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A decir verdad, los precios de importación mantienen una tendencia decreciente en la zona EUR desde hace ya tres años. La diferencia es que en los dos primeros ejercicios era la apreciación de la moneda la que abarataba los precios y en los últimos seis meses se trata del desplome de los precios de commodities liderada por el crudo. ¿Hasta qué punto este comportamiento bajista de los precios de importación ha influido en los temores de deflación? La respuesta no es simple. Piensen que tras un primer impacto directo bajista, como podría ocurrir ahora con el precio del crudo o del grano, hay otro impacto indirecto también a la baja en términos de menores costes de producción que se aplaza en el tiempo. Y luego están las expectativas de inflación: el mejor indicador de la inflación futura sigue siendo la pasada, algo que el ECB ha tratado de combatir hasta el momento con medidas monetarias expansivas tradicionales. Lamentablemente, quizás han alcanzado su límite en términos de efectividad.

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El ECB ha estimado que un descenso de 10 % en los precios del crudo tendrá un impacto de 0.4 puntos a la baja en la inflación a través de un impacto directo y otros 0.2 puntos en dos años a través del impacto indirecto al que me refería antes. Siguiendo con este razonamiento, al impacto indirecto de la caída de los precios de la energía y otros precios de commodities se le puede atribuir 0.6 puntos del descenso de 0.9 puntos en la inflación subyacente desde 2011.¿Les parece mucho? Pues entonces entiendan la inquietud de nuestras autoridades sobre el deterioro de las expectativas de inflación, algo que sin duda puede impulsarlos (espero que lo haga) a adoptar medidas monetarias expansivas “excepcionales” a finales de enero. Y es que la situación también es excepcional, aunque lamentablemente esta excepcionalidad puede prolongarse demasiado en el tiempo.

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 Es precisamente este objetivo, romper un escenario de inflación estable en niveles bajos (y siempre bajo la amenaza de convertirse en deflación ante cualquier shock….con demasiados candidatos, externos e internos), lo que debe inspirar también a nuestras autoridades políticas para tomar medidas conjuntas orientadas tanto a impulsar la demanda a corto plazo como implementar medidas de estructurales y liberalización a medio y largo plazo. Esto último es precisamente lo que está fallando en Japón, comprometiendo el éxito del BOJ en su política “inflacionista”. El viernes pasado aparecía un artículo en Reuter anticipando que el Presidente Draghi podría asistir a la próxima Cumbre Europea del jueves repitiendo el mismo mensaje de Jackson Hole: el escenario actual y el previsible a futuro es demasiado complejo para ser combatido sólo con medidas monetarias, por muy extremas que sean. Lamentablemente, no espero un gran éxito en su apelación de medidas a nivel “europeo”.

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