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¿Deberíamos preocuparnos por un posible derrumbe en cadena de las economías emergentes?

por Carlos Montero Hace 5 años
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Que los mercados se mueven por modas es una obviedad, pero aun así no deja de sorprenderme la capacidad que tienen de obviar un hecho en algunas ocasiones, o de sobrevalorarlo en otras, y me refiero en esta ocasión a lo que está pasando con Argentina.

El país latinoamericano ha pedido ayuda al Fondo Monetario Internacional tras el desplome de su divisa, y la explosión inflacionista y de déficit público que ha sufrido. Esto en otro escenario hubiera sido suficiente, como así sucedió en un pasado, de provocar un desplome en la bolsa española. Los intereses económicos de grandes empresas nacionales en ese país son enormes. Sin embargo, en esta ocasión ha pasado completamente desapercibido. ¿Por qué? Quizás la respuesta más honesta la dio un antiguo compañero que siempre decía, “los inversores no pueden centrar su atención en más de una cosa a la vez”.

¿Pero qué le está pasando realmente a Argentina? Nicolás López de M&G A.V. nos da la respuesta:

Desde su llegada al poder hace dos años el Gobierno de Macri ha optado por una política gradualista para afrontar el problema de inflación y déficit público del país. El problema es que en los últimos meses los mercados parecen haber perdido la paciencia en el proceso ante datos preocupantes de inflación y déficit provocando una fuerte depreciación del Peso y un aumento de la rentabilidad de la deuda. Ante la disyuntiva de un ajuste severo para atajar la inflación o mantenerse en la política gradualista de reformas Macri ha optado por esta última.

La petición de ayuda al FMI pretende conseguir la financiación necesaria a tipos bajos para mantener la estabilidad durante el tiempo necesario para controlar la inflación y recuperar la confianza de los mercados. Hace unos meses la rentabilidad de los bonos argentinos a 10 años en USD era del 5,5% y actualmente ha repuntado hasta el 7,5%. El Gobierno cree que puede negociar financiación por debajo del 5% a cambio de unas reformas que permitan alcanzar los objetivos de reducción de inflación y déficit público a medio plazo.

De alguna forma Macri está tratando de seguir el proceso gradualista que ha seguido España en los últimos años bajo el paraguas del BCE, en este caso con la ayuda del FMI. La cuestión de fondo es si realmente va a ser capaz de implementar medidas de ajuste inevitablemente dolorosas –como lo fueron en España- o bien esto es una huida hacia adelante que no va a hacer sino agravar el problema cuando dentro de dos o tres años tenga que acudir de nuevo al mercado para devolver las ayudas del FMI.

La debilidad de las divisas emergentes no es de momento demasiado acusada salvo en casos puntuales como Argentina y Turquía. Las divisas emergentes sufrieron una intensa depreciación en la crisis de materias primas de 2014-16. Desde entonces se han mantenido más o menos estables con excepciones como la del Peso argentino o la lira turca. Recientemente se ha apreciado cierta tensión en otras divisas aunque de momento no estamos ante un proceso como el de 2014-16. En general las divisas emergentes mantienen cierta tendencia depreciatoria a largo plazo derivada de sus mayores tasas de inflación pero actualmente la inflación está bastante controlada en la mayoría de países.

La pregunta que surge después de estos datos sería, ¿deberíamos tener que preocuparnos por un posible derrumbe en cadena de las economías emergentes, tan íntimamente relacionadas? La respuesta es que no por ahora. El “por ahora” no es que sea demasiado tranquilizador.


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