Las tensiones geopolíticas que hasta hace unos meses nos hacían temer por cualquier “accidente” que pudiera desencadenar un choque entre súper potencias –en especial en Siria-, en apariencia se han calmado. Sin embargo, la realidad es que siguen a todo lo que dan. De manera que una “guerra” de grandes proporciones ya está ocurriendo, en especial, en el terreno financiero y monetario.
Estados Unidos y sus aliados de la OTAN por un lado, con Rusia y China por el otro, marcan una clara división del mundo entre el pasado, el de las potencias que decaen, y el del futuro, con nuevos jugadores relevantes.
Esa separación es aún más notoria –para el que la quiere ver-, entre naciones que se aferran a la falsa supremacía del dinero fíat, de papel, que gira en torno al dólar; y el de aquellas que han entendido que el colapso de ese sistema monetario es tan inevitable como la salida del sol mañana.
No es casual que de Occidente hacia Oriente esté ocurriendo una masiva transferencia de riqueza expresada en un oro que abandona bóvedas americanas y europeas, para terminar en Moscú, Beijing y Shanghái.
Rusia es el séptimo tenedor de reservas oficiales de oro con 1,447 toneladas (t), pero continúa acumulando de forma periódica. En febrero por ejemplo, adquirió 356 mil onzas más. Putin sabe lo que hace.
Arriba está China en la sexta posición con 1,788.4 t, aunque cálculos conservadores basados en estadísticas de comercio y producción, estiman que tendría ya cerca de 4 mil t.
Cabe destacar que China es el principal productor y consumidor del metal precioso en el mundo. Según el Consejo Mundial del Oro (WGC por sus siglas en inglés) la demanda en ese país es de 985 t anuales, por lo que las tenencias de su banco central –aunque relevantes-, sólo nos cuentan una pequeña parte de la historia. Lo anterior, sin contar que cálculos no oficiales consideran que la cifra de demanda real sería de más del doble.
En este contexto, el martes de esta semana se consumó el lanzamiento del precio referencial del oro en yuanes que se esperaba desde el año pasado.
La agencia oficial de noticias Xinhua publicó en su nota sobre el tema, que “casi todos los países del mundo quieren tener el poder de fijar los precios o al menos, tener una voz en la materia. El 80 por ciento de la capacidad de fijación de precios está ahora en Londres y Nueva York.”
Que a la mayoría de países les interese tener incidencia en el precio del oro, es falso. Quizá el gobierno a través de su agencia quiera disfrazar que lo que para otros no tiene relevancia, para China sí es fundamental.
Con su nuevo precio “fix” buscan que Asia refleje de mejor manera su peso específico en el mercado, y mermar en el largo plazo el poder de los manipulados mercados londinense y neoyorquino –que cotizan en dólares por onza troy-. No hay duda que los asiáticos preferirán con el tiempo a usar el referencial en yuanes por gramo de oro.
Beijing tiene el objetivo público de avanzar hacia un mundo “desamericanizado”, que es lo mismo que decir “desdolarizado”. Los chinos, los mayores tenedores de deuda gubernamental estadounidense, saben que la forma en que Washington querrá deshacerse de su gigantesca carga de deuda es mediante inflación. Harán lo que sea necesario hasta lograrlo.
Destruir el valor del dólar pues, se vería reflejado en terribles pérdidas para los chinos, pero que con oro se podrían ver más que compensadas.
Otros bancos centrales también están conscientes de esto. Debido a ello desde 2010, por primera vez en lo que va del siglo esas instituciones se convirtieron en compradores netos de oro. México hizo lo propio en 2011 y 2012. Nuestro gobernador de Banxico, Agustín Carstens, dijo correctamente que era una forma de diversificar los activos del Instituto Central, pero ojalá comprara más.
La suma de grandes reservas de oro, más la eventual libre convertibilidad del yuan y su estado de “divisa de reserva” (que adquirirá en octubre de este año al ser incluida en los Derechos Especiales de Giro del Fondo Monetario Internacional), tendrán como resultado una menor necesidad de dólares para los chinos.
En esta lucha China cuenta con un aliado importante en lo político, económico y militar: Rusia.
El martes la agencia de noticias Tass reportó que el primer subgobernador del Banco Central de Rusia, Serguéi Shvetsov, reveló que negocian con el Banco Popular de China (banco central) aumentar la cooperación bilateral en el comercio del oro. Buscan en concreto vincular los mercados de Moscú y Shanghái para incrementar los intercambios.
De manera que China y Rusia tienen una alianza de, por y para el oro frente al rival común: Estados Unidos y su dólar. Hacen bien. Un nuevo paradigma monetario hará su llegada, y guste o no, el oro tiene su lugar reservado.