Acertamos la semana pasada al decir que el índice de volatilidad del S&P, el VIX, no se iba a disparar por encima de los 40 puntos, pero no acertamos tanto al decir que se mantendría en niveles altos, ya que a lo largo de las cinco últimas sesiones, y de forma más clara a partir del martes pasado, fecha de las elecciones americanas, el VIX ha ido descendiendo hasta finalizar la semana en 25,35 puntos.

Esa caída de la volatilidad tiene mucho que ver con el resultado de las elecciones, que ha gustado a unos inversores algo fatigados de la permanente tensión creada por Trump, pero también tiene mucho que ver con el alivio que ese resultado ha producido en las compañías tecnológicas.

De alguna manera, una victoria arrolladora de los demócratas habría sido inquietante para las grandes tecnológicas, amenazadas por el ala más radical del partido demócrata de un posible desmembramiento para evitar sus presuntas prácticas monopolísticas. Ese temido escenario de una "ola azul" (en alusión al color del partido demócrata) finalmente no se ha producido, dando un alivio inmediato al sector.

Pero hay algo más, aparte del "rally de alivio", y ese algo más es el posicionamiento que han logrado las grandes tecnológicas como nuevo activo refugio. La idea simple es que, en un mundo que inexorablemente va a ser cada vez más digital, apostar por las empresas que lideran esa digitalización es tirar a parado.

Y hay todavía algo más, a saber, la consideración de las tecnológicas como activo "refugio" si viniese una época de incertidumbre. Este es un cambio realmente importante, porque sitúa a las tecnológicas en un plano muy apetecible para los inversores, al ser a la vez empresas de crecimiento y empresas que actúan como refugio por su adaptación al mundo del futuro. De hecho, tal y como se ve en el gráfico que adjuntamos, las grandes tecnológicas, con Facebook a la cabeza, se han comportado de forma similar al oro estas últimas jornadas, lo cual expresa ese cambio de percepción al que aludíamos.

Seguramente esos fueron los motivos que hicieron que las grandes tecnológicas se disparasen al alza el pasado miércoles 4 de marzo, tras empezar a quedar claro que Trump no iba ganar. Al confirmarse que no había habido "ola azul", Facebook subió el 8,3%, Amazon el 6,3%, Google el 6,1%, Microsoft el 4,8% y Apple el 4,1%.

Tras esas subidas, preferiríamos esperar un poco para comprar estas acciones, aun reconociendo que la auténtica creación de valor va muy unida a la innovación y a la productividad, dos cualidades en las que sin duda las tecnológicas van a la cabeza.