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Entre la Emoción y la Razón: ¿Quién no tuvo alguna vez un Unicornio Azul?

por Mark Davies Hace 8 años
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Escribir y leer con el corazón es encontrar lo implícito detrás de la obviedad de lo explícito, nada es enteramente literal……………..

Tiempo atrás, una persona muy querida me sorprendió al decir: “vivir es tan fácil como hacer una torta”. ¡GUAU! exclamé, “estoy en el horno, ¡no sé cocinar!”. A pesar del paso del tiempo, sigo en conflicto con semejante afirmación y me pregunto: ¿entonces, por qué nos equivocamos tanto, tan difícil será hacer una torta? Claramente, hoy desperté con ganas de escribir con el corazón más que con la razón. Tanto QE y tanto simio crónicamente bullish sencillamente me aburrió, si bien este artículo de hoy como suelo hacer, relaciona al unicornio azul de Silvio Rodríguez con la razón y la emoción ambos, ineludibles ingredientes de los mercados financieros y en sintonía fina con la brillantéz de Kahneman y Tversky, precursores ilustres de behavioral finance. Cada día me convenzo más de la poca racionalidad en los mercados y lo sumamente relevante que la psicología y la emoción son para el pricing de activos financieros, en clara oposición al CAPM de William Sharpe. Este tweet mío del viernes último resume mi cansancio de lo que hoy son los mercados financieros: “Deuda Griega: ¿Cómo se dirá tengo las bolas llenas en griego?”…….

Muchos de los que leen este blog son demasiado jóvenes para haber apreciado a la trova cubana. Cuando era chico solía escuchar a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. Una de sus canciones me llega muy especialmente: "Mi Unicornio Azul", no existe ninguna otra que se le acerque al impacto que ésta genera en mí y hoy se me ocurrió metaforizar sobre ella. Me contaron que Silvio Rodríguez le escribió esta canción a su lapicera. Un día su inspiración se había ido y precisamente esa falta de inspiración motivó esta canción que me acompaña desde hace 30 años y que escucho en esos días de unicornios que me permito tener de vez en cuando.

Mi unicornio azul ayer se me perdió,

 y puede parecer acaso una obsesión,

pero no tengo más que un unicornio azul,

 y aunque tuviera dos, yo sólo quiero aquel,

cualquier información la pagaré,

mi unicornio azul, se me ha perdido ayer, se fue……..

Quizá, simplemente el unicornio azul de Silvio Rodríguez no fue concebido para perdonar. Probablemente, hay mil instancias en donde cada uno de nosotros enfrentó un día de unicornios, de esos días en donde la emoción domina a la razón y en donde uno se permite ser más reflexivo, más humano, bajándonos de la moto en la que solemos vivir todo el tiempo y sacándonos de encima al personaje que nos protege cotidianamente. Un hijo te saluda desde el cielo: ¿no es ese un día de unicornios? La salud de un ser querido está en dudas: ¿no es ese un día de unicornios? Perder el afecto de alguien para siempre y preguntarte por qué: ¿no es ese un día de unicornios? Cruzaste un océano y paradójicamente generaste un abismo de distancia: ¿no es ese un día de unicornios? Le pediste una mano a la persona en la que más confiabas y no te la dio: ¿no es ese un día de unicornios? Intentaste mover el Éverest para acercarte y no bastó: ¿no es ese un día de unicornios? Nunca aprendiste bien la receta de la torta y te preguntas cómo pudiste haber sido tan tarado: ¿no es ese un día de unicornios? ¿Será que cada unicornio azul se va para siempre y no vuelve más, como dice la canción? 

Y para los que piensan: ¿se está volviendo loco Sherman? Mi respuesta es terminantemente ¡NO y SÍ! A veces, me pregunto si no estaré mutando de economista a pésimo escritor y si es así: welcome. Simplemente, ando con ganas de tomarme el tiempo que nunca dediqué para reflexionar sobre cosas mucho más trascendentes que la política monetaria, quizá me lean más, quizá menos, sencillamente me importa un cazzo y lo digo con todo respeto; probablemente siga con esta línea de escritura con la que cada vez me siento más cómodo. Y by the way, el que escribe esta nota es Germán, no Sherman.

¿Tradearon alguna vez en un día de unicornios? Permitirse ser humano de vez en cuando, permitir que lo emocional domine a la razón creo yo, es la esencia que aprendí de esta canción y los que me vienen leyendo seguramente habrán notado que suelo ser un monstruo sumamente intenso, demasiado cerebral, exageradamente técnico, embolantemente matemático, hasta diría, sub-óptimamente racional, y por lo tanto, me cuesta entrar en este terreno muy poco transitado e incómodo para mí “de lo emocional” que me estoy permitiendo. Ser tan racional me costó y mucho, ya es tiempo de pegar un volantazo big time, pero cuando transito esta nueva sintonía, mi forma de tradear es totalmente distinta (sisí, los días de unicornios también tradeo), es mucho más irresponsable, mucho más intuitiva, mucho más sharp, descartando totalmente mi forma paramétrica de concebir el universo y generando por lo tanto, una versión más relajada de operar y hasta diría, más rentable.

Maybe and only maybe, la moraleja de esto es que así como esta existencia complicada que vivimos está llena de unicornios, también de vez en cuando, te golpea la puerta inesperadamente un café irlandés con mucha canela y cognac, que te concede un respiro y le vuelve a dar un sabor distinto a tu vida, aunque indefectiblemente y con mucho miedo te preguntes: ¿terminará este café irlandés convirtiéndose en otro unicornio más?, ¿y si por intentar esta vez, hacerlo todo bien, terminás nuevamente haciéndolo todo mal? ¿será que todavía no aprendiste la receta de la torta? Quizá y sólo quizá, para cada unicornio azul aparece finalmente un café irlandés que nos permite navegar cada ventana de alegría que nos da la vida naked and unhedged, preponderando a la emoción por sobre la razón. Seguramente, esta nota y las últimas son el fruto de ese siempre presente café irlandés pero también quizá, de un unicornio perdido que ya no está, o quizá sí, que se yo. La canela irlandesa definitivamente ha humanizado mis últimos artículos y le ha dado luz a más de un sábado gris, gracias por estar siempre ahí café irlandés, me sorprendiste, no te esperaba, sigo preguntándome de qué nube te trajeron, y por sobre todo, no te vayas, me estoy acostumbrando a vos too much. Me prometo que seguiré en mi firme cruzada personal de aprender cómo hacer una torta sin equivocarme esta vez, por ahí el secreto estaba simplemente en usar canela y cognac, ¿me estará finalmente cayendo la ficha? Y como al comienzo, escribir y leer con el corazón es encontrar lo implícito detrás de la obviedad de lo explícito, espero hayan leído esta nota con ese espíritu porque así la escribí yo, nada es enteramente literal. Firmado: Germán, no Sherman.

 

Germán Fermo, Ph.D.
Director, MacroFinance

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