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Comprar para promediar es el camino a la ruina...

por La Carta de la Bolsa Hace 4 años
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A mis nietos les voy a dejar de herencia una pared empapelada de notificaciones bursátiles referidas a valores quebrados o a punto de hacerlo, es decir, meros apuntes contables. Los chicharros, que tantos duros me dieron a ganar en el pasado ciclo de exuberancia irracional, han estado a punto de arruinarme. No me han arruinado por el control estrecho, que sobre nuestro dinero ha hecho mi mujer". Me reencontré la semana pasada con E. L. P. uno de los más agresivos especuladores de la Bolsa y, también, un seguidor apasionado, enfermizo, de los chicharros. "Comencé a promediar valores con el Ibex en los 13.000 puntos, porque consideraba que el varapalo ya había sido suficiente. Luego tomé más acciones, siempre con promedios a la baja, en los 10.000 puntos de Ibex. Luego en los 8.000. Cuando el Ibex tocó los 7.000 mi mujer dijo ¡basta! Desde hace unos días el pecho me oprime, la cabeza me da vueltas, porque me pregunto ¿por qué no hice en ese punto los deberes? Por miedo, por agotamiento..."

Los especuladores más rabiosos dicen que en Bolsa una inversión a largo plazo es una inversión que ha fracasado a corto plazo. O sea, atrapados. Cuentan los operadores con más años de experiencia que se han dado numerosos casos de inversores que han forzado tanto la compra de acciones para promediar (una inversión a corto plazo que ha fracasado), que al final se han arruinado o, en su defecto, dejado en herencia las acciones promediadas a sus herederos.

Además del caso comentado, llega un correo de La Carta de la Bolsa que me encoge el ánimo, no por lo que cuenta el lector, que de esos casos conozco muchos, sino por lo que considero que siente en ese momento de angustia vital. Dice así­: "compré acciones de la empresa X a 15 euros. Pasados tres meses volví a comprar el doble número de acciones a 13 euros, porque leí­ que se avecinaba una gran recuperación del mercado (luego fue una tormenta). Dos meses después me lié la manta a la cabeza y compré cuatro veces más de esas mismas acciones a 10 euros. Ahora apenas pueden superar los 6 euros. Ya no tengo más dinero disponible ¿cuál es su consejo?"

No aconsejamos, porque no es nuestra labor ni, tampoco, nuestra sapiencia en la materia. Tratamos, eso sí­, de observar y contemplamos que como nuestro lector hay muchos bolsistas más desperdigados, como caminos diseminados, por lo que se conoce ahora como mundo global. Con el ánimo de prestar la mejor ayuda, lo primero que planteamos es que conviene, con frecuencia, huir del seguidismo. Dice el Diccionario de la Lengua España que promedio es un punto en que algo se divide por la mitad o casi por la mitad. En Bolsa es, con frecuencia, una práctica de compra de una misma clase de acciones a la baja, con la idea de que esas acciones volverán a recuperar su valor fundamental (o el que comprador considera) con el paso del tiempo, más pronto que tarde. Es decir, con el convencimiento de que las acciones que se han comprado a precios más bajos nos darán fuertes ganancias.

Un apunte interesante: “Días como hoy son para vender lo barato para comprar igual de barato, pero con más calidad”, (Robert Horrocks, director de inversiones de Matthews Asia)

No obstante, con frecuencia no suceden las cosas en Bolsa de este modo. Hay muchos peligros al acecho. Por ejemplo, que el especulador o inversor, como es este caso, comience a promediar a la baja antes de tiempo, de tal modo que cuando la acción siga cayendo ya no tenga dinero para promediar más a la baja. También, que la empresa elegida quiebre, suspenda pagos, formalice un proceso de exclusión a precio más bajo, sea objeto de OPA a un precio inferior o, simplemente, se quede varada por los siglos de los siglos ¿Qué es lo más frecuente? Que el especulador o inversor pierda la calma, la compostura y el equilibrio y presa del pánico o de la angustia vital decida vender al considerar que ya no tienen remedios sus males. Justo cuando ha vendido llega la recuperación ¡Adiós al dinero!

Otra reflexión. Hay que huir de la propaganda y la agitación en tiempos de crisis “¿Quién dijo que no se podía ganar dinero en tiempos de crisis? ¿Quién dijo que no se pueden hacer fortunas cuando las Bolsas bajan? Nosotros tenemos la solución. Utilizamos y ponemos a su disposición las mejores herramientas en derivados, lo que nos permite rentabilizar su dinero en épocas de caídas bursátiles”, es parte de la propaganda que utilizan en los últimos dí­as algunos bancos medianos on line y otras tantas sociedades de Valores y Bolsa. Se trata de atrapar al mayor número de seguidores del mercado, porque el ansia de ganar dinero es algo que perdura con el paso de los siglos.

Un poco más lejos. Desconfíen de las estadísticas y las predicciones matemáticas, ahora que tanto se acude a ellas. Es peligroso fiarse a ciegas de los pronósticos de unos y de otros. Hay que alimentar el espíritu crítico de cada uno. En el entorno actual, en el mundo globalizado, la cantidad de información a nuestro alcance es ingente. Conviene pasar la criba y, lo que es más importante, es de sabios asumir que la toma de decisiones en un entorno de incertidumbres debe gestionarse con mayores fundamentos que los que otorgan las intuiciones, rumores o noticias infundadas, estadí­sticas o métodos erróneos.

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero


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