Al igual que en una partida de black jack donde una mano es intrascendente y se sabe que habrá incluso rachas semanales o hasta mensuales que ocasionarán pequeñas perdidas para un casino, un inversor debe saber que no se ganan todas las manos y que habrá periodos de rentabilidad espectaculares, pero también otros donde serán significativamente malos. Lo importante es mantener las estrategias de inversión y recordar que es imposible el que una estrategia funcione de manera constante en el cien por cien de las ocasiones. El problema se da cuando esa estrategia de inversión parece perder su validez durante un periodo superior a unos meses pese a haber sido corroborada su validez durante todos los periodos de inversión a largo plazo, como ha ocurrido con la inversión con enfoque valor.
El ejemplo de las bolsas de finales de los 90:
Corría el año 1996 y fue durante un periodo de cuatro años, en el que lo que siempre había funcionado dejó de funcionar y comenzó la famosa exuberancia irracional de los mercados, las acciones de rápido crecimiento conseguían unos resultados espectaculares que superaban ampliamente a los mercados; mientras que las acciones valor, aquellas que pagan mayores dividendos, cotizan a unos coeficientes precio/beneficio, precio/cash flow o precio/ valor contable más reducidos quedaban muy por debajo en rentabilidad con respecto a los índices. Las estrategias de valor siempre habían funcionado mejor en largos periodos de tiempo, pero ése largo periodo de cuatro años hizo cuestionar muchas estrategias de inversión y a principios de 1999 se empezó a proclamar que la inversión “value” había muerto, a Warren Buffett (estandarte mundial del enfoque valor) se le empezó a cuestionar como inversor diciendo que ya estaba viejo y obsoleto y los fondos de Garcia Paramés en ese año y principios de 2000 quedaban muchos puntos por debajo de los índices de referencia.
¿Pero realmente habían cambiado las cosas?
Realmente no, nada había cambiado aunque muchas voces se empeñaban en decir que los conceptos tradicionales de inversión habían cambiado y que los patrones de inversión a la hora de invertir ahora eran distintos, algo que siempre ocurre antes de producirse una burbuja de precios “ahora es todo distinto…”. Posteriormente, en el periodo que fue de 2000 a 2002 bajó la marea, y ahí fue donde se comprobó quien estaba nadando desnudo, entonces la inversión valor se recuperó con gran intensidad superando por un amplio margen los resultados obtenidos por las empresas de crecimiento en los diez años anteriores.
Nuestras emociones son las que nos conducen al error:
El problema reside en nuestra condición humana, tenemos una naturaleza que nos conduce a tener siempre unas expectativas excesivamente ambiciosas y por amplios que sean nuestros conocimientos en el campo de las inversiones es difícil acostumbrarnos a una ducha de agua fría cuando todo el mundo está disfrutando de la tranquilidad y el relax que nos proporciona un Spá. Realmente es casi imposible ser inmune a dichas influencias y el entusiasmo, la euforia, el pánico y el desaliento nos acosa a todos con la misma intensidad, el conocimiento nos puede permitir observar buenas oportunidades en diversas ocasiones, pero aún así siempre existirán esos momentos en los que las estrategias de inversión que siempre han funcionado parecerá durante un periodo de tiempo más o menos largo que han dejado de funcionar.
Durante más de veinte años he podido comprobar cómo cada vez que las empresas valor consiguen peores resultados que el mercado durante periodos relativamente largos de tiempo la situación siempre se ha revertido a largo plazo haciéndolos vencedores por un amplio margen.