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No hay nadie más fácil de engañar que un inversor inoculado del virus de la avaricia

por Carlos Montero Hace 5 años
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Voy a publicar el extracto de una conversación que mantuve ayer con un amigo gestor en un banco nacional de clientes con patrimonios importantes. De hecho, hace más de asesor o intermediario que de gestor propiamente, porque la mayoría de sus clientes o bien conocen los mercados, o tienen a alguien que les asesore sobre los mismos. La conversación duró más de dos horas, y como pueden suponer, hablamos de casi todo. De mercados y fuera de ellos. Lo que les traigo a continuación es el extracto referido a su experiencia sobre la inversión en monedas virtuales durante estos últimos años. Muy interesante a mi entender: 

“Mira que se lo advertíamos a nuestros clientes. ¡No compren monedas virtuales! ¡No compren bitcoins! Son una de las mayores burbujas de la historia. Compran un castillo de naipes que terminará por derrumbarse. Pues nada, como en toda burbuja, la irracionalidad y la avaricia se impuso. Algunos ganaron dinero, los menos. Aquellos que supieron retirarse a tiempo. Igual que cuando alguien gana un premio en las máquinas tragaperras, lo habitual es que media hora después haya perdido todo el premio y algo más, en el caso del bitcoin pasó lo mismo. Hubo durante un tiempo que las correcciones eran oportunidades de compra. Hasta que dejaron de serlo. Cuando los precios se desplomaron y las pérdidas latentes eran enormes, se empezó a promediar. Las pérdidas se incrementaron junto con la desesperación. Te contaré un caso en particular: 

Una buena clienta, con una cartera en valores bien diversificados que podría rondar los 600.000 euros, consiguió un dinero adicional por la venta de una farmacia en propiedad. La venta fue por algo más de un millón de euros. Bien, pues un día vino a nuestras oficinas para que invirtiéramos unos 50.000 euros en bitcoin. El precio en aquellos momentos rondaba los 15.000 dólares. ¿El motivo? Pues que uno de sus hermanos, que por lo visto “sabía mucho” del tema, le dijo que los bitcoins podrían rondar los 50.000 dólares en unos meses, o a lo sumo un año. Por aquel entonces había informes que hablaban de un bitcoin a 100.000 dólares. Yo le desaconsejé personalmente la operación por el enorme riesgo que conllevaba. Pero ella quiso seguir adelante con la inversión porque confiaba en su hermano. 

Semanas más tarde parecía que nada había que detuviera a los bitcoins hacia una primera parada en los 20.000 dólares. Dicha clienta me llamó alguna vez para preguntar por la cotización, y para felicitarse por la decisión de hacer caso a su hermano. Aconsejé a mi clienta que ya que había tenido “ese buen ojo” con esta compra, que vendiera y recogiera las ganancias, pero ella me contestó que pensaba que iba a llegar a los 50.000 dólares en poco tiempo, y que allí vendería. Cuando el bitcoin empezó a bajar, primero tímidamente, y luego de forma más brusca, mi clienta llamó para comprar otros 50.000 euros a un precio de 10.000 dólares el bitcoin. Aunque ya sabía la respuesta, mi labor era volver a desaconsejar la compra, y recomendé vender toda la posición cuando rebotara. No me hizo caso. La historia posterior ya sabes cuál es. 

Mi clienta aún tiene en cartera todos los bitcoins. Cree que tarde o temprano se recuperarán, y volverá, al menos, hacia los 10.000 dólares. Mi opinión es que seguirán bajando a precios por debajo de los 1.000 dólares. La posibilidad de que terminen no valiendo nada también está en mi mente. 

El hecho es que cuándo un inversor quiere creer algo, da igual los consejos, los números, los análisis, que terminará creyéndolo diga lo que digas. Una lección que no deberíamos olvidar”. 

Gráfico del Bitcoin:

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