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Todo puede ser una buena compra o una buena venta en algún momento

por Carlos Montero Hace 10 años
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Hace algún tiempo, en una conferencia de analistas, unos inversores institucionales preguntaban al ponente sobre una gran compañía estadounidense cotizada. Los analistas detallaron minuciosamente la situación de la empresa, alabando la rentabilidad de sus múltiples divisiones, el buen equipo gestor que la dirigía, el sostenido crecimiento en mercados internacionales…Cualquier potencial inversor que hubiera escuchado el generoso análisis de esa compañía, habría entrado en su cuenta de valores nada más terminar la exposición, para comprar al mejor precio.

El problema es que esta rentable empresa cotizaba en bolsa a un PER por encima de las 100 veces beneficios. Aunque el crecimiento esperado para los próximos cinco años era importante, el ratio PEG (PER/Incremento anual Bº 5 próximos ejercicios: Desde mi punto de vista un ratio más útil que el PER), se situaba por encima de 5x. Se entiende justamente valorado en 1x. Por encima sobrevaloración. Por debajo infravaloración.

Recuerdo que tras finalizar la conferencia, uno de los inversores institucionales se me acercó y me preguntó mi opinión sobre la compañía y si yo compraría sus acciones. Le contesté que básicamente estaba de acuerdo en lo que se había dicho, y le pregunté a su vez: “¿Qué te parecen los Porches? Me parecen magníficos coches, me contestó. ¿Pagarías por uno de ellos 1 millón de euros?”

No confundir valor con precio, es un dicho que conocemos todos. Hay una variante en bolsa que reza: “no confundir activo con precio”. Barry Ritholtz, uno de mis analistas de cabecera, realizaba una interesante reflexión sobre la disyuntiva entre el precio y el valor de un activo, y como el primero condiciona en muchas ocasiones la operativa inversora, cuando lo razonable debería ser fijarnos en el segundo. Estos son los cuatro puntos en los que basa su análisis:

1. El precio tiene memoria: Cada broker minorista ha oído lamentarse a su cliente con esta frase: “Señor, por favor, simplemente quiero que mi acción regrese al punto de equilibrio”

Dicho de forma más sencilla, los precios de los activos negociados se comportan como si algunos precios específicos fueran más importantes que otros. Lo que esto significa en realidad es que los inversores recuerdan los precios que pagan, y eso afecta a la negociación posterior.

Esto se refleja en la siguiente definición: “El análisis técnico es el estudio de la oferta y la demanda, y se centra en cómo la gente se comporta en precios específicos. No es brujería ni vudú. En gran parte es intuición”.

Llevado al ejemplo anterior, las resistencias serían aquellas en las que un gran número de inversores alcanzan su “precio de equilibrio”, y los soportes aquellos en los que anteriormente los inversores compraron posiciones que posteriormente fueron ganadoras. “Cada vez que compré en ese nivel hice dinero. ¿Por qué no intentarlo de nuevo?”

2. Todo puede ser una buena compra o una buena venta en algún momento. Este es un concepto aparentemente simple, pero muy importante. El precio de una transacción determina si será o no una inversión de éxito - no el director general o el modelo de negocio subyacente o alguna nueva aplicación. Como mencioné en mi teorema de la entropía universal de la inversión, todo, en algún momento, desde Intel, el bono a 10 años, Apple o el oro, “se irá a la basura”

Hace años, yo solía tomar como ejemplo a Microsoft como un ejemplo de cómo el precio es importante. Cuando cotizaba a 30 dólares usted sería un perdedor si pagó 40 dólares y un ganador si pagó 20 dólares. Todos habían sido precios reales en los años anteriores.

3. Ser agnóstico sobre todo: Por lo tanto, la objetividad debe primar en cualquier inversión potencial. Si escucha la expresión ¡uff! en relación a una inversión, es muy probable que haya encontrado una clase de activo odiado. En el pasado yo describí esta situación como “comprar lo que se odia”.

4. Ningún activo o estrategia es tan buena que se deba invertir independientemente del precio pagado.

La cita anterior es de James Montier de GMO. La conclusión inversa es que se puede comprar lo que uno odia (siempre que llegue a un precio atractivo). Simplemente por el hecho que le guste algo, no significa que tenga que comprarlo. De hecho, hay que tener especial cuidado con los activos que más le gusten.

 

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