Las buenas decisiones empiezan por la economía. Esta regla básica rige para la inversión sostenible tanto como para cualquier otra cosa, señala Paul Donovan, Global Chief Economist GWM. La economía de la inversión sostenible es sencilla. Más y más personas nacen cada día en el mundo. Más y más personas querrán el mismo nivel de vida que tenemos en la actualidad. Esto significa más demanda. Pero el nivel de vida actual emplea un 50 por ciento más de recursos de lo que sería sostenible

Sin un cambio, nuestro nivel de vida tendrá que reducirse a la mitad a lo largo de los próximos veinte años para hacer sostenible el crecimiento. Reducir a la mitad el nivel de vida en lo que dura una generación es un sólido argumento a favor de la inversión sostenible.

De hecho, es un sólido argumento para que la «inversión sostenible» sea lo mismo que la «inversión» en el futuro. En el futuro, las inversiones que no sean sostenibles no serán inversiones. Los inversores de hoy día afrontan las realidades de la inversión sostenible.

Esta realidad ya está conformando patrones de crecimiento y del comercio. La amenaza de China de gravar el consumo de semillas de soja estadounidenses, por ejemplo, no significa que China dejará de importar semillas de soja. China no tiene suficiente agua para cultivar sus propias semillas de soja. China tendrá que consumir las semillas de soja de otros, si no las compra a Estados Unidos. La sostenibilidad ya está afectado al crecimiento y al comercio y, por tanto, a la inversión.