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¿Por qué complicarse la vida con los problemas del país, cuando la solución más simple es solucionarlos?

por Vindicator Hace 10 años
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Se cumplen por estas fechas cincuenta años desde que el dibujante Quino obsequió al mundo con la tiras de su personaje Mafalda, y nuestro Forges empezó a publicar sus primeros chistes, aquellos en los que los protagonistas se llamaban “Romerales” o “Mariano” (premonitorio). Corrían los años sesenta, triunfaban los Beatles, se recrudecía la guerra de Vietnam, y aquí en España estábamos en pleno desarrollismo, celebrando los “Veinticinco Años de Paz” con Manuel Fraga de flamante Ministro de Información y Turismo del Régimen (¿os acordáis cuando salía en televisión en Aula Magna?), y económicamente se estaban recogiendo los frutos del Plan de Estabilización de Ullastres, que sí, era del Opus, pero por lo menos sabía de Economía, y los niños aprendían cosas en las escuelas (todavía no se había promulgado la LOGSE, y se enseñaba algo más que a pegar la cartulina roja encima de la verde).

Una de las amiguitas de Mafalda, Libertad, en una de las tiras firmaba el título del presente artículo, a la vez que otro de sus amigos, Manolito, afirmaba que “el negocio es el negocio, pero los amigos son los amigos”, o que “nadie puede amasar una fortuna sin hacer harina a los demás”. Premonitorio Quino. La verdad es que en estos cincuenta años no han cambiado mucho las cosas. Nuestro Presidente del Gobierno por ejemplo, podría acuñar una de las frases de las famosas tiras: “Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo Importante.”

A veces, se vive tanto el día a día, escuchando los consejos de nuestra principal asesora, Frau Merkel, que no nos paramos a pensar qué es lo verdaderamente importante, o lo que es lo mismo, cuáles serán las consecuencias de lo que estamos haciendo. Por ejemplo, ya sabemos que la Deuda Pública y los sistemáticos incumplimientos de los objetivos de déficit nos van a traer por la calle de la amargura en los próximos años. De hecho, yo no descarto que en el segundo semestre de 2015 o el primer semestre de 2016 como muy tarde, la presión de la Deuda Pública, en torno al 115/120% del PIB, colapse los mercados de deuda pública y haya que hacer una “quita a la griega”, con todo lo que ello significa.

Sin embargo, se sigue permitiendo que los bancos españoles inviertan lo que tienen y lo que no tienen en Deuda Pública española, al igual que antes de la crisis se les permitía que dieran todos los créditos inmobiliarios que les apeteciera. Al fin y al cabo, como al final pagamos siempre los mismos. Pero no nos damos cuenta del enorme riesgo que estamos asumiendo como país, desde el momento en que los bancos españoles tienen 250.000 millones de euros en Deuda Pública española, y la “hucha” de la Seguridad Social tiene el 97% de su patrimonio invertido también en Deuda Pública española. El primer axioma de la inversión, que se basa en una diversificación adecuada, se obvia con el afán de dar la imagen de que nuestra Deuda tiene una baja prima de riesgo.

Sí, ya sé que Don Mariano se quejará de que siempre soy muy pesimista, y que, siguiendo a Miguelito, uno de los amiguitos de Mafalda, podríamos asumir en su nombre que “es inútil, nadie parece darse cuenta espontáneamente que soy un buen tipo”. Y a lo mejor tiene razón, pero el mundo está lleno de personas que creyeron estar haciendo lo correcto y sin embargo estaban equivocados. Si se produjera una quita del 40% en la Deuda Pública española, los bancos españoles perderían 100.000 millones de euros (es decir, quebrarían) y la Seguridad Social se quedaría tiritando, pasando de 53.000 a 32.000 millones de euros, y eso si no tiene que seguir tirando el Gobierno de dinero para pagar el déficit permanente que tenemos los últimos años.

¿No sería el momento de que se aprovechara la bonanza de los mercados para soltar lastre y que los bancos vendieran una parte significativa de su cartera de Deuda Pública con plusvalías, y que dedicaran ese dinero a prestar a familias y a empresas? ¿No sería el momento de que los gestores del Fondo de Reserva de la Seguridad Social diversificaran las inversiones evitando tenerlo todo concentrado en un activo de riesgo creciente como es la Deuda Pública española?

Bueno, como decía Felipe (otro de los amigos de Mafalda, no saquemos las cosas de contexto), “¿Por qué justo a mí tenía que tocarme ser yo?”. Y es que ser número uno es muy difícil; se puede ser número dos, y tiene mérito haberlo sido, pero número uno ya es otra cosa. A veces es preciso subir a la colina y divisar el bosque en toda su extensión, en lugar de ir mirando árbol a árbol según se nos indica desde un puesto avanzado en la Selva Negra.

Me gustaría cerrar este artículo con otra de las afirmaciones de Mafalda, con la cual no estoy de acuerdo: “No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Lo que pasaba era que los que estaban peor, todavía no se habían dado cuenta”. Creo que con la deriva que lleva nuestra Economía, tuvo su mejor momento en el pasado, y que el momento actual no es peor que lo que nos espera en el horizonte. Si se produce el “crack” de la Deuda Pública, el legado del presente Gobierno será peor que el del Sr. Rodríguez Zapatero, lo cual a priori parecía imposible.


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