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Un aumento de producción "autoportante"

por The Oil Crash Hace 7 años
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En el diseño de un puente la estructura que cubre la distancia entre dos apoyos consecutivos debe ser capaz de resistir las diversas cargas que actúan sobre el mismo. Por no complicar la exposición consideremos sólo las cargas gravitatorias, esto es, los pesos. A grandes rasgos, están las cargas debidas al tráfico que pasará por el puente, y el peso de la propia estructura. A medida que separamos los apoyos la estructura necesaria para aguantar las cargas aumenta sus dimensiones y consecuentemente su peso, y creo que es intuitivo entender que, a medida que aumentamos la distancia entre apoyos, la estructura resultante está cada vez más determinada por la necesidad de resistir su propio peso. Es decir, el peso del tráfico cada vez moviliza menos capacidad resistente de la estructura. El absurdo llega en el momento en que se moviliza tanta capacidad de la estructura para aguantarse a sí misma que el tráfico se convierte en algo residual y sin efecto determinante. En el diseño de un puente puede haber condicionantes orográficos que obliguen a hacer estructuras fundamentalmente autoportantes. Por ejemplo, en un valle muy profundo en el que resulte más económico un puente así, pues la alternativa de construir apoyos muy altos sea más cara. Pero también es cierto que las posibilidades modernas han permitido construir auténticos monumentos a la soberbia.

Desde que leí un primer “El Ocaso del Petróleo” de Antonio Turiel, creo que fue el de 2014 (seguido por la serie completa y ediciones posteriores), me surgió la pregunta de qué parte del crecimiento en la producción de petróleo se explicaba por la creciente necesidad de invertir más energía para extraer petróleos de menores tasas de retorno energético (TRE). Y si no podría darse el caso de que el incremento de producción se debiera a la necesidad de invertir más energía en la extracción de los hidrocarburos líquidos.

A medida que fui profundizando en el conocimiento de la problemática de los límites del crecimiento, la duda fue progresando hasta llegar a preguntarme si no estaríamos ya en esa situación de aumentar la producción de petróleo simplemente para mantener un nivel dado, o peor aún, por mantener la idea del crecimiento perpetuo. Y en caso negativo, ver cuándo podría producirse tal acontecimiento. En conclusión, si el aumento de producción previsto por la Agencia Internacional de la Energía (IEA por sus siglas en inglés) no obedece simplemente a un esfuerzo autoportante de la industria del petróleo, de forma que los aumentos de producción simplemente hacen crecer la producción total pero no la neta.

Si eso fuera así, tal como concluye Antonio Turiel, el petróleo ya no sería capaz de contribuir al crecimiento económico, sentando las bases para una situación de colapso en nuestra organización socioeconómica.

Finalmente me he animado a hacer un intento de valoración de la cuestión, pues en realidad no es nada difícil si reinterpretamos la información que nos da Antonio Turiel cada año.

He cogido los datos de la tabla 3.11 del World Energy Outlook edición 2016 (WEO’16) de la Agencia Internacional de la Energía (IEA) y los he interpolado para 2005 y 2010 (se aprecian unas pequeñas diferencias con los datos empleados por Antonio Turiel, pero no son significativas para el análisis). La gráfica obtenida es la siguiente:

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Gráfica 1. Suministro de hidrocarburos líquidos según los datos de la tabla 3.11 del WEO’16 de la IEA. En todo el artículo se mantiene la nomenclatura y los colores empleados en el WEO’16 y el post de Antonio Turiel, El Ocaso del Petróleo edición 2016, para facilitar las comparaciones.


En un primer momento realicé un análisis completo sobre las hipótesis que Antonio desarrolla en sus posts. Sin embargo, la pregunta planteada sólo tiene sentido si consideramos que la producción de hidrocarburos líquidos aumenta. Por tanto, para ahorrar al lector muchas gráficas y esfuerzo interpretativo he decidido eliminar los escenarios en los que la cantidad de petróleo total disminuye, sea en volumen o en volumen equivalente por densidad de energía al petróleo crudo convencional.

Bajo estas premisas sólo caben dos escenarios:

El escenario central de la IEA (New Policies Scenario) sin ninguna modificación.

El escenario central de la IEA con ajuste por densidad de energía.

Presentaré primero el segundo escenario para dotar de cierto suspense al texto y porque se trata de un escenario más ajustado a la realidad desde una perspectiva energética, que la simple adición de volúmenes de productos que no ofrecen la misma capacidad de realizar trabajo.

Para los lectores asiduos de los posts de Antonio Turiel, insistir en que el presente análisis no persigue hacer una estimación realista de la energía neta que nos deja a día de hoy y en un futuro próximo, la industria del petróleo. Lo que se persigue es ver si el incremento previsto de producción se traduce en un incremento de la energía neta y por tanto, de la posibilidad de que la extracción de hidrocarburos líquidos contribuya al crecimiento económico.

Evidentemente para la estimación de la energía necesaria para la extracción, refino y distribución del petróleo sí necesitamos echar mano del concepto de TRE y de unos valores para cada categoría considerada. En este punto utilizo los valores ofrecidos por Antonio Turiel en su serie de posts.

También es importante señalar que cuando se presentan las gráficas de energía necesaria para la producción se mantiene la convención de colores por mor de distinguir cuánta energía requiere cada categoría, pero que dichas curvas no representan que se esté destinando a la extracción/refino/distribución esa cantidad de cada una de ellas. Puesto que la industria del petróleo emplea diversas fuentes de energía para desarrollar su actividad, es muy probable que parte de la energía consumida no provenga de cada categoría particular, o ni siquiera del petróleo. Pero a efectos de determinar cuanta energía neta dejan los hidrocarburos líquidos no supone ningún impedimento considerarlo así.


1. Escenario central de la IEA (New Policies Scenario) ajustado para igualar a volumen de petróleo crudo por densidad de energía.

La primera consideración de este escenario es que se excluye la categoría de ganancias de proceso (processing gains) dado que dichas ganancias no son más que aumentos de volumen debidos a que los productos derivados del petróleo suelen tener menor densidad, por tanto ocupan más volumen, y a que se añade gas natural en algunos de los procesos. Por tanto, a efectos de energía, las ganancias de proceso no son tales (cuestión perfectamente explicada en el post “El Ocaso del Petróleo” edición 2012).

En segundo lugar se ajustan los volúmenes de los líquidos no convencionales y de los líquidos del gas natural a un 70% para tener en cuenta esta menor densidad energética.

Bajo estas condiciones las gráficas resultantes son las que siguen a continuación.

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Gráfica 2. Curvas de extracción para las distintas categorías ajustando los volúmenes a un volumen equivalente al de petróleo crudo convencional por densidad energética.

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Gráfica 3. Curvas de energía necesaria para la extracción de cada categoría. Como ya se ha indicado, se mantiene la convención de colores por mor de distinguir cuánta energía requiere cada categoría siendo importante señalar que no es que se esté destinando a la extracción, refino y distribución esa cantidad de cada uno de ellos. De forma genérica, y puesto que la industria del petróleo emplea diversas fuentes de energía para desarrollar su actividad, se puede pensar que este análisis es aproximado en tanto en cuanto es muy probable que parte de esa energía consumida no provenga de cada categoría particular, o ni siquiera del petróleo. Pero a efectos de determinar cuanta energía neta dejan los hidrocarburos líquidos no supone ningún impedimento considerarlo así.

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Gráfica 4. Curvas de energía extraída, energía neta y energía necesaria para la producción.

Aunque se presentan tres gráficas, la de producción, la de energía para producción, y la de energía producida/energía para producción/energía neta, de cara al análisis de este artículo sólo interesa la última.

Las otras dos gráficas se presentan para poner en contexto la tercera. En ésta, la línea verde corresponde a la envolvente de la primera gráfica (producción total de hidrocarburos líquidos, salvo ganancias de proceso), la línea roja corresponde a la envolvente de la segunda gráfica (que viene a ser la energía necesaria, en términos de volumen de petróleo crudo convencional, para la producción de los hidrocarburos líquidos) y la línea azul corresponde a la envolvente de la energía neta resultante (la que resulta de las gráficas de los posts de Antonio Turiel).

Sí sirven las dos gráficas introductorias para constatar visualmente que los líquidos correspondientes a las categorías de petróleos no convencionales y petróleos convencionales todavía por explotar (hallados pero no aprobados y todavía por descubrir), si bien suponen una fracción cada vez mayor en la producción total de hidrocarburos, simultáneamente suponen una proporción todavía mayor en la energía necesaria para producir dichos hidrocarburos (obvio si se tiene en cuenta su menor TRE).

El resultado es palmario: resulta que el incremento de energía necesaria para la producción de hidrocarburos líquidos se come todo el aumento de producción y más. Y el reverso de este hecho es que la energía neta resultante para la sociedad es decreciente.

Desde 2015, último punto de datos reales de la serie, el aumento de producción se ve superado por el aumento en la energía necesaria para producir y por tanto, se inicia el descenso de energía neta. En consecuencia se puede concluir que el aumento de producción es un espejismo contable que sólo enmascara la realidad de una disponibilidad decreciente de energía neta. Es como cuando un país aumenta la deuda pública para hacer crecer el PIB sin visos de poder devolver dicha deuda. ¿Les suena?

Llegados a este punto aparece la duda de qué pasaría si se aplica el análisis anterior a los datos de la IEA sin ajustar. Veámoslo a continuación.


2. Escenario central de la IEA sin ningún ajuste (New Policies Scenario)

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Gráfica 5. Curvas de extracción (es la misma curva presentada al inicio del post).

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Gráfica 6. Curvas de energía necesaria para la extracción de cada categoría. Se mantiene el criterio de que se diferencian categorías para distinguir cuánta energía requiere cada una sin que ello signifique que esa sea la cantidad real de cada categoría destinada a producción.

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Gráfica 7. Curvas de energía extraída, energía neta y energía necesaria para la producción.


¡Caramba! Resulta que incluso considerando sin reservas los datos de producción de hidrocarburos líquidos de la IEA, el incremento de energía necesario en los próximos años para sostener la producción se come dicho incremento y todavía más, de forma que la energía neta restante es declinante (como ya sabíamos por los posts de "El Ocaso del Petróleo"). De nuevo hay que señalar que este resultado es consecuencia de los valores de TRE empleados para cada categoría, pero es importante señalar que los valores empleados están en línea con lo que postulan los estudiosos más reputados en este campo.

Luego podemos concluir que incluso en el escenario más optimista, el de la propia IEA, ya estamos en una situación dónde sólo aumenta el esfuerzo “autoportante” de la industria del petróleo. Quizás eso explica en parte las desinversiones de la industria, la constatación de que por más recursos que se destinen a incrementar la producción, éstos no se traducen en ganancias energéticas y, consecuentemente, económicas.

Obviamente esto tiene implicaciones enormes pues el punto de inflexión en la curva de energía neta marca el momento en que la economía mundial deja de ser capaz de producir aumentos de la riqueza tangible. Todavía queda cierto margen para la riqueza financiera que tarde o temprano se verá arrastrada por la falta de colaterales que sustenten su existencia. Esta nueva tendencia decreciente tiene un primer factor acelerador: el aumento de población. Si la energía neta total disponible decrece, mientras que la población total mundial sigue aumentando, observaremos invariablemente un descenso fuertemente no lineal de la energía neta per cápita. Claro que a nuestro sistema, ya injusto en la distribución de la riqueza en su fase de crecimiento, es un aspecto que probablemente le importará poco, excepto por el hecho de que ahora deberemos decidir si acentuamos la desigualdad (la gran exclusión) o si buscamos maneras de decrecer solidarias y más justas.

Concluyo el artículo recordando una vez más que éste es un análisis parcial sobre los hidrocarburos líquidos. El momento clave decisivo será cuando el sistema energético global considerando todas las fuentes de energía cruce ese punto. Por lo que respecta al petróleo, y dado el papel esencial que juega en nuestro sistema socioeconómico, puede que acabe siendo subsidiado energéticamente, tal como apuntaba en mi anterior post sobre el modelo ETP. Sin embargo, ese mismo papel crucial puede ser fuente de fuertes distorsiones en las cadenas productivas y financieras si no entendemos rápidamente el reto al que nos enfrentamos y seguimos haciendo como que todo sigue igual.

Dejo para un siguiente post un análisis de la TRE global de la industria del petróleo que resulta muy sencillo a partir del trabajo anterior y que muestra resultados muy interesantes al tiempo que preocupantes.

Ruy Núñez


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