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Alta inflación, con la complacencia de Banxico

por Inteligencia Financiera Global Hace 9 años
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2014 cerró con la inflación más alta de los últimos 4 años: 4.08 por ciento a tasa anual según el INEGI. Este nivel está ocho décimas por arriba del límite superior que Banco de México (Banxico) se ha autoimpuesto, e implica que cuando menos en este nivel, el poder adquisitivo de los mexicanos se ha perdido durante los últimos 12 meses. Los productos con precios al alza y mayores incidencias en el Índice Nacional de Precios al Consumidor fueron el jitomate, con un aumento de 41.09 por ciento mensual, y la carne de res, con 1.97 por ciento. En la lista de productos con precios a la baja en diciembre destacaron los servicios de telefonía móvil, que cayeron 5.58 por ciento, y la cebolla, con un descenso de 16.86 por ciento.

Aquí hemos lanzado voces de alerta desde hace meses, previendo que la inflación seguiría presionada, a pesar de las positivas esperanzas del banco central de que bajaría.

Según la Constitución, Banco de México tiene como objetivo prioritario el de procurar la estabilidad del poder adquisitivo del peso, pero como hemos visto, su trabajo ha dejado mucho que desear. El mensaje del alza de precios es que hay demasiada demanda en la economía, en parte debido al excesivo gasto deficitario del gobierno y a la promoción del crédito en vez del ahorro. Por si fuera poco, como sabe, en Los Pinos siguen empeñados en tratar de “estimular” la economía con acciones como la de impulsar el otorgamiento de “apoyos financieros” para el desarrollo de viviendas. Puras ocurrencias de burócratas.

Una economía no puede tener crecimiento sostenido si no ahorra, porque este es el pilar del capital, es decir, de la inversión productiva que genera riqueza y empleos que tanto necesitamos. No es lo mismo deuda que capital, ni expansión del crédito que acumulación de capital, condición indispensable para el crecimiento y desarrollo. Por si fuera poco, las tan ansiadas inversiones extranjeras prometidas por la reforma energética, no llegarán en el corto plazo por el colapso en los precios del crudo.

¿Qué deberíamos pedir? Primero que nada, que el gobierno equilibrara sus finanzas, que no gaste más de lo que recibe de ingresos, pues además, en los próximos años si se mantienen bajos los aludidos precios del petróleo, solo habrá dos opciones: o se recortan los gastos o expandimos aún más la deuda pública. Esta última opción sería la peor porque implica además mayores impuestos futuros.

En segundo lugar, Banxico debería comenzar a subir ya su tasa de interés interbancaria a un día, hasta que esté por arriba de la inflación. Esta tasa de referencia está en un mínimo histórico de 3 por ciento y el rendimiento de los Cetes está por debajo de ese nivel. Y claro, no es que esté bien que el Instituto Central manipule los tipos, pero por desgracia, dado que no existirá un mercado libre en el futuro previsible, es un mal menor que ahora utilice el poder que tiene para combatir la inflación y propiciar el ahorro. Es su obligación. Para ser atractivos, los rendimientos deberían estar por encima del 4.08 por ciento de la tasa inflacionaria.

Se aproximan meses difíciles y lo mejor es que tomemos acción. El tiempo de prepararse ya se terminó. Ante ello y la alta probabilidad de que ni el gobierno ni el banco central muevan un solo centímetro el curso que llevamos, no queda mucho más que tomar medidas personales de autodefensa financiera. Ya se vio que mantener el dinero debajo del colchón más allá de un fondo de emergencia tiene un elevado costo, por lo que es oportuno que se considere el refugiarse en activos tangibles –como los metales preciosos monetarios en físico, que en gran medida conserven, cuando menos, la mayoría del poder adquisitivo que nuestras autoridades se empeñan en destruir –con la falsa creencia de que estimulan la economía– “en beneficio de todos”.


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