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"Represión financiera. Mis padres y profesores me inculcaron la idea de ahorrar ¿Y ahora qué?..."

por La Carta de la Bolsa Hace 8 años
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"Dinero y ahorro, dos conceptos que hemos mamado, que nos parecían indelebles, a prueba de bomba atómica. Dos conceptos que nos enseñaron nuestros padres, maestros, profesores, tutores. Dos conceptos que han muerto: los bancos centrales se los han cargado de un plumazo. El dinero, porque seguimos desconociendo la verdad de lo que esconden las tripas de los bancos: no sabemos cuál será el siguiente en caer en el mundo global, pero sí estamos advertidos de que si tenemos la mala fortuna de ser ahorradores con sumas superiores a los 100.000 euros sólo tendremos acceso a esos 100.000 euros. Al ahorro, porque lo han demonizado, es como la peste. El ahorro es un concepto que en épocas de intervencionismo brutal como la actual sólo reporta problemas y dolores de cabeza. Nuestros clientes tienen miedo a las regulaciones financieras, que se suceden cada día. Temen a la Represión Financiera. Si tienen más de 100.000 euros en la cuenta piden millones de explicaciones, porque nadie les garantiza su devolución en caso de quiebra de un establecimiento (banco o similar) financiero. Nadie quiere dividir su patrimonio en participaciones de 100.000 euros y abrir el mismo número de cuentas en entidades o establecimientos financieros distintos..."

"Nuestros clientes saben que ya pagan mucho por su ahorro: las comisiones de los bancos, la inflación (aunque sea oficialmente moderada o nula), los impuestos y los intereses mínimos que dan las entidades han convertido el ahorro en una fuente de pérdidas ¿qué pasará si el Banco Central Europeo decide poner en marcha la maquinaria de tipos negativos?..."

"La velocidad con que se suceden los acontecimientos económicos y financieros impide la correcta valoración de los acontecimientos y fenómenos que vivimos. No hay tiempo para la reflexión. Los bancos centrales y los Gobiernos, todos cogidos de la mano, nos llevan en volandas. Nos trasladan de un tren a otro sin que nos demos cuenta. Quizá cuando reparemos, cuando seamos conscientes dónde nos han dejado sea demasiado tarde. Es posible, llegado ese momento, que no tengamos capacidad de respuesta, capacidad de reacción, como tampoco la tenemos ahora. A nuestro despacho llegan los clientes de siempre, la mayor parte de ellos con posiciones de liquidez. Otros andan colgados de la rama del pino más alto de la Bolsa, que es el eufemismo de estar pillados, cogidos a precios muy, muy altos, casi irrecuperables. Los clientes, presa del desconcierto, se sienten acorralados. No saben qué hacer con su dinero. Consideran que no es el mejor momento para comprar inmuebles, porque las cargas fiscales son cada vez más altas.  De la Bolsa desconfían ¿ petróleo, maíz, sorgo, zumo de naranja o algodón ¿Oro? No tiene sentido...", me dice el CEO de una importante gestora que me envía el siguiente enlace:

Desde el estallido de la crisis financiera mundial, allá por 2008, los principales bancos centrales del mundo desarrollado han venido aplicando medidas extraordinarias –tan extraordinarias que, como apuntan muchos expertos, la economía mundial avanza por terreno desconocido y aún no se atisba la salida. Estas medidas tenían como principales objetivos devolver la inflación a niveles razonables, estabilizar los mercados financieros y estimular el crecimiento económico. Aunque aún está por ver su eficacia a largo plazo, parece demostrado que ya han tenido un efecto inequívoco: la represión financiera.

El término represión financiera –introducido por los economistas Edward Shaw y Ronald McKinnon en 1973– hace referencia al conjunto de políticas orientadas a redirigir hacia los gobiernos financiación que normalmente se destinaría a otras inversiones, con objeto de reducir los niveles de deuda pública. Un ejemplo de plena actualidad: los bajísimos tipos de interés –que llegan a ser negativos en algunos casos– a los que se está financiando la deuda gubernamental de la mayoría de los países de la eurozona.

Aunque, como afirman las autoridades monetarias, los beneficios de medidas como mantener los tipos de interés en niveles cercanos al 0%, llevar la tasa de depósito a niveles negativos o comprar deuda a gran escala superan los costes a largo plazo, informes como el que acaba de publicar la firma de reaseguros Swiss Re señalan claramente las consecuencias imprevistas de esta represión financiera, que van desde la penalización del ahorro y el aumento de las desigualdades hasta la creación de potenciales burbujas de activos, el repunte de la inflación o el daño reputacional para los bancos centrales...


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