Meliá se está viendo favorecida por el devenir positivo del turismo en nuestro país, hecho que tiene una incidencia directa en los resultados de la compañía. El pasado ejercicio obtuvo una facturación de 1.805 millones de euros, lo que supone casi un 4% más que el año anterior. Además, su deuda neta se vio aliviada en 226 millones de euros, entre otras razones por la amortización del bono convertible. En cuanto a la ampliación de su negocio, si el pasado año abrió 17 nuevos hoteles, para este 2017 el objetivo se sitúa en 23. 

La tendencia principal de Meliá es claramente alcista. Vamos a ver a continuación dos gráficos que aportan una serie de ideas o cuestiones de interés para todo inversor.

En el primer gráfico, pueden ver cómo trazando niveles Fibonacci primarios desde el patrón de doble suelo (figura chartista que implica un cambio de tendencia, de bajista a alcista), se obtienen tres zonas. Pues bien, la primera de ellas sirvió para que en febrero del 2016 frenase las caídas y rebotase al alza más de un 30% en apenas cuatro meses. La segunda exactamente igual, en junio del 2016 permitió acabar con los recortes y rebota desde entonces al alza prácticamente un 70% en nueve meses.

En el segundo gráfico, se puede apreciar claramente las dos zonas de resistencia que hay en el camino. Dos niveles que seguramente cuando llegue el precio impedirán que las subidas continúen y recortará a la baja. No tiene por qué ser un cambio de tendencia, ni mucho menos, pero sí al menos una pausa, un descanso. Concretamente me refiero a 13,25 y 13,63 euros.

La actual tendencia alcista no peligraría en ningún momento mientras el precio siga moviéndose por encima de los 10,15 euros.

Su Beta es 0,96% de manera que el movimiento de las acciones de Meliá Hoteles sigue la misma dirección que el de su índice de referencia, el Ibex 35 y con una volatilidad menor. Su Var es 0,27% con lo que por cada acción se arriesga un 2,15 % diario. La volatilidad anual registrada a 30 sesiones es del 21,20%, indicando un nivel bajo.