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¿Temen los mercados un hipotético impeachment a Trump?

por Ismael de la Cruz Hace 5 años
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Trump se lo ve venir y chantajea diciendo que los mercados se hundirían si se produce un impeachment (proceso por el que un alto cargo público puede ser destituido y que aparece recogido en la Constitución de Estados Unidos).

A día de hoy, es poco probable que el presidente Trump sea acusado. Si ocurriera una impugnación, experimentaríamos volatilidad en los mercados y seguramente ventas, pero cualquier movimiento de este tipo sería de corto plazo (incluso en el caso de Clinton los mercados aguantaron realmente bien, pero las circunstancias eran diferentes). No podemos olvidarnos de que el mercado es resistente cuando la política monetaria es acomodaticia, y podría decirse que todavía es acomodaticia. Las tasas son bajas, el dólar es fuerte y las ganancias corporativas siguen siendo sólidas. Esas son las únicas cosas en las que los inversores debieran de centrarse.

Les hablo a continuación acerca del impeachment y les resumo para que se queden con lo que de verdad interesa saber al respecto.

La palabra impeachment hace referencia al proceso mediante el cual se puede llegar a destituir a un Presidente. Concretamente, en el caso de la Constitución norteamericana (está recogido desde su aprobación en el año 1789 se detalla que el presidente, vicepresidente y todos los funcionarios civiles de los Estados Unidos, serán separados de sus puestos al ser acusados y declarados culpables de traición, soborno, abuso de poder, cohecho u otros delitos y faltas graves.

Es la Cámara de Representantes la que ha de posicionarse y votar a favor del inicio del impeachment. Posteriormente, el Comité Judicial abre una investigación para esclarecer la veracidad de los delitos. En el caso de que existan indicios suficientes para ello, la Cámara votará de nuevo y si gana el “sí”, la última palabra estará en el centenar de senadores (se requiere dos tercios o más de los votos).

Por tanto, la Cámara de Representantes tiene la votación inicial. Si es aprobada por mayoría, el proceso pasa al Senado y para aprobarse la destitución se requiere el voto favorable de dos tercios del Senado.

Es más, incluso atendiendo a la Enmienda número 25 de la Constitución norteamericana, el vicepresidente puede informar por escrito a la Cámara y al Senado que el Presidente del país no está capacitado para el cargo.

De todas maneras, hay que tener claro que aun en el caso de que un Presidente sea destituido por el impeachment (en cuyo caso no cabe la posibilidad de apelación), no se producirían elecciones, tan sólo habría una sustitución, en este caso la del Presidente por el Vicepresidente.

En toda la historia de los Estados Unidos únicamente ha habido dos impeachments, que tienen en común que el proceso fue aprobado por la Cámara de Representantes pero sin embargo rechazado por el Senado:

En 1868 a Andrew Johnson, que fue vicepresidente con Abraham Lincoln. El impeachment surgió tras una serie de acusaciones acerca de que quería quitarse del medio al secretario de Guerra, Edwin Stanton y además sin informar al Senado. La Cámara de Representantes votó y tras muchas discusiones, un sólo voto marcó el resultado final a favor de Johnson (el de Edmund G. Ross tras declararse indeciso).

En 1998 a Bill Clinton por el escándalo sexual con Monica Lewinsky (una grabación demostró la veracidad de los hechos ). La Cámara de Representantes aprobó dos artículos de la acusación contra el Presidente por perjurio y obstrucción a la justicia. Finalmente, Clinton no fue declarado culpable de perjurio por una votación de 55 votos frente a 45, y hubo un empate en el cargo de obstrucción a la justicia.

En 1974 el caso Nixon no terminó en impeachment, pero sí que dimitió por la sombra alargada del proceso debido al escándalo de espionaje Watergate (Nixon poseía cintas con grabaciones de conversaciones en la Casa Blanca). Para ser más concretos, las acusaciones eran obstrucción a la justicia, abuso de poder y no cumplir con los requerimientos del Congreso. Finalmente dimitió en el verano.

En 2013 y 2014, algunos políticos republicanos hablaron, pero no se llegó a nada más, de la posibilidad de destituir a Barack Obama por la gestión del atentado al consulado de la ciudad libia de Bengasi o la política migratoria.

 


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