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¿Quién ha matado al gorrión? ¿Quién ha matado a la estrella de la Bolsa?

por La Carta de la Bolsa Hace 8 años
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Mediado julio mi padre solía llevarme a los campos que trabajaba. Era cuando alargaban ya los fines de semana, a las puertas de las vacaciones de verano. Han pasado más de 50 años desde entonces. Mi padre murió joven. Me enseño a amar la naturaleza y a respetar a los animales, que son mejores que algunos hombres y mujeres. En aquellas primaveras los campos manchegos, supongo que como otros campos más del Reino de España, ofrecían estampas multicolores y conciertos irrepetibles, mágicos, de cientos de aves. Gorriones, palomas y tórtolas. Autillos, mochuelos, milanos y gavilanes. Perdices, codornices, gallinetas y pollas de agua. Chorlitos y andarríos. Zarapitos, abejarucos, carracas y abubillas. Pájaros carpinteros y pico picapinos. Alondras, terreras y cogujadas. Totovías. Aviones y golondrinas. Bisbitas y lavanderas. Tarabillas, zorzales, colirrojos y roqueros. Carriceros, zarceros, currucas y mosquiteros. Oropéndolas. Alcaudones. Arrendajos, urracas, cuervos y chovas. Pinzones, verdecillos, verderones, jilgueros y pardillos...

Vuelvo al pueblo, cada vez menos, y hablo con algún lugareño sobre ese pasado maravilloso, que no volverá. Los campos están mudos. Apenas hay pájaros. Tampoco torrenteras ni barrancos llenos de agua ¿Quién ha matado al gorrión? Me dice el lugareño que ha sido el hombre con sus máquinas, abonos, venenos y fechorías, que, en el mismo proceso, nos han llevado a un cambio climático desastroso. Grandes periodos de sequía, que intentan apagar su sed con tormentas descomunales y fuera de tiempo. Un desastre.

Y pienso, como casi siempre, en la Bolsa ¿Quién ha matado a la estrella de la Bolsa? Lean:

La minería de datos compite con el corredor de bolsa

En unas oficinas del barrio de SoHo, en Nueva York, donde a veces se pueden ver robots transitando por los pasillos, decenas de científicos con doctorados en materias como astrofísica, inmunología y lingüística se juntan en torno a monitores de computadoras que muestran el movimiento de miles de millones de dólares por todo el mundo.

Su objetivo es otorgar al fondo de cobertura para el cual trabajan una ventaja a la hora de invertir los US$24.000 millones que administra. Los científicos de Two Sigma LLC programan las computadoras para extraer torrentes de información de fuentes como cables noticiosos, resultados de empresas, reportes del clima y Twitter. TWTR -0.10% Luego escriben algoritmos que compran y venden acciones según las “señales” que leen en esos datos.​

Carlos Montero ha escrito en lacartadelabolsa ¿Cómo serán los mercados cuando sean dominados por robots-gestores?

En los últimos días estoy incidiendo en estas páginas en la importancia del control emocional para una correcta operativa en los mercados. He afirmado que sin un buen trabajo en este sentido la probabilidad de sobrevivir financieramente y a largo plazo en las bolsas, en los mercados de bonos o divisas es realmente escasa.

Estas aptitudes emocionales son aplicables tanto a los gestores individuales como a los profesionales, que en muchos casos sufren de los mismos sesgos. Ahora bien, existe una posibilidad que alguna vez he planteado y es la de dejar el manejo de nuestro dinero a gestores automáticos, es decir, a robots.

El auge de la gestión automática en los últimos años ha sido impresionante. Se estima que en los mercados más desarrollados este tipo de operaciones han supuesto en ocasiones más del 70% de la operativa diaria, y en promedio más del 50%.

Pero ¿por qué están teniendo tanto éxito estos “gestores robots” en los últimos años? Matthew Lynn columnista de Market Watch expone algunas razones:

- Los mercados no tienen un sesgo emocional: Ellos son rigurosamente analíticos, y no se dejan llevar por las emociones tan perjudiciales en muchas ocasiones para la operativa. Sus algoritmos no tienen en cuenta el miedo o la avaricia inversora, ni sufren pánico comprador o vendedor.

- La gestión es más barata: Es evidente que un gestor que no cobra un elevado sueldo y que es capaz de trabajar las 24 horas diarias, abarata la gestión patrimonial.

- A menudo toman mejores decisiones: Un robot no se verá influenciado por el consenso, o porque valor o bono ha comprado tal o cual gestor. La independencia y objetividad a la hora de tomar las decisiones será total, lo cual se ha demostrado favorable a la hora de incrementar la rentabilidad.

Otras razones que podríamos añadir serían:

- El gestor-robot hará una mejor asignación de activos. La diversificación en la cartera se producirá por motivos matemáticos y se ajustará al riesgo dispuesto a asumir. Podemos operar de forma simultánea en muchos mercados sin que se dispare el coste de gestión, lo que ayudará a la diversificación.
- Eficacia en el trading: La rapidez en la operativa será mayor, aumentan la probabilidad de beneficiarse de las deficiencias puntuales del mercado.

- Podremos acceder a operaciones más complejas como las de arbitraje: Este es un punto en el que la gestión automática es especialmente valiosa.

Lynn señala que si el mercado finalmente es controlado por “robots” se darán algunas diferencias respecto al actual. Entre ellas están:

- Los mercados van a ser menos volátiles: La renta variable principalmente es impulsada por la emoción, lo que produce burbujas, o extrema sobre/infravaloración de los activos. Si la mayoría de las decisiones de inversión son finalmente tomadas por algoritmos, es probable que los bruscos movimientos sean atenuados de forma importante.

Un robot-gestor programado para crear riqueza a través de una o dos décadas sólo va a comprar una cantidad determinada de acciones cada año y hará caso omiso de las fluctuaciones a corto plazo. Los seres humanos encuentran esto muy difícil de hacer ya que son emocionales.

- Habrá menos operaciones: Todo el mundo sabe que la mejor manera de perder dinero en el mercado es operar en exceso. Los seres humanos cambian de opinión constantemente. Ellos creen que pueden adivinar el techo del mercado o el suelo. Como regla general esto no se conseguirá, y lo único que hará al operar tanto es pagar más comisiones.

Los fondos de alta frecuencia pueden operar en el mercado como locos, pero el volumen de negocio en otros activos será mucho más bajo. Los robots trabajarán de una manera bastante aburrida.  

- Los mercados serán más rigurosos: Un robot-asesor lo hará mucho mejor que la especie humana en el proceso de una gran cantidad de información. Una vez que tenga una regla preestablecida –tales como la búsqueda de empresas de biotecnología con una gran cantidad de patentes contra el cáncer, o ingenierías alemanas que exportan mucho a China-, los robots analizarán los números y escogerán a los candidatos más adecuados para sus carteras.

- Los mercados serán más globales: Aunque parece que tenemos el inversor tiene una perspectiva global, la mayoría de los estadounidenses invierten en EE.UU., la de británicos en Gran Bretaña, la de los japoneses en Japón…

Los robots no tienen ese sesgo e irán donde se encuentre la rentabilidad. No les molestará si una empresa es estadounidense, japonesa o europea.

Matthew Lynn afirma que los robot-asesores no nos divertirán demasiado, ni llevarán a nadie a comer, ni van a convertir la inversión en una montaña rusa. Pero un mercado dominado por ellos puede trabajar de manera más eficiente, e incluso tener mejores rendimientos.


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