El fin de semana en su popular blog Acting Man, Pater Tenebrarum publicó un artículo sobre las dificultades económicas que comienzan a padecer las marcas de lujo en China. La relevancia de esa situación, sin embargo, es global. Comúnmente, cada vez que el sector de lujo comienza a flaquear es señal de una desaceleración económica mayúscula.
Un amigo de Tenebrarum le envió un email para contarle que en Hong Kong (HK) las rentas de espacios para tiendas minoristas se han vuelto tan altas, que ya no pueden ser pagadas incluso por las marcas de lujo. Este además es otro síntoma de la burbuja en que se encuentra el sector inmobiliario.
Asimismo, el portal del diario The Standard de HK reporta que las ventas de joyería, relojes, etc. fueron el sector minorista que tuvo las peores caídas al acumular 10 meses consecutivos a la baja, que en junio fue del 10 por ciento respecto al mismo mes del año anterior. Esto ocurrió a pesar de los intentos de algunas firmas como Prada, de componer la situación bajando los precios. Los ingresos de la francesa Louis Vuitton también bajaron 10 por ciento, mientras que la británica Burberry dijo que podría reducir su número de tiendas en esta Región Administrativa Especial, que le representa el 10 por ciento de sus ventas totales. Ello luego de sufrir también un derrumbe de dos dígitos en estas.
Según el mismo medio, Kering –propietaria de Gucci-, dijo que consideraría cerrar sus tiendas en Macao y HK si las rentas continúan tan elevadas.
Tenebrarum subraya que no es que los chinos ya no tengan dinero para este tipo de bienes, sino que considera que no quieren ser vistos con ellos. Explica que por lo general, esto sucede cuando se acerca o se está ya, en una crisis económica muy severa, una que por cierto, las autoridades de Beijing insisten en querer disfrazar manipulando las cifras de crecimiento del PIB y tratando de reinflar su burbuja bursátil.
Del mismo modo, señala que la campaña contra la corrupción que se está llevando a cabo en el país asiático, también está abonando a la reticencia a ostentar artículos de lujo. Considera que este “ánimo social” es responsable de la salida de capitales y de la renuencia de los negocios a invertir. Todo esto –sentencia el bloguero-, indica “que toda la sociedad de China está cada vez más infestada con una perspectiva bajista.”
No obstante, no solo en China comienza a imperar este sentimiento. En junio el Washington Post publicó en su nota “Why Louis Vuitton, Gucci and Prada are in trouble” (Por qué Louis Vuitton, Gucci y Prada están en problemas) una declaración de Johann Rupert, ejecutivo de Richemont –propietaria de Cartier y otras marcas de lujo-, con la que podemos equiparar la situación de China a la estadounidense. Rupert dijo “Esto es realmente lo que me mantiene despierto en la noche (…) porque la gente con dinero no querrá mostrarlo. Si los padres del mejor amigo de tu hijo quedan desempleados, no quieres comprar un carro o algo vistoso”.
La conclusión de Tenebrarum es que esta señal que aparece fuera de los reflectores es una luz amarilla para la economía, las bolsas y otros activos de riesgo a escala global.
México por supuesto no es la excepción. Debido a ello, el optimismo que aún impera por el crecimiento del sector de lujo esperado para este año, podría durar muy poco.
Las señales amarillas que se siguen acumulando en el mundo no cesan, y tarde o temprano, las alertas serán rojas. Una nueva recesión y crisis de grandes dimensiones se está cocinando. Quien se diga sorprendido, es porque no quiso ver.