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Lo que fue y lo que vendrá

por José Luis Martínez Campuzano Portavoz Asociación Española de Banca Hace 10 años
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¿Cómo resumirían en unos gráficos el año pasado? Aquí les hago mi propuesta, tomados del último Informe mensual del Banco de España.

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Crecimiento mundial del 3 %, con las economías avanzadas al alza un 1.3 % y las economías en desarrollo con un aumento del 4.7 %. Entre una y dos décimas por debajo de los datos de un año antes. Bolsas al alza, tipos de interés en niveles de la deuda en niveles bajos (o a la baja) en los países en desarrollo y al alza en emergentes; perspectivas de mejora en las economías desarrolladas y estabilidad en las emergentes.

Los gráficos anteriores contienen, en el caso de las bolsas y los tipos de interés de la deuda, información de su comportamiento durante el primer trimestre. Imagino que no les sorprenden: entre consolidación y descensos limitados en las bolsas y entre estabilidad y caídas en los tipos de interés a plazo. Todo ello con mejora relativa en las perspectivas de crecimiento de las economías desarrolladas frente a las emergentes.. ¿Será un anticipo de lo que nos espera para el resto del ejercicio?.

Esto es lo que nos dice el Banco de España:

El escenario central para 2014 contempla un ligero repunte del crecimiento para la economía mundial, que se situaría en torno al 3,5 %, medio punto por encima del registrado en 2013. Esta evolución vendría impulsada principalmente por el afianzamiento de la recuperación en las economías avanzadas —que en promedio crecerían algo por encima del 2 %, en torno a 1 pp más que en 2013— y por una estabilización (o ligero avance en algún caso) en las regiones emergentes —cuyo crecimiento medio se situaría alrededor del 5 %, unas pocas décimas por encima del registro de 2013—, si bien las tensiones en los mercados y la publicación de algunos datos macroeconómicos adversos en este inicio de año pueden poner en cuestión la ligera mejoría en estas economías.

En las economías avanzadas cabe anticipar que la ganancia de tracción será generalizada, en un entorno en el que el tono de la política monetaria continuará siendo previsiblemente acomodaticio y el menor ritmo de la consolidación de las cuentas públicas propiciará un tono menos contractivo de la política fiscal. En este contexto, se espera que prosigan la mejoría de los mercados laborales y la recuperación de los flujos comerciales. De acuerdo con las previsiones más recientes, se espera para 2014 un aumento del ritmo de crecimiento de en torno a 1 pp en Estados Unidos y Reino Unido (hasta casi el 3 % en ambos casos) y cercano a 1,5 pp —hasta alrededor del 1 %— en el área del euro. La economía japonesa —que mantendría su crecimiento alrededor del 1,5 %— puede constituir una excepción, en la medida en la que la elevación del impuesto sobre el consumo prevista en 2014 incida sobre este componente del gasto y se disipe el impacto positivo inicial derivado de los profundos cambios de política económica.

En todo caso, con un horizonte algo más dilatado, el recorrido de la recuperación sigue limitado por la capacidad de crecimiento a largo plazo y algunos elementos que la condicionan: endeudamiento público, aumento del desempleo de larga duración, mayor peso de actividades con menor productividad o, incluso, aumento de la desigualdad (que puede limitar el nivel de consumo de las economías). Tampoco hay que olvidar que la persistencia de amplios estímulos monetarios constituye una fuente de incertidumbre para las perspectivas de largo plazo. Precisamente, el alcance y el impacto de los factores estructurales antes mencionados están y seguirán estando presentes en la gestión de las políticas monetarias en la salida de la crisis, y en particular en el proceso de retirada de los estímulos.

Las previsiones para las principales economías emergentes apuntan a una estabilización en tasas algo más bajas que las registradas en los últimos años. Cabe anticipar una recomposición en las fuentes de crecimiento, con una cierta rotación hacia la demanda externa —apoyada en la mejoría de las economías avanzadas—. En cualquier caso, las perspectivas se presentan algo más inciertas, sobre todo por la adaptación a un contexto de moderación de los flujos de capital al hilo de la normalización de la política monetaria en las economías avanzadas, principalmente en Estados Unidos, que en principio provocará un endurecimiento gradual de las condiciones financieras globales y un menor ritmo de entradas de capitales. En el caso de China, su transición a un modelo de crecimiento más sustentado en el consumo privado conducirá previsiblemente a ritmos de crecimiento en torno al 7,5 %, inferiores a los observados en los últimos años. La menor demanda de China podría ser un factor moderador de la actividad de otras economías emergentes, sobre todo en Asia y en los países exportadores de materias primas. En todo caso, se prevé una estabilización del crecimiento (o ligeros avances) en Asia emergente (excluida China), América Latina y Europa del Este.

No obstante, persisten riesgos a la baja sobre el crecimiento de las economías avanzadas. En primer lugar, no es descartable que este se resienta si el proceso de normalización monetaria derivase en una elevación brusca de los tipos de interés a lo largo de la curva, que podría deprimir la demanda interna y afectar a la estabilidad financiera. Por otro lado, la inflación permanece en registros muy reducidos, en particular en el área del euro; aunque las expectativas de inflación continúan ancladas en torno a los objetivos de los bancos centrales, la propia persistencia de tasas muy bajas de inflación plantea riesgos para la recuperación. A más largo plazo, las finanzas públicas, sobre todo en Japón, pero también en Estados Unidos y en otras economías avanzadas, se mueven en un delicado equilibrio entre consolidación fiscal en el largo plazo e implementación de un ajuste más suave en un horizonte inmediato, que no entorpezca la recuperación. Una actitud demasiado laxa podría quebrar la confianza en la sostenibilidad fiscal y propiciar una elevación brusca del coste de la deuda pública, especialmente en el actual contexto de perspectivas de normalización monetaria. Finalmente, el crecimiento de las economías avanzadas podría verse afectado por perturbaciones en alguna de las economías emergentes sistémicas. No obstante, cabe identificar también algunos riesgos al alza, en particular si el círculo virtuoso entre mejora de la actividad, de la confianza y de la demanda gana tracción, favoreciendo una recuperación de la inversión mayor que la esperada.

En las economías emergentes los riesgos están más sesgados a la baja. La turbulencia de principios de año ha mostrado que los mercados financieros son ahora más sensibles a la situación de estas economías, de modo que el endurecimiento esperado de las condiciones financieras puede venir acompañado de episodios de volatilidad, con un impacto en las economías más vulnerables. No obstante, aun existiendo fragilidades importantes, buena parte de las economías emergentes tienen hoy fundamentos más sólidos y mejores políticas económicas que en anteriores períodos de crisis, por lo que los riesgos de cola sobre las economías emergentes parecen acotados y se circunscriben a un número limitado de economías vulnerables.

En definitiva, la economía mundial se encamina hacia un horizonte de normalización económica —y de las políticas económicas—, respaldado por el afianzamiento de la recuperación en las economías avanzadas. Este proceso no está exento de riesgos y dificultades, que, en el contexto actual, parecen afectar en mayor medida a las regiones emergentes. No obstante, la recuperación en las economías avanzadas, aun cuando sus tasas de crecimiento no retornen a las previas a la crisis, puede sustentar un panorama global más estable y una recuperación progresiva de los flujos comerciales y financieros, del que se beneficiará la economía global en su conjunto.


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