientes puedan actuar. Sin embargo, las prácticas de economía informal solidaria tienen una función social en el antiguo sistema, creando empleo y servicios locales en la economía real (como hacen las cooperativas), o contribuyendo a resolver problemas de sostenibilidad (como hacen las Ciudades en Transición), lo cual no los confronta directamente con los objetivos del gobierno, sino todo lo contrario. Por esta razón, esta clase de actividad socio-económica auto-organizada es altamente escalable antes de provocar una reacción represiva de las instituciones dominantes y, por tanto, es más profundamente subversiva a largo plazo que la mera protesta reactiva a las políticas neo-liberales.

Hacia una economía simbiótica con sociedades y ecosistemas

Los instrumentos económicos que una economía estacionaria necesitaría para funcionar han sido discutidos ampliamente por Daly. Para ser implementados, se necesitaría únicamente una redefinición de las relaciones entre estado, ciudadanos y empresas. Nuestra tesis es que, bajo las precondiciones de crisis discutidas más arriba y las movilizaciones discutidas en la sección anterior, esta redefinición tendrá lugar porque será la única salida viable a las crisis de, primero, el fin del crecimiento y, posteriormente, la consiguiente caída de los beneficios capitalistas. Esta redefinición llevará también a un cambio en la antigua cosmovisión del progreso, todo lo cual nos conducirá a una sociedad post-capitalista.

En dos trabajos sociológicos de 1989 conjeturamos que la transición del capitalismo a un sistema alternativo tendría lugar en el presente siglo debido a la inestabilidad estructural de sus procesos ante la presencia de nuevos sistemas tecnológicos, inestabilidad que sería  facilitada por el encuentro con los límites físicos del planeta. Los nuevos escenarios energético y ambiental y sus probables consecuencias nos llevan a pensar que esta transición es probable y puede ser caracterizada por las dos fases siguientes:
  • Capitalismo del Crecimiento a Capitalismo de Estado Estacionario. Se producirá debido a dos procesos básicos: (i) Debilitamiento de las emergencias de los antiguos procesos económicos debido a los cambios ambientales (cénit del petróleo, de los combustibles fósiles y de los metales, y crisis globales en los ecosistemas), que presionarán hacia un crecimiento cero; (ii) inestabilidad estructural de los viejos procesos económicos en presencia de nuevos sistemas tecnológicos (fuentes distribuidas y centralizadas de energía renovable);
  • Capitalismo de Estado Estacionario a Economía Simbiótica con los Ecosistemas (ESE): Adelgazamiento del sector capitalista oligopólico debido a la caída de la tasa de beneficios. Conversión del sector de empresas en competencia de mercado en un conjunto de empresas no orientadas al beneficio. Importancia creciente del sector público para mantener el stock de capital de alta tecnología, para corregir los fallos del mercado, promover el funcionamiento de la economía de beneficio-cero y para garantizar la simbiosis economía-ecosfera. Movilizaciones políticas para mantener los estándares acostumbrados de ocupación y calidad de vida (expectativas de “progreso”) y para resolver los nuevos problemas globales fuera del inútil paradigma BAU. Los centros de nucleación de las nuevas prácticas serán las ciudades en transición, el sector de cooperativas y economía solidaria, y los movimientos ecologistas e indigenistas, en sinergia con comunidades políticas articuladas virtualmente mediante Internet y las tecnologías TIC.
En una movilización social también es importante encontrar buenos marcos metafóricos (Lakoff). Pensamos que la metáfora de la simbiosis podría ser capaz de reemplazar al “progreso” como valor guía hacia una sociedad post-capitalista donde las variables ecofísicas y de bienestar serán más importantes que las económicas y financieras. Tal metáfora puede ser más ampliamente aceptada que el término “decrecimiento”, de connotación ligeramente negativa. “Simbiótica con los Ecosistemas” alude al hecho de que, en la nueva economía, el flujo de recursos (o  “throughput”) permanecería estacionario, lo cual es esencial para proteger la estabilidad de la ecosfera. El término simbiosis, en teoría evolutiva, connota cooperación y desarrollo de nueva complejidad, valores familiares con los dominantes en la nueva economía, que serían el desarrollo de la calidad de vida, la equidad y la homeoresis social.
La movilización social y el control democrático directo van a resultar cruciales para que este proceso llegue a buen puerto. En particular, para impedir que la “memorable alianza” se convierta en una asociación oligocrática entre castas económicas y políticas de espaldas a la población (Fontana); y para prevenir la deriva de la economía hacia un capitalismo catabólico que podría tratar de compensar la TPRF alimentándose del capital natural y expoliando los bienes comunes (Altvater). La democracia directa, probablemente basada en las TIC, puede ser la llave para evitar estas derivas indeseables y abrir la puerta a una futura Economía Simbiótica con Sociedades y Ecosistemas (ESSE).
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