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Gran Bretaña o como crear bienestar a toda la sociedad minimizando al Estado

por Carlos Moreno Hace 8 años
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En España ha calado en la población la creencia generalizada de  que todo aquel que proponga reducir el Estado debe hacerlo a costa de reducir el bienestar del pueblo, pero hay ejemplos numerosos en los que el bienestar social de una nación se ha incrementado de manera notable cuando el tamaño del Estado se ha reducido. Es una verdad constatable observar cómo se han alcanzado mayores cotas de bienestar en muchos casos al reducir el intervencionismo estatal, ya que cuando el Estado y sus políticos se han mantenido al margen es cuando se ha permitido desarrollar las sociedades más eficientes, prósperas y avanzadas.

 

El ejemplo de Inglaterra en los años 80:

A mediados de los setenta la economía de Gran Bretaña se situaba a la cola de los países de Europa, con una tasa de inflación que superaba el 20%,  una elevadísima tasa de paro, unas tasas impositivas que eran las más altas de Europa y un estado que se encontraba sobredimensionado. El país se encontraba al borde de la quiebra, con unos sindicatos que ostentaban un enorme poder y una estructura empresarial dependiente del Estado que vendría a recordar a la actual clase política que ha dirigido España.

En medio de este desolador panorama surgió la emergente figura de una mujer de clase humilde, inconformista y que inició una revolución para luchar contra lo que las instituciones le querían imponer, esa mujer no fue otra que Margaret Thatcher.

Al llegar al poder la primera ministra británica se dio cuenta que si quería lidiar con los problemas sociales del país, antes debía poner a funcionar la economía de Gran Bretaña. El principal objetivo que se trazó fue el de conseguir incrementar la renta disponible en los bolsillos de todos sus compatriotas, privatizando todos aquellos servicios que no fueran eficientes y favorecer un marco regulatorio y legal que permitiese el crecimiento de las empresas en un entorno de eficiencia y competitividad.

Cuando tomó estas medidas hubo de enfrentarse a una enorme presión social por parte de unos sindicatos apoltronados que no permitían sus políticas de recortes, pero  la que más tarde se conocería como la Dama de Hierro, llamada así por la fortaleza y energía con la que llevaba a cabo sus decisiones, siempre se mantuvo firme en unas convicciones que sabía que a largo plazo darían sus frutos. Si el gasto del estado no se recortaba la solución sería la bancarrota y ella no iba a tolerar la caída de una gran nación como la suya, prefirió sacrificar su popularidad a cambio de un proyecto de país que a largo plazo es incuestionable.

Desde que Margaret Thatcher llegó al poder hasta 1990 año en que abandonó el poder, la renta per cápita real de los británicos aumentó en nada menos que un 34% y lo que más sorprenderá a los defensores del Estado como redistribuidor de la renta, la renta disponible de las clases más desfavorecidas subió casi un 40%. El número de británicos con una casa se incrementó en más de 2,5 millones de habitantes. Para conseguir este éxito redujo notablemente los impuestos, rebajando el tipo marginal máximo que antes de su llegada era del 83% (absolutamente confiscatorio) hasta el 40%, atrayendo la inversión al país y manteniendo los ingresos fiscales en un 40% del PIB pese a dicha rebaja. El gasto público bajo del 44.6% al 39.2% del PIB, cabe recordar que los países donde se han aplicado las políticas de austeridad en Europa apenas han reducido dicho gasto en términos de PIB pese a sus políticas de recorte.

 Cuando la Dama de Hierro dejó el gobierno tras dos breves recesiones y la guerra de las Malvinas, Gran Bretaña era otra vez un líder mundial que servía de ejemplo con sus políticas económicas de crecimiento, en la que el Estado está al servicio de trabajadores y empresarios para incentivar las inversiones, convirtiendo a Gran Bretaña en un país donde se cree en los empresarios como generadores de riqueza y no se tiene al funcionario sino al empresario como modelo a imitar.

 

En este caso hemos hablado del milagro británico de los ochenta, pero son infinidad los ejemplos que vienen a demostrar que este proceso económico  es algo demostrable, lo triste es observar cómo en España se quieren administrar las mismas medidas que nos condujeron a la crisis, es decir darles más control a los políticos sobre nuestras vidas y estamos iniciando un peligroso giro hacia un mayor control estatal en todas las materias, cuando los estudios serios de los mejores economistas  demuestran con datos estas evidencias.


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