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¿Por qué las bolsas no acaban de convertirse en el activo preferido de los inversores?

por José Luis Martínez Campuzano Portavoz Asociación Española de Banca Hace 9 años
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¿Qué cómo ha sido el mes de enero para los mercados? Con mucho gusto (también a disgusto por los propios datos) les hago un resumen:* El índice USD se ha revalorizado un 5 % en el mes*  Pero el S&P ha perdido un 2.7 % de su valor (el Dow algo más hasta un 3.6 %) * ¿Y el resto de las bolsas? Depende: el Nikkei ha subido un 1.3 %, cuando el Dax ha ganado un 8 %* La renta fija vuelve a dar beneficios: caída de 0.2 puntos en el 2 años del treasury, cuando el descenso del 10 años ha sido de medio punto en el mes* El petróleo se deja un 11 % de su precio en enero*  El precio del oro al alza un 8 %¿Esperaban quizás algo diferente a finales del año pasado? Sí, no es una señal muy halagüeña que en enero tengamos a la deuda (con tipos de interés bajos, muy bajos considerándolos en términos nominales y reales) y al oro como los grandes vencedores del primer mes del año. Cautela y miedo: he aquí lo que inspira a muchos inversores. También, naturalmente, la confianza (en estos tiempos la confianza tiene mucho valor) en la gestión de los bancos centrales. En nuestro caso, del ECB.

¿Y la economía? ¿por qué las bolsas no acaban de convertirse en el activo preferido de los inversores? ¿se imaginan el traspase de dinero que se produciría desde la renta fija? Algo tan sencillo de argumentar, con todo el sentido, pero que por el momento está muy lujos de suceder. Vean por ejemplo el caso del Ibex: la mejor economía europea en términos de crecimiento y con el índice clavado en los niveles de hace un año. ¿Por qué? . De nuevo podríamos hablar del miedo y cautela de los inversores. Y es que las bolsas no se comportan de forma positiva cuando los inversores se vuelven prudentes, ven el futuro bajo demasiada incertidumbre, también sobre la propia inflación, al mismo tiempo que los precios no son precisamente bajos.

Además, en esta ocasión a diferencia de lo que hemos vivido en los últimos años, tenemos que combatir el propio escenario dominado por la volatilidad: un escenario incierto puede ser poco volátil; un escenario volátil es muy incierto. Ya sé la pregunta que les ronda en estos momentos su cabeza: ¿han perdido entonces los bancos centrales eficiencia al manejar la confianza de los inversores sobre el futuro? Me refiero, naturalmente, a la confianza sobre el impacto positivo en la economía. En parte, la desconfianza económica sobre el futuro, además del impacto directo en las compras de renta fija, estaría detrás de la continua caída de las rentabilidades de la deuda. ¿Conundrum? No, pura racionalidad. El miedo es racional.

Pues, sinceramente, sigo pensando que infravaloramos el efecto positivo en la economía mundial de factores como la caída del precio del crudo. Además, creo sinceramente que hay una contención de gasto e inversión en muchas economías (europeas entre otras) que puede aflorar si le damos un poco de tiempo. Y en el caso concreto de las grandes economías, creo que hay margen para actuar desde sus autoridades. Me refiero, claro, a China. O también a Japón. Y luego, naturalmente está la economía norteamericana. Precisamente esta semana tendremos datos, como la evolución del empleo en enero, que podrían reforzar la sensación de un crecimiento fuerte y sostenible a corto plazo pese a la inestabilidad (psicológica) exterior. Pero, es cierto, es algo que ya nos ha anticipado la propia Fed en su comunicado tras el FOMC de la semana pasada. ¿Por qué entonces puede cambiar la percepción del mercado en caso de unos fuertes datos de empleo en enero? Quizás, precisamente, por eso: porque refuerzan el optimismo económico.

De acuerdo, luego tenemos a Grecia. Admito que no me sorprende el enquistamiento de las posturas del Gobierno griego/Eurogrupo sobre el futuro. De hecho, como si hablaran en diferente idioma el primero se empeña en centrarlas en la reestructuración de la deuda cuando el segundo ofrece flexibilidad en su pago al mismo tiempo que demanda seguir con los ajustes estructurales. La actual asistencia financiera finaliza a finales del mes de febrero, pero lo cierto es que el Gobierno griego ha aprobado (o anticipado que va a aprobar) medidas que suponen ya de hecho la ruptura de los acuerdos.

En principio las negociaciones se podrían extender a marzo, puesto que el País no necesita nuevos fondos hasta este mes (4 bn.). Y se estiman en 25 bn. los fondos que precisará entre este año y el próximo, partiendo de que la devolución de la financiación actual "oficial" no se tiene que producir hasta 2020. ¿Qué qué significa todo esto? Que, salvo accidentes, tendremos mucho tiempo para seguir hablando de Grecia. Acostúmbrense, sin que ello les condicione a muy corto plazo. El ser humano es capaz, dentro de su racionalidad, de acostumbrarse a la incertidumbre. Pero, es cierto, necesitamos algo menos de volatilidad. Veremos.


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