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Gobernar en tiempos de cólera

por Vindicator Hace 9 años
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Gabriel García Márquez opinaba que de sus seis grandes novelas, la mejor era “El Amor en los Tiempos del Cólera”. En ella, su protagonista lucha toda su vida en convertirse en alguien poderoso a fin de conseguir estar a la altura de la mujer que ama, y al final en medio de una gran epidemia de cólera en la que muere hasta el apuntador, él se mantiene por encima de la enfermedad, viviendo junto a su amada en un gran yate que recorre de arriba abajo y de abajo arriba el río Magdalena, sin solución de continuidad.

Como las comparaciones son odiosas, y el protagonista no tenía barba, no vamos a seguir por ese camino. Además, el Sr. Rajoy debe estar contento en estos últimos meses. Algunos datos económicos parecen suscitar que lo ha hecho muy bien en el terreno macroeconómico (aunque algunos no consigamos encontrar ciudadanos que vivan mejor que cuando él llegó al poder), y el “problema catalán” se ha encauzado con la irrupción de Podemos (algo bueno tenían que tener) y con la puesta de manifiesto de un secreto a voces, que no es otro que asumir que la familia Pujol llevaba tres generaciones viviendo fuera de la Ley con el permiso de “todos” los poderes públicos.  

Resulta curioso que en el año 2003, Pasqual Maragall (un político “rara avis”, por eso de ser honrado) dijera en el Parlamento Catalán que cuando alguien quería hacer un negocio en Catalunya, había que dar un 3% “a los de siempre”, y que todo se quedase ahí, porque como es habitual en la “piel de toro” (a Catalunya le toca un cuarto delantero, mal que les pese a algunos), todo se “tapa” en este país; es lo que algunos llaman “cortesía parlamentaria”.

Cortesía la que tuvo Baltasar Garzón cuando ante la invitación de Felipe González para ser su número dos en los años noventa, metió el expediente de los Gal en un cajón, y luego, año y medio después, cuando no se sintió querido por las huestes socialistas (la verdad es que nunca fue un buen orador), lo volvió a sacar y procesó a medio PSOE. Cortesía la que tienen los jueces del caso Gurtel, que después de seis años de instrucción, sólo han conseguido pasar a los tribunales una pieza del caso, y a saber cuándo se dictará juicio oral.

Pero volvamos al caso Pujol. Durante décadas se ha estado asumiendo como normal el que Catalunya volviera a ser un condado, y que los Condes de Barcelona fueran los miembros de la familia Pujol, rodeados de validos, como el propio Sr. Mas (que no ha despejado todas las dudas en su reciente comparecencia en el Parlamento catalán). Nadie osaba poner en duda la procedencia de los coches de lujo, ni se les registraba el coche cuando cruzaban la frontera andorrana. El miedo obraba milagros, y a pesar de ser un “secreto a voces”, nadie se atrevía a denunciar el latrocinio.

Es más, el Sr. Carod-Rovira dijo hace unos meses que a él le habían dicho que no era el 3%, sino el 5%. Realmente, no es de recibo que personas que habían ocupado los principales cargos políticos de una Comunidad Autónoma, supieran algo que era un “secreto a voces” en Barcelona, y que miraran para otro lado, ignorando lo que se estaba haciendo con el dinero del pueblo catalán, por cierto, el que más impuestos directos paga de España. Además, ¿qué pinta un político de izquierdas protegiendo los desmanes de la rancia burguesía catalana?

No es de extrañar que la cólera invada a los ciudadanos, y que movimientos emergentes estén ocupando el espacio electoral de las formaciones existentes hasta ahora, algunas de las cuales afortunadamente ya se están poniendo en movimiento (el controvertido cese de Tomás Gómez es probablemente uno de los hechos que lo evidencia). Evidentemente, esto no va con el Sr. Rajoy, henchido de orgullo después de haberse convertido en alguien poderoso que ha logrado meter en su barco a su amada España (lo siento, no me he podido reprimir), y que mira desde la proa la cólera de los “nimileuristas”, que están allí abajo sufriendo el “cólera”, sin poder comprender por qué su Presidente les dice que las cosas le van bien a España porque hace unos meses la Sra. Merkel aceptase que uno de sus ministros ocupara un puesto de segundo nivel en las instituciones europeas, y porque tiene la esperanza de poder colocar a otro en el Eurogrupo en el mes de julio. ¡Cómo sin con eso se pudiera curar el “cólera”!

Gobernar un país como España no es sencillo, máxime cuando hay una acritud medio contenida que empieza a extenderse cual epidemia en todos los estamentos del País. Pero ponerse una venda en los ojos, llamar “cenizos” a los que no ven las cosas como su “Sanedrín”, y hartarse de decirle a todo el mundo que “la crisis ya es historia, mal que les pese a algunos”, es una cosa diferente.

El Sr. Rajoy, en su “cuarto año triunfal” trata de que se olvide el completo incumplimiento de su programa electoral, que ha incrementado la deuda pública en un 50%, y que ahora hay 400.000 parados más que cuando tomó el poder; y algo que para mí es importante y que los medios parecen haber olvidado: el hecho de que haya intentado (afortunadamente sin éxito) una reforma electoral que no estaba en su programa electoral. Es posible que la elección directa de alcaldes pueda tener un fundamento, pero eso habría que debatirlo a partir del 1 de junio de 2015, y no antes. Y además, habría que hacerlo con un amplio consenso.

Todos se lo estamos diciendo, pero el Sr. Rajoy sigue tumbado allí arriba en la hamaca de su barco haciendo oídos sordos al mensaje del pueblo, recorriendo arriba y abajo el suelo patrio pero sin bajar a tierra, no vaya a ser que alguien que no sea de su entorno le contagie el “cólera”, o lo que es lo mismo, que diga algo que no quiere escuchar en su gran cruzada de salvamento del país. Sr. Rajoy, de verdad, no necesitamos “salvadores de patrias” sino gobernantes honestos que piensen en la función pública como un servicio a su país, y ello incluye el cumplimiento de los compromisos que tiene con los votantes aquel que se presentó a unas elecciones. Créame, España no es Macondo.   


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