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Voy a ser sincero: no esperaba este conato de inestabilidad en el mercado en estos momentos. Lo que no significa que no lo entienda. En el fondo da un poco igual que el detonante hayan sido los presuntos problemas del BES, la publicación de datos económicos negativos en Europa y en Japón y la nueva decepción a la que nos enfrentamos en la nueva fase actual de presentación de resultados empresariales. ¿De verdad todo esto les sorprende? Las autoridades europeas no se cansan de repetir que la Crisis del Euro no ha finalizado; el ECB ha aprobado nuevas medidas financieras excepcionales y anticipa que no tiene límite en el futuro para instrumentar otras nuevas si fuera preciso para combatir los riesgos reales de desinflación y recesión; la ambigüedad reciente de los datos económicos en Estados Unidos al mismo tiempo que la baja productividad marginal nos deberían haber preparado para corregir el exceso de optimismo para el comportamiento de los beneficios empresariales. ¿Geopolítica? Siendo inquietantes, en Europa y en Oriente Medio, no son nuevos con respecto a los existentes hace una semana. Considerando todo esto, simplemente debemos considerar estas tensiones en los mercados como una corrección de duración y magnitud aún por determinar. Pero probablemente limitada en ambos aspectos.

¿Les tranquiliza la conclusión anterior? Pues no debería hacerlo. De hecho, lo que debería inquietarnos es la excesiva complacencia actual de los inversores ante la acumulación de riesgos y el exceso de confianza en las autoridades monetarias para amortiguarlos. La volatilidad es el mejor reflejo de la incertidumbre, una relación lógica que no se ha cumplido en los últimos meses. Bajo el mantra de que el futuro económico será mejor hemos ido asumiendo precios relativos de las bolsas por encima de su promedio histórico. ¿Lejos de precios de burbuja? Pero ya saben que las burbujas sólo se conocen una vez estallan. De hecho, la argumentación básica de las bolsas al alza ha descansado en unos precios relativos muy atractivos con respecto a las bajas (históricamente bajas, en términos reales y nominales) rentabilidades de la deuda. ¿Y por qué no suben? En Europa existe la posibilidad de que el ECB acabe aplicando un QE en un futuro próximo. Pero, en Estados Unidos el descenso de los tipos de interés de la deuda nos dice mucho sobre los riesgos del exceso de dinero en los mercados que llevan a distorsiones en la asignación de recursos. Argumentar el atractivo de la bolsa sobre unos tipos artificialmente bajos sólo puede traer problemas en el futuro.

Naturalmente, la corrección normal (lo anormal es que los precios no corrijan desde máximos históricos y con un escenario como el actual) también se ha visto favorecida por la escasa liquidez en los mercados. Nos hemos acostumbrado en el pasado reciente a precios de los activos financieros al alza y volumen negociado a la baja. Al final, lo racional pasa a segundo plano ante un movimiento tendencial alcista que lo domina todo: precios de la deuda, bolsa y de forma reciente hasta los precios de las materias primas. Nos hemos acostumbrado a mensajes ambiguos de los bancos centrales, sin que estas dudas a futuro se conviertan en una mayor prima de riesgo. De hecho, nos hemos olvidado del valor de las cosas: momentum y carry trade son las estrategias favoritas en estos momentos. Como lo han sido hace un año. Y también podríamos decir que lo fueron hace dos años.


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