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"La intermediación en Bolsa ya no es rentable para nadie. Sólo la Bolsa es rentable en sí misma…"

por La Carta de la Bolsa Hace 7 años
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Quedan muy lejos los tiempos de vino y rosas en los parqués de las Bolsas españolas. Salones de contratación inundados por volutas de humo. En el centro, la almendra donde lucían sus mejores galas los Agentes de Cambio y de Bolsa, aunque algunos nunca lucieron con estilo sus prendas. Estampas muy lejas, como lejanas las sabrosas comisiones (corretajes) por intermediar la compra-venta de acciones. Con la entrada en vigor de la Ley de Reforma del Mercado de Valores se produce un giro brusco, de 180 grados. La Globalización de los Mercados ha derribado fronteras y cambiado la surte de un sector, que otrora brindó excelentes dividendos. Hasta que todo el negocio montado alrededor del corretaje se ha ido al garete. Ya nadie paga por que le compren o vendan acciones, salvo los que trabajan por banco. La intermediación en Bolsa ya no es rentable. Sólo la Bolsa es rentable en sí misma: se puede ganar tanto si sube como si baja.

Hablo con F.C. jubilado. Estuvo al frente del despacho de un famoso Agente de Cambio y de Bolsa durante 30 años y, finalmente, en un banco de inversión: "La Bolsa ya no es negocio para nadie, ni para los que intermedian ni para los que invertimos. Los corretajes o ingresos por intermediación cayeron a plomo hace años. Los agentes se devoraron entre sí, Luego llegó la Madre de Todas las Crisis y a muchos nos dejaron cacareando y sin pluma, huyendo como el perro con el rabo entre las piernas. Por eso, las cuentas de resultados de estas sociedades tienen cada vez más telarañas. Por eso, los bancos venden gestoras y sociedades de inversión" y añade: "Emigrar o morir. La Bolsa ya no es negocio ni para los profesionales del corretaje ni para los inversores. Son las máquinas las que juegan, de acuerdo con programas informáticos de última generación. Mi reputación era excelente. Algunos de mis amigos me envidiaban. En el ascensor, incluso me reverenciaban los más necios. Traje impoluto. Ni un kilo de grasa. Bien afeitado. Bien hidratado. Más de doce horas al día de trabajo. Muy bien pagado ¿Éxitos en las operaciones con mis clientes? Los mercados, ya sabes, son muy difíciles de entender, muy difíciles de aventurar. Es decir, resultados humildes cuando la Bolsa sube mucho y muy malos, cuando la Bolsa baja..."

"Lo correcto en mi antiguo banco de inversión era seguir la corriente de los demás, hasta el extremo de copiar al pie de la letra los informes de estrategia y de situación de las grandes bancos, de las firmas de análisis relevantes. Eso pasó a la historia. La banca de inversión ha muerto, bien porque los reguladores la han aniquilado, bien porque los clientes desconfían, salen corriendo de este tipo de banqueros como el gato que huye escaldado ¿Qué hacer? O te aclimatas, emigras o mueres. Ahora, con más de ochenta años cumplidos, más gordo y con traje usado mil y una veces busco otros acomodos, otros asuntos para no aburrirme y seguir vivo. Pero no los encuentro. Ni siquiera me cogen el teléfono. Tampoco leen mi currículo..."

***

Encuentro una referencia de hace tres años. No tiene desperdicio:

Las barbas de Wall Street

Después de cinco años de trabajar en banca de inversión, Matt Wolf decidió que era hora de cambiar de rubro.

Aunque el vicepresidente de 35 años disfrutaba de su trabajo en Morgan Stanley,  había alcanzado su punto límite: demasiadas noches de trabajo con comida a domicilio, demasiados viajes con su esposa cancelados y demasiadas miradas de desaprobación en eventos sociales. Su remuneración —aún generosa, pero menor a la que esperaba recibir antes de la crisis financiera— ya no valía los sacrificios, escribe LESLIE KWOH en The Wall Street Journal. 

El mes pasado, finalmente, decidió irse. Sin un nuevo trabajo a la vista, su único plan es pasar los próximos meses viajando solo en su motocicleta desde Nueva York a Sudamérica, durmiendo en albergues y campamentos y explorando oportunidades laborales en los mercados emergentes. "Uno quiere sentirse bien con lo que está haciendo en el largo plazo", dice Wolf, quien ahora busca una carrera más de emprendimiento.

Después de que la crisis financiera resultara en menos prestigio y dinero, "la ecuación cambió".

La turbulencia en Wall Street, que ha resultado en problemas de imagen para la industria, bonificaciones más bajas y menos beneficios de lujo, está llevando a algunos banqueros a reconsiderar sus carreras.

Tras toda una vida de fijarse metas y alcanzarlas —asistir a una universidad de élite y perseguir pasantías competitivas con la esperanza de conseguir un trabajo bien pagado en el sector financiero—, algunos banqueros están abandonando el barco sin un plan B. Su única certeza, según entrevistas que realizó The Wall Street Journal con una decena de banqueros, es que ya no quieren seguir en la banca. "La gente de la industria ha empezado a preguntarse cuál es realmente el gran propósito", señala Wolf.

El agotamiento y la fatiga no son nuevos en Wall Street, ni tampoco los que se retiran tras acumular una pequeña fortuna. Sin embargo, los reclutadores dicen que es inusual ver a treintañeros, que han pasado cerca de una década en las finanzas, irse sin un plan alterno.


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