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Tampoco esperamos novedades desde el BOJ en su reunión de esta semana. Lo que no significa que las descartemos en el futuro: no sería lógico partiendo de la "promesa" que hizo su Gobernador de tomar todas las medidas monetarias que sean precisas para alcanzar el objetivo de inflación del 2 % en los años. Por el momento, la inflación se mantiene en niveles del 0.7 %. Y las previsiones de los más optimistas la fijan en niveles del 1.5/1.7 % el próximo año. Considerando, naturalmente, la subida prevista del impuesto sobre el consumo a partir de abril.

 ¿Qué es la Abenomics? La definición "más comúnmente aceptada" alude a la combinación de tres elementos de política económica: 1. estímulo monetario; 2. estímulo fiscal; 3. reformas estructurales. Los dos primeros enfocados en luchar contra la deflación y cerrar el actual output gap. El último  busca  lograr un aumento del crecimiento potencial, por encima del 1.0 % estimado en estos momentos. En definitiva, sacar a la economía de la atonía actual y favorecer que la recuperación posterior sea sostenible.  Partiendo de estos conceptos tan simples, ¿cómo se entiende ahora la subida prevista del impuesto de consumo para el próximo año? Algo muy obvio: la obligación de tomar medidas que permitan ajustar las finanzas públicas a medio y largo plazo. En definitiva, podríamos decir que la nueva política económica diseñada por el Gobierno Abe pasa por combinar medidas expansivas a corto plazo, enormemente expansivas si fuera preciso, con otras fiscales a medio plazo restrictivas. Debo admitir que no es la primera vez que un gobierno japonés incumple una estrategia de este tipo subordinándola finalmente a la evolución de los datos peores a lo previsto.

Y es que las cosas nunca son tan simples. De hecho, el Gobierno japonés parece confiar más en la demanda internacional potenciada con una moneda a la baja y en la recuperación de la demanda doméstica, estimulada por medidas fiscales y monetarias, frente a  las reformas estructurales que pueden posibilitar una aceleración sostenible  del crecimiento. Se alude a estas medidas que abarcarían desde la reforma del mercado de trabajo, liberalización de servicios, inmigración de forma recurrente mientras se aplaza su aplicación efectiva. A principios de junio, el Consejo de Competitividad (CIC) anunció (anunciar no es aprobar) varias medidas dentro de la "Estrategia de Crecimiento". Desde la restructuración de la industria, acuerdos público/privados, reforma eléctrica, desarrollar zonas económicas y la prescripción online de medicinas. Además, se mantienen en estudio otras medidas que van desde ayuda a emprendedores, reforma de la sanidad, energía y medio ambiente y para el empleo. Pero tanto en el primer caso como en el segundo grupo de medidas la lentitud en su negociación y aprobación, como anticipo de su aplicación, es clara. La oposición es claramente política en algunos casos, empresarial en otros. Y también dificultad social en muchas reformas anunciadas. ¿Qué puede cambiar todo esto? China. O más bien la creciente influencia económica y política de China. Quizás las autoridades japonesas ahora sí tienen un reto exterior que les obligue a tomar medidas estructurales. Lo iremos viendo con el tiempo.

Y en este punto entra de nuevo el BOJ. Si en enero anunciaba compras de deuda por 10 tr.,  en abril lo ampliaba, introduciendo el objetivo de 2 % para la inflación, con la duplicación de la base monetaria. Ayer mismo el Subgobernador consideraba que la estrategia del BOJ es evidente y pasa por crear un escenario monetaria factible para luchar contra la deflación. Aquí ya no se habla de ganar una batalla sino más bien de vencer en la Guerra


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