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Acercándonos al rescate de Monte dei Paschi

por Ismael de la Cruz Hace 7 años
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Las acciones de Monte dei Paschi fueron ayer suspendidas por las nuevas preocupaciones y temores acerca de su liquidez. Y es que se habla que terminaría con los 10.600 millones de euros de liquidez en tan sólo cuatro meses, cuando antes se creía que duraría casi un año (once meses).

Y para colmo de males, termina el plazo para la conversión voluntaria de bonos por acciones, donde se esperaba capitalizar deuda entre 1.800-2.000 millones de euros, aunque hacen falta 5.000 millones de euros. Pero es que resulta que se está comentando que todo ha sido un fracaso, que seguramente sólo hayan captado unos 500 millones de euros.

Como resultado de ello, ayer sus acciones cayeron con fuerza y hoy comenzó la sesión bajando casi un 7%

La entidad anunció esta semana una emisión de acciones y volvió a ofrecer a sus bonistas un canje de deuda junior por acciones con el fin de aumentar su colchón de capital, pero las cosas no están saliendo como esperaban y deseaban.

La idea es que la entidad será nacionalizada al no poder conseguir el capital requerido para su saneamiento, de manera que todo apunta a un inevitable rescate estatal, algo positivo para el banco, pero otra cosa es si será acorde a la normativa de la UE.

Y es que la única solución tendría un efecto no deseado: pérdidas para los accionistas y para los bonistas del banco, es decir, para muchos italianos, particulares. Una medida impopular, que tendría un amplio desgaste político.

La legislación de la Unión Europea establece que las entidades bancarias deben imponer primero pérdidas a los bonistas y accionistas y sólo después pueden recibir dinero público (cerca de 30.000 millones de euros en bonos junior de los bancos están en manos de inversores particulares).

Esta normativa pretende impedir que los Gobiernos utilicen el dinero de los contribuyentes para ayudar a los bancos con problemas financieros. Si no se cumple la norma jurídica que es muy clara al respecto, la Comisión Europea podría llevar a Italia ante el Tribunal Europeo de Justicia y obligarle a devolver la ayuda estatal que hubiera dado al banco.

El problema es que gran parte de la deuda junior que se cancelaría está en manos de particulares italianos, no en vano Monte dei Paschi vendió 2.100 millones de euros en deuda junior a sus clientes como producto de ahorro, imaginen si ahora pierden casi todo el dinero (la legislación de la UE establece que el 8% del pasivo debe cancelarse antes de poder inyectarse dinero público en un banco).

De todas formas, el hecho de rescatar a Monte dei Paschi no va a poner punto y final a la crisis de los bancos italianos, entre otras razones porque la presunta intervención pública irá destinada únicamente a salvar a unos bancos en concreto, no al sector en general, el cual se describe por sí mismo con los siguientes datos:

El sector cuenta con una cartera de 360.000 millones de euros en activos tóxicos.
El 16% de los préstamos son morosos (en la UE la media es tres veces menor).
La economía del país no levanta el vuelo y se espera que crezca por debajo del 1% en los próximos años.
El margen de intermediación de los bancos se ha reducido drásticamente.
Los ingresos originados por la actividad crediticia se derrumban.

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De momento, el sector bancario europeo está en calma, no se ha puesto nervioso. Si miran el siguiente gráfico que es el índice sectorial bancario europeo, pueden ver que la tendencia alcista que comenzó el pasado mes de junio sigue vigente, que al llegar al primer objetivo de la subida en octubre (nivel Fibonacci) descansó durante cuatro semanas, que en diciembre llegó al segundo objetivo de la subida (nivel Fibonacci) y lleva por el momento tres semanas descansando.

Por tanto, la idea es que el tema de Monte dei Paschi es negativo en sí mismo para el sector bancario del Viejo Continente y para las Bolsas, pero que el rescate público solventaría el problema de la entidad, por lo que los inversores están relativamente tranquilos, de ahí que no estemos asistiendo a un exceso de volatilidad ni temores.


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