A corto plazo ha disminuido el optimismo, pero la esperanza es lo último que se pierde y es suficiente para mantener el lateral. A medio plazo los mercados se alejan de los datos económicos y solo siguen las medidas de los bancos centrales.

Semana de transición a la espera de las elecciones del domingo. Los mercados contemplan un escenario en el que los partidos radicales consigan en torno al 25% de los 751 escaños del Parlamento Europeo. Sin embargo, los dos grupos europeos más grandes (Populares y Socialistas) es probable que consigan más de 400 escaños con lo que los euroescépticos tendrán un papel poco significativo en la toma real de decisiones. Una de las ideas que se baraja es la posibilidad de que se forme una especie de gran coalición como en Alemania. A más largo plazo, cala la idea de que, tal vez, la recuperación económica se ha sobrevalorado y no justifique las cotizaciones actuales. Además aunque se espera que el BCE tome medidas de política expansivas (rebaja de tipos, tasa de depósitos en negativo, incluso un nuevo LTRO), se duda que implante un QE. En el fondo subyace la desconfianza en que se pueda crecer con los niveles de deuda actuales, financiados ahora más fácilmente, pero que siguen comprometiendo el futuro.

El Ibex 35 ha bajado a tocar la directriz alcista del pasado mes junio y ha rebotado, poniendo de nuevo los máximos de 10.705 puntos al alcance de la mano. Si la perdiese lateralmente no pasaría nada, pero si la pierde con caídas violentas, la tendencia a medio plazo peligraría, aunque se mantendría la probabilidad, muy clara, de ver nuevos máximos antes de que acabe el año siguiendo el canal alcista iniciado en 2012.