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Se está larvando una crisis que dejará a la de 2008 como un juego de niños

por Carlos Montero Hace 5 años
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“La confrontación comercial es una preocupación que ha podido caer en el olvido”, afirmaba ayer Miachael Arone, estratega jefe de State Street Global Advisors. Cuando leí esta afirmación tuve el impulso de preguntar a algunos amigos gestores financieros a ver si era cierto lo del “olvido”, y el resumen es que aunque no se ha olvidado, es una incertidumbre que ya se ha incorporado al mercado, y que a no ser que las medidas que se adopten vayan mucho más allá de las anunciadas, no tendrá un efecto duradero en las bolsas. 

“¿Entonces todo bien para seguir subiendo”, le pregunté a un gestor de fondos en un banco estadounidense. Su respuesta fue: “Pues sí y no. Los resultados empresariales de este trimestre serán muy positivos y deberían apoyar nuevas alzas en las bolsas. Ahora bien, la incertidumbre comercial no es la única que sobrevuela por el mercado. Échale un vistazo a la deuda corporativa, eso sí que es preocupante”.

Le hice caso y descubrí este interesante artículo del economista Guillermo Barba, al que hago referencia en estas páginas periódicamente, que comentaba un análisis publicado en Gold Telegraph. Veamos:

Mientras los medios de comunicación tradicionales y los analistas se enfocan en los efectos que puede desencadenar la guerra comercial iniciada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hay una nueva crisis que se está gestando y, como ocurrió en 2008, sólo pondrán atención cuando ya haya estallado.

Si hace diez años reventó la burbuja de activos respaldados en hipotecas basura, ahora será la crisis de deuda corporativa, patrocinada por los bancos centrales y sus ciclos de tasas de interés bajas, de acuerdo con un reporte del Gold Telegraph publicado el 5 de julio.

“Dos billones de dólares en deuda corporativa se vencerán anualmente hasta el 2022. Una cantidad considerable de esta deuda puede incumplirse, causado por los bancos centrales y su política de crédito fácil, y es poco lo que se puede hacer en este punto para detener la marea”, indica el informe y reprocha que las instituciones, a excepción del Banco Internacional de Pagos (BIS) han guardado silencio sobre el problema.

La institución con sede en Basilea, Suiza, y que dirige Agustín Carstens, informó recientemente que la deuda global de 2008 fue de 60 billones de dólares, pequeña en comparación con la deuda actual de 170 billones. Para empeorar las cosas, la deuda global de hoy es 40 por ciento más alta en relación con el PIB de lo que era en 2008, justo antes de la caída del banco Lehman Brothers.

Este artículo, firmado por Alex Deluce, indica que las empresas, inundadas por dinero barato, se dedican ahora a recomprar sus acciones para tener ganancias a corto plazo y pagar dividendos a sus accionistas.

“Las corporaciones solían invertir en equipos, productos y servicios innovadores para generar crecimiento y ganancias (…) ahora las empresas se nutren de deuda y se centran en sus resultados. Esta es una mala posición durante cualquier tipo de cambio económico o cuando las tasas de interés suben. Cuando llegue el momento, se espera una gran cantidad de incumplimientos, lo que causará un renovado estrés económico”, alerta el Gold Telegraph.

Además, la deuda del hogar y del gobierno se encuentra en un nivel récord y, con el recorte de impuestos en Estados Unidos, se espera que el déficit federal exceda el 1 billón de dólares el próximo año. Esto se suma a los 20 billones de deuda ya existente, reporta el sitio.

Esto, recordemos, se está dando en un ambiente en el que ahora los tipos de interés van al alza, lo que vuelve cada vez más pesada la carga de la deuda.

Las señales de alerta son innegables y las consecuencias pueden hacer ver la crisis de 2008 como un juego de niños, y a la guerra comercial como simples fuegos artificiales.


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