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Un buen amigo ayer se mostró frustrado por ser un prejubilado con apenas 60 años. Al final, se consideraba demasiado joven para no seguir trabajando, sin que le sirvieran mis razonamientos de que era hora de “vivir la vida”. Pero es que su vida es un trabajo que le guste. Algo que tenía antes.

 

Pensando en esta conversación leo con inquietud un escueto análisis que incluye el ECB en su último informe mensual. Se titula: “El Informe sobre el envejecimiento 2015: ¿cuál será el coste del envejecimiento en Europa?.

 

Europa se enfrenta a un reto demográfico. Se prevé que la tasa de dependencia de los mayores, es

decir, el porcentaje de la población de más de 65 años sobre la población en edad de trabajar, casi se duplique

en la zona del euro, pasando de la tasa actual de alrededor del 29 % a más del 50 % en 2060…..

¿Piensan en las consecuencias de lo anterior? Desde los riesgos para la sostenibilidad de las finanzas públicas y crecimiento potencial. Obviamente, estos dos factores son claves para el diseño de la política económica, más allá de la monetaria.

Miren ahora este gráfico…

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Se prevé que los costes totales del envejecimiento de la población aumenten en 1.5 puntos del PIB para el área entre 2013/2060, aunque con evidentes diferencias por países. Por ejemplo, con un fuerte aumento en Alemania (5 puntos) e incluso ligeros descensos en España y Francia. Bélgica será uno de los países que se enfrente a un mayor desafío en el futuro al considerar esta variable.

¿De qué costes hablamos? Por ejemplo, del gasto en pensiones (12.3 % del PIB en el área en 2013), atención sanitaria y cuidados de larga duración. Si hay discrepancias sobre el comportamiento del primero por países, de los dos últimos se espera aumentos de forma generalizada. Otros gastos que pueden compensar el aumento es la educación y desempleo.

Por cierto, se ha revisado a la baja la variación en este periodo  desde un informe previo anterior (de 3 puntos del PIB a 1.5) en algunos países por las reformas estructurales llevadas a cabo en muchos países del área. En otros casos, la mayoría,  simplemente se han ajustado los supuestos de base: demográficos y macroeconómicos.

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¿Supuestos demasiado optimistas? ¿lo es fijar una productividad marginal del 1 % a largo plazo? ¿una tasa de desempleo estable del 7.5 %?. Incluso, observando el debate implícito sobre pensiones (la “línea roja” que repiten las autoridades griegas), no está del todo claro que en algunos países donde la tensión social y política lo exija se puedan revertir algunas reformas ya tomadas.

¿Y el futuro? Claro, incierto.


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