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¡Qué fácil parecía la bolsa cuando empecé a trabajar en los mercados!

por Carlos Montero Hace 5 años
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Cuando empecé a trabajar en los mercados financieros, como operador bursátil en una antigua agencia de valores española, el jefe de operaciones de aquel entonces me dijo algo que me ha acompañado durante toda mi vida profesional: “El éxito en los mercados se basa fundamentalmente en aprovechar las ineficiencias del corto plazo, a la espera de que se corrijan en el medio/largo plazo” 

La teoría nos dice que toda la información pública ya ha sido incorporada a los precios de las acciones, por lo que carece de relevancia operativa. Ahora bien, en determinadas circunstancias los mercados no son eficientes a la hora de incorporar esa información, y eso es lo que lleva a infra/sobrevaloraciones de las acciones en el corto plazo. El éxito de un inversor es detectar esos desajustes, y tomar posiciones a la espera de que vuelvan en el medio/largo plazo al equilibrio. Parece simple, pero creánme, no lo es. 

En la renta variable, lo que se descuenta es la capacidad de las empresas cotizadas de generar beneficios. Cuando los negocios tienen flujos de caja previsibles es fácil obtener los precios objetivos de las compañías. Simplemente se valoran a la actualidad esos flujos de caja futuros teniendo en cuenta las tasas libres de riesgo. Las variables son más o menos controlables. 

Cuando los flujos de caja tienen un alto componente cíclico, las valoraciones de las compañías no son tan fáciles. Depende en gran medida de factores externos al buen hacer de la compañía, como por ejemplo, la evolución económica. Es por esto que es tan importante los datos macroeconómicos para las tendencias a largo plazo de las bolsas. Para el corto plazo hay otros factores que son más determinantes. Para el largo las cotizaciones de las empresas suben si consiguen beneficios, y consiguen beneficios si la economía va bien. Así de simple. 

Nicolás López de M&G A.V. señalaba en un reciente informe: 

“A principios de 2017 las previsiones medias de los economistas recopiladas por Bloomberg estimaban un crecimiento del PIB de la Eurozona del 1,60% en 2018 y del 1,40% en 2019. A mediados de 2017 entramos en un período de aceleración del crecimiento y las previsiones se fueron revisando al alza de forma consistente. En abril de 2018 los crecimientos esperados eran del 2,40% en 2018 y del 2,00% en 2019. A partir de ahí se produce un punto de inflexión y las previsiones empiezan a revisarse a la baja. Actualmente las previsiones apuntan a un crecimiento del 1,90% en 2018 y del 1,60% en 2019, más o menos las que había al iniciarse el año.  

Visto en perspectiva puede decirse que hemos pasado una breve fase en la que la economía europea ha mantenido unas tasas de crecimiento bastante elevadas -claramente por encima de su potencial a largo plazo- a una vuelta a la normalidad del ritmo de crecimiento sostenible que cabe esperar en la eurozona. El temor en los mercados ahora es que esta desaceleración no se pare aquí y la economía entre en un parón más intenso.  

No lo vemos probable, pero es posible que las dudas en los mercados no desaparezcan hasta que las previsiones de crecimiento se estabilicen y permitan confiar en un escenario de crecimiento para los próximos años. “ 

Es decir, hasta que los inversores no tengan claro hacia dónde va la economía, no van a comprar bolsa de forma sostenida, como no podía ser de otra manera. 


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