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El pensamiento único tributario

por Laissez Faire Hace 9 años
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Aunque se haya convertido en un lugar común identificar al liberalismo con el pensamiento único dominante, lo cierto es que nuestra clase política se coaliga en torno al implacable consenso económico antiliberal. Si PP, PSOE y Podemos coinciden en algún punto, es en la acuciante necesidad de incrementar los impuestos.

Ninguno de ellos apuesta seriamente por reducir el gasto público y el tamaño del Estado para evitar expoliar con mayor fruición a los ciudadanos: al contrario, todos ellos coinciden en la necesidad de subir los impuestos a los españoles para agrandar el tamaño del Estado. Y todos ellos recurren, además, a los más variopintos subterfugios para engañar a la población ocultando sus auténticas intenciones.

La semana pasada, el ministro de Hacienda y saqueador mayor del Reino, Cristóbal Montoro, prometió a los autónomos que iba a mejorar el tratamiento fiscal que se les había prometido para 2015. En concreto, las retenciones que padecerán los autónomos sobre sus rendimientos netos pasarán del actual 21% al 19% en 2015 y al 18% en 2016 (frente al 20% y 19% anunciado al comienzo de la reforma fiscal). Al parecer, por tanto, el vampirismo montoril se había contenido para permitir respirar a sus asfixiados autónomos.

Pero hete aquí que el ministro saqueador jamás da puntada que no envuelva hilo alrededor del cuello del contribuyente: al tiempo que Montoro rebajaba las retenciones, también suprimía la deducción del 20% sobre los rendimientos netos de la que se beneficiaban aquellas pymes y autónomos que mantuvieran o incrementaran empleo durante el último año. Noten la crucial diferencia: Hacienda rebaja una retención (algo que no supone una rebaja final de impuestos, sino un simple diferimiento de su pago al momento de la liquidación) y, simultáneamente, elimina una importante deducción del impuesto (lo que sí supone un incremento final del gravamen). Saldo de la operación popular de derribo del autónomo: su tributación sube, no baja. Pero la propaganda montoril reza lo contrario.

Análogas trampas a las planteadas esta misma semana por Pedro Sánchez: el secretario general del mismo partido que abolió en España el Impuesto de Patrimonio alegando que su recaudación era exigua (apenas 1.600 millones de euros en 2006) pretende ahora crear un impuesto sobre la riqueza que contribuya a equilibrar las enormemente desequilibradas cuentas públicas españolas.

Es decir, Pedro Sánchez espera equilibrar un déficit superior a 60.000 millones de euros con una recaudación de alrededor de 2.000 millones. En realidad, no es tan ingenuo: los impuestos a los ricos son una mera treta propagandística para justificar los impuestos que verdaderamente le proporcionan al Estado la recaudación que necesita, a saber, la recaudación procedente de las clases medias. Son, en suma, un anestésico dirigido a aplacar las iras del ciudadano medio ante los gravosos impuestos que padece imaginándose que, al menos, los ricos pagan más que él y que, por tanto, en última instancia sale beneficiado del expolio redistributivo.

Treta propagandística, por cierto, empleada regularmente por Podemos. La formación de Pablo Iglesias promete disparar el gasto público dentro de España (pese a que éste sigue en niveles burbujísticos) subiéndoles los impuestos a los ricos hasta equipararnos con Europa. La trampa, claro está, es que para equipararnos con Europa no hemos de incrementar los impuestos especialmente a los ricos, sino, de nuevo, a las clases medias. A la postre, el mayor diferencial de recaudación que mantenemos con Europa no se halla en los impuestos directos, sino en los indirectos: por consiguiente, para alcanzar la media de presión fiscal europea necesitamos, sí, subir todavía más el IVA y los Especiales; impuestos que, como es ampliamente sabido, sólo pagan los ricos.

Al final, pues, las mentiras de PP, PSOE y Podemos nos conducen a un mismo lugar: todos ellos desean incrementar el poder del Estado que todos ellos ambicionan a controlar y, para lograrlo, deben rapiñar los recursos allí donde verdaderamente se hallan, esto es, en las rentas percibidas por la inmensa mayoría de la sociedad española.

La alternativa al pensamiento único tributario -ese que nos ha conducido a una sociedad sin margen real para ahorrar y para alcanzar unos niveles de autonomía financiera que le permitan ser dueña de su propio destino- no es seguir instalados en el pensamiento único tributario, sino una verdadera revolución fiscal: una revolución fiscal que adelgace nuestro mastodóntico Estado para alimentar paralelamente nuestra anoréxica y depauperada sociedad civil. Ni PP, ni PSOE, ni Podemos plantearán jamás semejante alternativa: en materia fiscal son parte de la misma casta.


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