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Llega la hora de la confusión: resultados malos, que baten expectativas o, al revés

por La Carta de la Bolsa Hace 7 años
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Es la ceremonia, el ritual de la presentación de resultados empresariales aquí y allá. Pero es allá, en EEUU, donde todo el mundo fija la atención, donde todas las Bolsas confían o desconfía del futuro que viene. Una ceremonia que, con frecuencia, provoca escenas de paroxismo colectivo ¡ohhh! se escucha en las gradas cuando una empresa presenta unas cifras horribles, pero MEJOR DE LO ESPERADO POR EL MERCADO. Y ahí la maquinaria de los analistas se pone en marcha y desde los helicópteros se lanzan octavillas, pura propaganda, de que VENDRÁN TIEMPOS MEJORES y que estos resultados, al fin y al cabo, no valen para nada. Luego, con el paso de los días y de las semanas, el mercado retrocederá por el mismo camino y reparará en el desastre que pueden provocar en los índices bursátiles globales unos resultados empresariales muy flacos, excesivamente débiles. Antes, no obstante, repare, amigo inversor, en la gran ceremonia. Ya lo estamos viendo con Alcoa, los bancos y las grandes tecnológica. Wall Street cotiza en máximos históricos, subida de las cotizaciones, porque, aunque malo, han sido sido mejores de lo esperado.

He escrito en más de una ocasión que los antiguos bancos de inversión estadounidenses hace mucho que se pusieron el mundo de la Bolsa por montera y, lo que es peor, se pasaron las recomendaciones explícitas de la Crisis por el forro. Es decir, acamparon a sus anchas. Salvo el número de participantes, ahora más reducido, nada ha cambiado en la actualidad. La banca de inversión anglosajona tocó la trompeta del Gran Rebote y el resto de los analistas del mundo replican sus movimientos y hacen suyas las modas de aquellos. En este momento de liturgia de presentación de resultados, han vuelto a resucitar un término muy viejo, que conduce a error y provoca más estrés de lo deseable en numerosos actores en los mercados. Se trata del calificativo mejor o peor de lo esperado cuando se refieren a los resultados de las empresas cotizadas, que es el eufemismo y la manera de desviar la atención del balance real.

Mejores o peores de lo esperado, dicen, para enmascarar la realidad. Las acciones suben y bajan, entre otras cosas, porque los resultados son buenos o malos. Los buenos resultados sostienen las valoraciones en curso, incluso las aúpan. Los malos resultados provocan el efecto contrario. Pero si al gentío, a la gran manada bursátil, la azuzamos con otras estratagemas, podremos comprobar que un resultado empresarial malo, pero mejor de lo esperado, tiene efectos balsámicos sobre los precios de las acciones, mientras un resultado bueno, pero peor de lo esperado tiene una contestación bursátil contraria a lo que sería lógico.

No obstante, que nadie se rasgue las vestiduras. El mercado es soberano y al final termina llamando pan al pan y vino, al vino. Pero mientras, cotiza al alza la expresión mejor de lo esperado y la Bolsa no analiza que con los resultados que vamos conociendo los multiplicadores se disparan, es decir, ponen muy caras las cotizaciones actuales y, en teoría, restan potencial de subida a los índices.

La máxima representación de esta liturgia, que siempre alcanza niveles de paroxismo en tiempos de crisis, como los actuales, la encontramos en los resultados presentadospor los grandes bancos USA yy por potras tantas empresas emblemáticas. Los resultados son muy malos, sin paliativos, o si se prefiere, no lo suficientemente buenos como para sostener las valoraciones bursátiles actuales. Hay más, muy pocas empresas han despejado de manera ní­tida y sin ambages su futuro. Los grandes expertos advierten de lo peor en términos de resultados empresariales no ha pasado y que en trimestres sucesivos continuará el deterioro.

Mientras eso sucede, o no, Wall Street alcanza la gloria. La escenografía continúa, así, y el inversor debe aceptarla como tal, al menos a corto plazo. El inversor que no quiera sobresaltos debe permanecer fuera del mercado o asumir que pese a este enfoque de Wall Street y de su modo de analizar los balances, la conclusión es obvia: las valoraciones son excesivas. Las cifras son malas y se esperan que sean peores en los próximos trimestres.  Pero no desafiemos al futuro. Vamos a ver cómo va la ceremonia de los resultados semestrales. En ella estamos.


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