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La imparable digitalización

por José Luis Martínez Campuzano (AEB) Hace 2 años
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El INE publica hoy los resultados de la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) de 2019. El año previo a la pandemia, que aún nos atenaza, parece ya muy lejano. Con todo, un análisis detallado de los datos conocidos hoy puede ayudarnos a entender mejor aspectos tan determinantes ya en nuestra vida como el avance de la digitalización.

En 2019 el 32,5% de los hogares realizó algún gasto a través de Internet, frente al 30,3% del año anterior. El gasto medio anual de estos hogares fue de 1.935 euros, un 4,3% más que en 2018. El gasto realizado por los hogares a través de Internet fue de 11.782 millones de euros, lo que supuso un 2,1% del gasto total y un incremento del 12,5% respecto a 2018.

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La comunicación digital ha sido clave en un contexto de obligado distanciamiento social por la pandemia. Muchos han descubierto de golpe todas las posibilidades que brinda internet, ya sea para realizar trámites administrativos, como bancarios o sanitarios, entre otros muchos, que nos hacen la vida más cómoda. No es de extrañar, por ejemplo, que la mitad de los bancos en España ya tenga un 60% de clientes digitales, cifra que duplica la existente hace un año, según la última encuesta de Funcas-KPMG. Otra de sus conclusiones es el mayor uso de los medios de pago alternativos al efectivo, como la tarjeta y las transferencias. Lo que al principio se impuso como un efecto secundario de la crisis sanitaria ha pasado a ser una oportunidad para muchos que valoran la comodidad, seguridad y flexibilidad que ofrece la innovación financiera. Y es que la digitalización, como cualquier innovación, requiere de aprendizaje y adaptación, características intrínsecas del ser humano.

Pero una sociedad cada vez más digitalizada obliga a asimilar una vorágine de cambios y la dosis de incertidumbre que siempre trae lo nuevo. Por eso el sector público y el privado han de aunar esfuerzos para ayudar a todas las personas a sacar el máximo provecho al desarrollo digital, lo que también implica tomar conciencia de los riesgos que conlleva y así poder esquivarlos. Debemos aprender a utilizar las nuevas tecnologías. ¿Acaso conocemos todas las posibilidades que nos ofrece ese pequeño ordenador que todos tenemos en el bolsillo? ¿Y sus riesgos, también somos conscientes de ellos?

En España todos los estudios muestran que la principal carencia en este ámbito es la capacitación de la sociedad, desde el capital técnico humano hasta la formación digital de los usuarios. Las autoridades y el resto de los agentes económicos tenemos que hacer todo lo posible para superar este obstáculo, porque nadie se debe quedar al margen de los beneficios de la digitalización. Y, naturalmente, la edad no puede ser un impedimento para avanzar, ni en esta, ni en el resto de las facetas de la vida, aunque suponga una dificultad añadida.


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