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De los países que en este momento son foco de las recomendaciones de la Comisión Europea hay tres que destacan especialmente por los retrasos en la implementación de reformas. Y de ellos destaca especialmente Italia, por su tamaño y porque apenas ha cumplido una de las seis recomendaciones de la Comisión. Italia y Francia fueron puestos ayer mismo como ejemplo por un consejero del ECB como los dos países que deben acelerar la implementación de reformas, pidiendo a sus gobiernos que expliquen a la población las razones y objetivos a medio plazo de su aplicación. Lo llamativo de todo esto es que en el caso de Italia el Primer Ministro Renzi fue considerado inicialmente como el político reformador que sacaría al país del escenario de crecimiento nulo y continuo deterioro en las finanzas públicas que lo ha caracterizado en el pasado reciente. Renzi alcanzó el poder en marzo.

La Comisión Europea destacaba especialmente dos problemas de la economía italiana: su elevada deuda pública y la pérdida de competitividad. En el primer caso, más del 133 % del PIB y absorbiendo anualmente el 5 % del PIB en términos de gasto financiero. En el segundo, sólo una cifra: la subida de los costes laborales por unidad de producto han doblado al promedio del área EUR desde el año 2000. Recordemos que casi un 40 % de las exportaciones italianas son productos manufactureros de valor añadido medio, lo que los hace muy susceptibles de sufrir competencia internacional por costes. Y esto es precisamente lo que ha sufrido el sector exterior italiano: su cuota de mercado exterior se ha reducido más del 27 % desde el año 2000. Naturalmente, la Comisión Europea también incluyó en los objetivos de reformas medidas como una mayor flexibilidad productiva, del mercado de trabajo, reforma de la Administración, judicial y hasta la reforma electoral.

El nombramiento de Renzi como Primer Ministro y la inicial agresividad mostrada para llevar a cabo reformas (aunque inicialmente con recorte de impuestos) nos llevó a elevar en marzo la previsión de crecimiento para 2015 hasta un 0.9 % desde el 0.6 % esperado para este año. Los datos económicos que hemos ido conociendo desde entonces no contradicen estos números, aunque lo cierto es que la recuperación parece que pierde fuerza en el Q3. Pero esto es un fenómeno que se percibe en general en la zona, con algunas excepciones (llamativas excepciones) como sería el caso de la economía española. Pero, la forma y la intensidad del crecimiento en España tampoco es muy tranquilizador. En el caso de Italia, Renzi finalmente orientó sus primeros 100 días en el cargo a revivir la demanda doméstica usando los medios permitidos por las reglas del EUR. Lo cierto es que frente a las peticiones de la Comisión Europa y el FMI para políticas de oferta que aumentaran su crecimiento potencial y evitaran el continuo cuestionamiento de la sostenibilidad de la deuda, las medidas aprobadas hasta el momento se han centrado en recortes de impuestos (en parte amortiguados por ajustes de gasto) y pago de las facturas pendientes de la Administración (más de 68 bn.). La Reforma del mercado de trabajo (Jobs Act) ha sido la única medida que realmente entraría dentro de las peticiones internacionales. Aunque se queda corta frente al objetivo final de reducir las rigideces y permitir una recuperación con fuerza del empleo a medio plazo. Pero a corto plazo sí puede permitir una mayor impacto positivo sobre el empleo derivados de la recuperación cíclica.

La Presidencia italiana se ha propuesto cambiar el enfoque del EUR desde los ajustes que primaron durante la Crisis a la expansión económica en el futuro próximo. Y conjuntamente con Francia, ha iniciado un debate sobre el margen de flexibilidad que ofrece el PEC. Tiempo, piden más tiempo para compaginar las reformas esperadas en un escenario de continuidad en la recuperación económica . La desconfianza desde las autoridades europeas es evidente. Y esto se ha traducido en voces discrepantes, especialmente desde la Comisión y desde el ECB. En este punto estamos.


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