image

El Capitán Barbatriste y los Tercios de Flandes

por Vindicator Hace 10 años
Valoración: image4.00
Tu Valoración:
* * * * *

El origen de la ruleta rusa se remonta a la Primera Guerra Mundial, y parece ser que se jugaba entre los oficiales rusos del frente de Rumanía, en torno a 1917, cuando veían que perdían tanto la guerra como su prestigio y hacienda. Dejaban al destino el seguir o no viviendo. Este juego, en sus muy diversas formas, ha evolucionado a lo largo del tiempo hasta pasar a ser un dicho bastante conocido y con diversos significados.

 

Pues bien, en Europa, llevamos asistiendo varios años a un esperpéntico drama en el que hay varios mandatarios jugando a ponerse una pistola en la sien, y probar a ver si hay suerte y esta vez no les toca cuando aprieten el gatillo. Sin embargo, las reglas del juego no son en este caso las de la famosa película de Michael Cimino. Ahora, cuando le llega el turno a algún país del arco mediterráneo, aprieta el gatillo, y si hay suerte y sigue en la mesa, respira hondo y hace una reverencia a Alemania. Y en estas, le llega el turno a España, y hacemos lo que hacía De Niro en la película, metemos tres balas en vez de una en el tambor, y nos ponemos a disparar, pero en vez de lo que ocurría en la película, esta vez lo hacemos a nosotros mismos.

 

La verdad es que no es la primera vez que esto le ocurre a España. En el siglo XVII, los absolutistas austríacos Habsburgo se dedicaron a esquilmar tanto España como América, tanto en hombres que iban a sus tercios, como en el oro y plata que venía del Nuevo Mundo, y que iba directamente de los barcos que llegaban a Sevilla hasta las cuentas de los banqueros alemanes que financiaban a los reyes españoles sus guerras de religión.

 

Los tercios españoles, a pesar de su heroísmo, fueron sacrificados unos tras otros luchando contra los flamencos en los frentes de Flandes, y cuando se perdieron las guerras europeas, se inició una caída sin prisa pero sin pausa que acabó con el desastre del noventa y ocho. Para los que creemos que la historia se repite, aunque sea con matices, lo acaecido en nuestro país en los siglos XVII y  XIX puede tener sus símiles en el siglo XXI.

 

A los españoles se nos ha formado en tercios, y como no tenemos armamento se nos ha lanzado en oleadas, indefensos, frente a la inexpugnable fortaleza de Bruselas (Flandes, siempre Flandes), asumiendo que el sacrificio es una virtud inherente a los tercios españoles, y que siempre se tendrá a los caídos en el recuerdo patrio; aunque sean seis millones de hombres y mujeres a los que se priva de esperanza y autoestima, y de una generación de jóvenes perdida para siempre.

 

Mientras, los otrora aristócratas y grandes de España, han mutado en estos cuatrocientos años, y ahora son políticos, consejeros, altos cargos de la Administración, gente de los partidos, sindicalistas, presidentes y directores de cajas de ahorros, etc. Y como ocurría hace cuatrocientos años, estas personas no salen de las empalizadas. Se limitan a asistir al triste espectáculo de ver cómo van cayendo compañías enteras de los tercios formados. Y en paralelo, y si se puede, pues se llevan un porcentaje de los suministros a las tropas, que valerosamente se baten tirando piedras mientras reciben fuego graneado de las bombardas flamencas. Al fin y al cabo, los bonus millonarios se pueden firmar de ti para mí y de mí para ti, y como todo es legal, y los políticos no promulgan nuevas leyes que lo impidan, pues a seguir en el machito. ¿Alguien me puede explicar por qué la presidenta de la Sareb tiene que cobrar 500.000 € de sueldo cuando el presidente del Gobierno cobra 78.000 €?

 

Pero al Gobierno, le gusta jugar a la ruleta rusa, así que todo el dinero que se consigue en los mercados, se dirige a salvar cajas de ahorros, como hace cuatro siglos toda la plata y el oro iban a parar a pagar intereses a los banqueros alemanes. Da lo mismo que no paren de caer empresas y autónomos, y que el paro esté llegando a niveles no de recesión, sino de depresión. Sólo hay dinero para reflotar entidades financieras que no necesitamos, y de las que podríamos prescindir, porque hay otras muchas entidades que pueden hacer esa función.

 

La reforma financiera que se ha hecho en varias fases, sólo se ha preocupado de que se provisione el “ladrillo”. Pero una provisión no es otra cosa que un asiento contable. Con eso no se arregla el sistema financiero y mucho menos la Economía, que está sufriendo una pulmonía doble ante la sequía de crédito, y para cuya enfermedad el Gobierno sólo receta un par de aspirinas.

 

La inacción del Gobierno en materia financiera está dejando el país sin la savia necesaria para su desarrollo, olvidándose completamente de los ciudadanos, abandonados a su suerte por unos dirigentes políticos que sólo piensan en mantener un “status quo” que sólo a ellos beneficia. Ello nos recuerda a los sufridos tercios avanzando pesadamente colina arriba siguiendo las órdenes de su capitán, mientras les barrían los ejércitos flamencos.

 

Por cierto, creo que he cometido algún error de escritura en el título de este artículo al utilizar un personaje del escritor Arturo Pérez-Reverte. Pero, parafraseando al siempre genial Charles Chaplin, cualquier parecido entre un capitán de los tercios de Flandes y un presidente constitucional es pura coincidencia.


Compartir en Facebook Compartir en Tweeter Compartir en Meneame Compartir en Google+