2008 fue un año bastante caracterizado por la crisis financiera que exploto en EEUU, principalmente de la mano del colapso de la burbuja inmobiliaria y con el pistoletazo de salida de la crisis de las hipotecas subprime en agosto de 2007, aunque su origen se remonta a años anteriores con la burbuja del mercado inmobiliario, los elevados precios de las materias primas, la inflación instaurada y la falta de regulación de determinados instrumentos financieros.
Las conocidas “hipotecas subprime” originaron repercusiones tras ir enfocadas a clientes con escasa solvencia que querían comprar una vivienda con un riesgo de impago elevado. La Reserva Federal había establecido un límite para la concesión de este tipo de préstamos, pero los bancos americanos empaquetaron esta deuda en forma de titulizaciones de crédito, siendo así objeto de venta, eliminando de esta forma el riesgo de la entidad concesionaria.
Estos “paquetes” fueron vendidos por todo el mundo y la inversión solía realizarse en gran parte mediante carry trade (pedir prestado en otras divisas para poder invertir). Sin duda, la estabilidad del sistema financiero a nivel mundial se rompió. La mayor parte del comercio de estos activos era realizada por grandes agentes económicos como bancos internacionales y fondos de cobertura, que realizaron transacciones sumamente complicadas y sofisticadas, cuyos riesgos no son bien comprendidos e informados, faltando una regulación más exhaustiva sobre los mismos. Muchos de los riesgos de estos instrumentos fueron agrupados y reagrupados, transmitiéndose a todo tipo de inversores. Por supuesto, aunque los riesgos se diversifican de esta forma mediante agrupaciones y subdivisiones de las titulizaciones, no se pueden eliminar, y cuando las hipotecas subprime comienzan a elevar sus cuotas aumentado el número de morosos o impagados, los inversores en titulizaciones fueron conscientes de los riesgos asumidos viviendo el evidente quebranto en su inversión.
Estos tipos de activos, habían circulado de mano en mano a nivel global, siendo los principales beneficiarios los bancos internacionales y los principales fondos de inversión, la desconfianza siguió creciendo en el mercado, provocando que el crédito el crédito entre entidades no fluyera, produciéndose el llamado credit crunch en el mercado interbancario y contagiando la incertidumbre a las bolsas de valores a nivel mundial registrándose caídas históricas. Otro pilar fundamental que influyo en la crisis financiera de 2008 que se vivió por las “hipotecas subprime”, fueron los conocidos CDS (seguros de impago sin estar regulados). Todo ello provocaba un contagio incentivando el crash bursátil.
La morosidad e impago de las “hipotecas subprime” abocó a una mayor pérdida del valor de los activos respaldados por las mismas. Con toda esta transmisión de impagos y teniendo en cuenta la caída del precio de la vivienda en esta época, los bancos relacionados con el negocio inmobiliario no pudieron afrontar sus deudas ya que tenían activos sin valor alguno en el mercado vinculados a hipotecas incobrables y devaluadas.
El detonante fue las “hipotecas subprime”, y efecto dominó que provocó un desencadenamiento en la quiebra de distintas entidades y empresas relacionadas con estos instrumentos financieros, la mayor parte en EEUU y algunas de ellas en Europa. Entre las más conocidas se encuentran Freddie Mac, Fannie Mae, Bear Stearns, Lehman Brothers y AIG.
Muchas de las entidades y empresas que se vieron arrastradas a la quiebra, no todas pudieron ser rescatadas. El banco de inversiones estadounidense Bear Stearns, a punto de desplomarse en marzo de 2008, no fue formalmente rescatada pero sí adquirida por su rival JP Morgan Chase a 10 USD por acción (inicialmente se había pactado 2 USD por acción), con apoyo de la Reserva Federal que se comprometió a otorgarle financiación para los activos menos líquidos de Bear Stearns por un máximo de 30.000 millones de USD. Así mismo, la Fed rebajó los tipos de interés de la ventana descuento, a la que acuden los bancos cuando necesitan liquidez de forma urgente, desde el 3,5% al 3,25%.
Fannie Mae y Freddie Mac garantizaban o tenían casi la mitad de los préstamos hipotecarios del país, un total de algo más de 5 billones de USD, siendo así las dos mayores empresas hipotecarias de EEUU, por lo que en aquel momento estaban “heridas de muerte”. Por ello y ante la situación de default, el 9 de septiembre 2008 las autoridades financieras estadounidenses anunciaron la decisión de tomar el control de las mismas, suponiendo la mayor intervención gubernamental en el mercado privado en la historia de EEUU. El Tesoro se comprometió a comprar títulos preferentes senior por 1.000 millones de USD y podía inyectar hasta 100.000 millones de USD por entidad cuando fuera necesario equilibrar los balances. El cómputo final del coste para el contribuyente ascendió a 187.000 millones de USD (Fannie Mae 116.000 millones de USD y Freddie Mac 105.000 millones de USD).
Lehman Brothers era el cuarto banco de inversión de Estados Unidos, tenía 46.000 millones de USD en títulos hipotecarios y respaldados por activos. En esos momentos con una capacidad muy reducida de captación de fondos, con graves problemas en su balance y ante el fracaso de las negociaciones con las dos entidades que en un principio se perfilaban como posibles compradores, Bank of America y Barclays, se declaró en bancarrota el 14 de septiembre de 2008.
El 17 de septiembre de 2008 la Reserva Federal se ve obligada a evitar la quiebra de American International Group (AIG), inyectando a esta entidad aseguradora, la mayor del mundo, 85.000 millones de USD. Lo que significó que el gobierno asumiera el 79,9% del capital de la sociedad, haciéndose así con su control.
Las medidas político-económicas que Estados Unidos ha ido adoptando a lo largo de su evolución económica, las conocemos como QE /Quantitative Easing), que fueron diseñadas e implementadas por el sistema de la Reserva Federal, con la intención de controlar la tasa de desempleo y favorecer la actividad económica; debido a la explosión de la crisis hipotecaria en 2008.
Con motivo de poder controlar los niveles que afectan al sistema financiero del país, se aplican medidas en el mercado abierto, con financiación en el sector gobierno y en el sector privado. Todo ello, afectando sobre todo en la base monetaria.
Con la intervención de los QE, lo que la Reserva Federal pretendió fue incentivar la compra de activos financieros a agentes privados. Una decisión de flexibilidad cuantitativa se crean con la intención de generar dinero y ponerlo en circulación, facilitando el crédito a familias y empresas, ya que los bancos centrales crean dinero y lo usan para comprar determinados activos financieros como deuda pública a instituciones financieras.
Los periodos del QE se distribuyen de la siguiente manera:
1º QE – 1 desde enero 2009 a marzo de 2010
2º QE – 2 comprende el periodo entre noviembre de 2010 a junio de 2011
3º QE – 3 corresponde a septiembre de 2012 a octubre 2014
El primer QE, tuvo como objetivo básico rescatar al sistema financiero nacional, por medio de la compra de 500.000 millones de dólares en Mortgage-Backed Securities (MBS) a la banca. Seguidamente, se realizó una inyección de 100.000 millones más de dólares para poder rescatar a Fannie Mae y Freddie Mac, con las CDO (obligaciones de deuda hipotecaria).
Los incentivos al QE 1 fueron aumentando, y en marzo se amplió a la compra de 750.000 millones de dólares, y a la altura de finalización del QE ,1 el total fue de 1,45 billones de dólares en bonos hipotecarios.
El segundo periodo de QE 2, consistió en la inyección de 600.000 millones de dólares por medio de la compra de deuda pública de Estados Unidos, y puso punto y final en junio de 2011.
Entre dos periodos de QE, el QE 2 y el QE 3, surge el Twist, que se focalizaba en cajear bonos a largo plazo por corto plazo, valorados en 400.000 millones de dólares. El objetivo era incentivar la inversión y reducir las tasas de interés a largo plazo. Con esta medida la FED realizó compras de bonos con vencimientos entre 6 y 30 años.
La operación Twist surge en el periodo de gobierno de Ben Bernanke, presidente de la FED, él puso fecha de vigencia en junio de 2012, pero llegado el momento se amplió con una cantidad de 667.000 millones de dólares para finales de 2012.
Los intereses se situaron entre el 0% y el 0,25%, y esta operación representó un cambio estructural de la deuda, que aún se mantienen en 2015.
El tercer periodo de QE 3, se inicia en septiembre de 2012 con 400.000 millones de dólares y finalizó el año con una inyección de liquidez de 85.000 millones de dólares cada mes.
La tercera medida de flexibilización cuantitativa se estructuraba, por un lado, en comprar 40.000 mil millones de dólares mensuales de activos bancarios respaldados con hipotecas de alto riesgo y 45.000 mil millones de dólares en bonos del tesoro.
Hacia finales de 2013 la economía estadounidense mostraba resultados positivos, por lo que el Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal decidió que había las condiciones necesarias para llevar a cabo un ajuste en el manejo de su política monetaria. Por todo ello, se implementó una reducción en los importes de las inyecciones mensuales de liquidez, que se conoció como Tapering.
Estas reducciones iban de 10.000 millones de dólares mensuales, conllevando a que la inyección fuera de 75.000 millones de dólares a partir de enero de 2014. Sin duda, significó la compra mensual de activos por importe de 65.000 millones de dólares, dividido en 30.000 millones de dólares en valores respaldados por hipotecas y 35.000 millones en títulos del Tesoro estadounidense.
Todas estas medidas significaron una reanimación para los indicadores macroeconómicos de Estados Unidos, pero los datos positivos seguían resultando algo débiles, por lo que la Reserva Federal de Estados Unidos, decidió en 2013 retirar los estímulos monetarios, cosa que implicó la disminución gradual de las inyecciones de liquidez mensuales, cuando hablábamos del llamado “Tapering”.
Tras finalizar en octubre de 2014 los estímulos, pasa a presidir en la Reserva Federal, Janet Yellen, mano derecho de Ben Bernanke en 2010.
Los seis años de medidas de estímulos han evitado una crisis de deuda y una recuperación en el crecimiento, con reducciones en el paro por debajo del 6%; aportando una tranquilidad al sistema financiero estadounidense. Todo ello, fue un punto beneficioso para obtener máximos históricos en Bolsa. La teoría y la práctica llegan a contradecirse, pues en la teoría la inyección de liquidez supone un aumento de la inflación, pero en la práctica, la inflación oscilaba por debajo del 2%, cuando la media de los últimos 34 años se situaba en 3,1%.
Sin duda, el fin del QE supone ahora un reto para gestionar un balance del 25% del PIB de la economía de Estados Unidos, con una apreciación del dólar frente al euro. Finaliza un periodo de seis años de política expansiva y comienza un crecimiento económico.