image

Jesse Livermore, uno de los mejores traders de toda la historia

por CSM Bolsa Hace 9 años
Valoración: image4.00
Tu Valoración:
* * * * *

Imagen

Nacido en South Acton, Massachusetts, en 1877, hijo de un granjero, dejo la escuela en sus primeros años de adolescencia y viajó a Boston donde se convirtió en “Board Boy” (que podríamos traducir como Pizarrero) trabajando para Paine Webber, su trabajo consistía en actualizar los precios de los bonos, acciones y Commodities en una pizarra. Como Livermore escribía todos los cambios en los precios se dio cuenta de que los mismos, a menudo se movían de manera predecible, concluyendo que se podía batir al mercado y de esta forma ganar mucho dinero.

Por aquel entonces, Livermore no ganó el suficiente dinero para operar en acciones, así que empleó la hora del almuerzo para ir a los “Bucket Shops”, que no eran más que casas de apuestas, entre otras cosas, sobre el precio de las acciones y commodities. Allí es donde trató de hacer dinero pronosticando la dirección de los precios tanto de acciones como de materias primas, para hacer 1.000$ cuando tan solo tenía 15 años, cantidad más que considerable en aquella época. Después de ignorar el aviso de su jefe en Paine Webber, de mantenerse al margen de estos establecimientos, Livermore fue despedido.

El “Boy plunger”era ahora un trader a tiempo completo. Tal fue su éxito que le fue prohibida la entrada en los “Buckets Shops” de Boston, por lo que Livermore se fue a la costa Oeste, donde hizo 50.000 $, aunque pronto tuvo que disfrazarse y emplear nombres falsos para evitar las prohibiciones de entrada que también allí le establecieron. Más tarde se marcho a Nueva York, donde con 20 años, Livermore comenzó su carrera como uno de los más grandes operadores de todos los tiempos. En 1906 recibió un consejo de ponerse corto en la compañía “Union Pacific” y lo hizo de manera abrumadora, después el valor empezó a subir colocándose en una situación más que complicada, pero el terremoto de San Francisco provocó el desplome del valor, dejando la cuenta de Livermore con 250.000$ de beneficio. Además de este beneficio, también le enseñó una buena lección sobre los consejos ajenos.

En 1907, se ganó a pulso su reputación de “Bear Raider”, operando siempre del lado bajista del mercado en grandes cantidades. Se dice incluso, que el todo poderoso J. P. Morgan, le mandó mensajes a través de intermediarios para pedirle que redujera su volumen de operativa. William Delbert Gann, en su libro “45 años en Wall Street “ Página 117), describe a Livermore como “uno de los traders más espectaculares de su época”. Gann afirmaba que Livermore era un hombre honorable que “pensaba en pagar sus deudas incluso después de ser declarado en quiebra por las autoridades”.

De hecho, Livermore y otros muchos traders e inversores, incluyendo al propio Gann, en una ocasión, perdieron todo su dinero cuando la firma de corretaje “Murray Mitchel and Company” cerró en 1913. Según Gann “en 1917 cuando Livermore regresó e y hizo de nuevo una fortuna, no sólo me devolvió la parte proporcional que perdí, sino que pagó a todos los demás también”. Gann añade “Esto fue algo realmente honorable por lo tanto debido a la honestidad de Livermore, en 1934 cuando estaba en quiebra, le apoyé consiguiendo recopilar fondos de otra gente para dárselos a él. Livermore volvió a operar haciendo dinero una vez más”. La principal crítica de Gann sobre Livermore era que éste sólo había estudiado para saber como hacer dinero, pero no para mantenerlo. Como Gann decía: “el tenía la codicia y la energía necesarias para el éxito, pero cuando tenia una cantidad de dinero considerable, no operaba de forma conservadora. Livermore probaba su propia operativa en el mercado en vez de esperar a que apareciese la tendencia natural que el mercado nos muestra en numerosas ocasiones”. En palabras de Gann, Livermore era un fantástico trader, pero un pésimo gestor monetario.

El éxito de Livermore

El éxito que tuvo Livermore, le proporcionó un estilo de vida que muchos sólo se podían imaginar en sueños. El delgado y rubio especulador se compró un yate de 200 pies, de nombre Anita, salió con mujeres famosas, incluyendo actrices como Lillian Russell. Sus hazañas operando pronto llegaron a ser bien conocidas por todo el mundo, incluso la gente comentaba “eres tan rico como Jesse Livermore”. Durante la primera guerra mundial, Livermore pronosticó que el café experimentaría una sustancial subida, lo que le llevo a tomar posiciones largas. Sus beneficios se contaban por millones de dólares, sin embargo los contratos de café se invalidaron, debido a que el gobierno creyó que Livermore se estaba beneficiando de los tiempos de guerra, lo que le llevó a arruinarse por tercera vez. Como trader agresivo, Livermore hizo y posteriormente perdió, cuatro millones de dólares de su fortuna. La mayor parte del dinero fue hecho con prácticas que posteriormente se declararon ilegales por la comisión del mercado de valores americana (SEC), en el año 1930. La nueva regulación limitaba o prohibía las siguientes actividades:

- Utilizar información privilegiada

- Ocultar las posiciones de mercado.

- Arrinconar acciones para estrangular la oferta y la demanda.

- Controlar la información incorrecta y engañosa para que no sea publicada.

Livermore también llegó a ser muy conocido por su táctica de esperar hasta que la acción alcanzase el objetivo establecido donde se aseguraba unos beneficios considerables y luego se ponía en contacto con un periodista del “New York Times”, o de otros periódicos influyentes, para recomendar dicha acción, como una excelente compra. Después Livermore se deshacía de su posición de forma masiva, vendiendo en el frenesí comprador que había provocado el artículo del periodista. En pleno apogeo, se hizo con enormes posesiones inmobiliarias en varios países, así como coches de la prestigiosa marca Rolls Royce y yates. Se hizo famoso por sus espectaculares fiestas.

También tenía unas oficinas secretas en la Quinta Avenida, era allí donde Livermore hacia sus operaciones de gran escala, con numerosas líneas de teléfono y una línea directa de telegramas. La oficina tenía una enorme pizarra que sus oficinistas actualizaban constantemente, además también disponía de personal dedicado a la investigación. El propósito único de dicha oficina era el de facilitar la operativa y las actividades de inversión de Livermore.

Livermore y el crack del 29

En 1933, Livermore padeció la gran depresión de la época y después de hincharse a beber durante 26 horas, terminó en una comisaría de policía, ya que había perdido la memoria por completo. Una vez que se vio incapacitado para hacer dinero como lo hacia anteriormente, decidió vender sus secretos en forma de libro, “Como operar en acciones” que fue publicado en 1940 en dos versiones, una encuadernada en cuero y la otra en formato más sencillo, sin embargo el libro no logró su objetivo de atraer al público.

En ese mismo año, Jesse Livermore tras tomarse dos copas en el hotel “Sherry Netherland” en Manhatan, escribió una carta de ocho páginas a su tercera esposa diciéndole: “Mi vida ha sido un fracaso”.

El hombre que afectivamente fue conocido como “The boy plunger”, el “Gran oso” o el “Rey del algodón”, se dirigió al guardarropa del hotel, se sentó en una silla y se disparo un tiro en la cabeza. Así terminó la vida del que fue considerado el mejor trader de todos los tiempos, el hombre que hizo millones de dólares, dejando una herencia de menos de 10.000 dólares.

El New York Times en su editorial, escribió el siguiente epitafio sobre Jesse Livermore : “..Qué cosas buenas hizo, qué daño causó, qué significaba la vida para él y para otros – todas estas cuestiones son para hacer una novela... Se dejaba llevar por su pasión... Vivió en una época en que la especulación que llevaba a cabo venia a ser como la de aquellos chicos que arañan hasta el ultimo penique. .. No dejo nubes de gloria detrás suyo y tampoco dejo nada de miseria humana de la tanta que había creado anteriormente... La calle en la que operaba ya no es la misma que antes. Su muerte ha marcado el final de una era...”

 

Fuente: rankia.com

Compartir en Facebook Compartir en Tweeter Compartir en Meneame Compartir en Google+