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“Conocía la empresa, sabía que el rumor era infundado, y aún así me dejé llevar por el pánico”

por Carlos Montero Hace 4 años
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Recuerdo en una ocasión cuando trabajaba de trader de derivados en un banco de inversiones estadounidense, que estaba fuertemente posicionado en opciones de compra muy fuera del dinero, para los que desconozcan esta operativa una posición altamente arriesgada y apalancada, que se produjo el rumor de que una gran empresa industrial estadounidense tenía graves problemas financieros y que podría declararse en suspensión de pagos. El hecho, es que yo había analizado exhaustivamente a esa compañía hace unos días y aunque sí era cierto que sufría tensiones de liquidez importantes, tenía la capacidad suficiente para cubrir sus obligaciones de pago, y su situación financiera estaba muy lejos de la bancarrota. Más aún, sus proyecciones de resultados eran muy prometedoras en los próximos trimestres, lo que ayudaría sin duda a reducir su elevado nivel de endeudamiento. 

El hecho fue que los mercados de valores se cayeron, y con ellos mis opciones de compra. Entré en pánico. Las pérdidas que sufría en mis posiciones eran muy elevadas, y encima, el diferencial entre la compra y la venta se amplió de forma sustancial por lo que una venta a mercado de mis opciones produciría aún más pérdidas. Y sin embargo, fue precisamente eso lo que hice. Prefería materializar unas fuertes pérdidas en mi cartera de opciones, que manejar el elevado grado de estrés que me producía aquella situación. 

A las pocas horas la compañía salió al mercado tranquilizando a los inversores, e hizo públicas sus previsiones de resultados y de reducción del endeudamiento para ese año. Las bolsas se recuperaron, y el precio de las opciones que ya no tenía también. 

Me dejó llevar por el pánico aun siendo consciente de que el rumor que había hecho caer las bolsas era infundado, y lo pagué caro. No es que me despidieran, pero sí tuve un buen “rapapolvos” y mi bonus se redujo sensiblemente aquel ejercicio. 

¿Lección a aprender? Pues que hay que dejarse llevar por las emociones lo menos posible, y que hay que ser un inversor autoconsciente.  

De esto precisamente habla el especialista en psicología del trading Brett Steenbarger en su último artículo que analizaremos entre hoy y mañana. Veamos: 

La mayoría de los problemas psicológicos en la operativa financiera ocurren "en el calor de la batalla", cuando estamos tan atrapados en la acción del mercado y en nuestras preocupaciones, que nos volvemos reactivos en lugar de ser proactivos. En esos momentos, nos sumergimos en nuestros pensamientos y sentimientos y perdemos una conciencia más amplia de lo que está sucediendo y de lo que estamos destinados a hacer en tales situaciones. Es por eso que podemos mirar posteriormente y preguntarnos cómo hemos podido haber sido tan tontos. Una vez que entramos en el modo de estrés de "lucha o huida", activamos partes del cerebro que están orientadas a la acción, no a la reflexión.   

La autoconciencia es la capacidad de pensar sobre nuestro pensamiento y reflexionar sobre nuestras acciones antes de reaccionar a las situaciones. El operados consciente de sí mismo se aleja de sus reacciones, nota sus pensamientos y sentimientos, observa la tendencia a actuar sobre estos y luego retrocede para decidir el mejor curso de acción. Tenga en cuenta que la autoconciencia no significa estar totalmente libre de emoción e impulso. La autoconciencia significa que nos convertimos en observadores de aquellos para que no dominen y dicten nuestras próximas acciones. 
 
Por ejemplo, puedo ver la caída del mercado en el aumento de volumen y notar que estoy frustrado de no participar en las ventas. Comienzo a pensar: "¿Y si esto es el comienzo de un movimiento bajista?" y luego siento el miedo de que las pérdidas podrían ser aún más grandes. A medida que la debilidad continúa, rápidamente vendo a mercado en mínimos, solo para ver cómo se agotan las ventas, los compradores de valor y la cobertura de los cortos se activan, y el precio aumenta. El inversor consciente aprende a no tomar decisiones en tiempos de “lucha o huida”. A menudo, esto puede significar un alejamiento temporal de las pantallas, y un recordatorio de que este no es un buen momento para actuar impulsivamente.  

Lacartadelabolsa


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