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“Mejor 12 horas trabajando en la cocina de un restaurante que viendo la televisión ¿no?...”

por La Carta de la Bolsa Hace 9 años
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En los estertores del verano, muchos ciudadanos estiran las vacaciones todo lo que pueden. Otros aprovechan la luz decreciente del sol en las playas. La Costa del Sol ha estado especialmente concurrida este año. Cuerpos desparramos en la arena, como hace treinta años, y hamacas sólo cubiertas en días y horas muy concretas. "Dos hamacas y una sombrilla cuestan nueve pavos. Con ese dinero, mi chica y yo hacemos la compra en Mercadona y tenemos para media semana. Ya sabes, un pollo, una bolsa de arroz, una lechuga y unos tomates. Por eso, cada vez hay más gente tumbada en la arena. Lo de las hamacas es como lo de los taxis, una pasada, muy caras y cada vez más, privilegio de unos pocos", comenta un lugareño, muy entrado ya en la treintena, sí más de 30 años, a un amigo. Su voz es atronadora y, sin quererlo, escuchas la conversación. A la vez que lían un porro (los porros están muy de moda en las playas desde hace años, "¿a qué huele?", me pregunta una señora que está a mi lado) se comentan alborozados las últimas nuevas. "Joder, quiyo, hace meses que no te veo ¿Trabajas?", le pregunta el que tiene la voz más potente. "Sí, sigo con la grúa para montar y desmontar escenarios. Hace unos días estuvimos en Caños de Meca, no veas la que se monta allí cada verano. Hay de todo, para dar y tomar. El otro día dormí en la playa y el espectáculo era alucinante", le responde al mismo tiempo que le devuelve la pregunta.

"¿En qué curras ahora?"

-."Doce horas en la cocina de un restaurante en Marbella. Me pagan menos de 1.000 euros. Hoy ya me ha gastado cien pavos entre la comida con mi hija, mi hermana y su hijo, las hamacas, los helados y, por supuesto, un par de pelotazos, jajajaja..."

-."¿Estás contento? A mí tampoco me sobra la pasta. Cada vez pagan menos. Pero tengo para mis petas. Sólo petas. Beber no bebo apenas, porque sigo dándole a la bicicleta..."

-."Ni contento ni descontento. Es lo que hay y mejor eso que no estar sentado  el día viendo la televisión ¿no te parece? Ya casi con cuarenta años, separado y con una hija ¿qué hago viendo la televisión? No creas que era yo solo el que veía los programas basura de la tele, cuando más basura mejor. Los jóvenes y no tan jóvenes, los viejos y no tan viejos, andan enganchados a los programas de parejas y demás desde la mañana a la noche. Hay más gente de lo que parece. Y quiyo, a uno se le pasa el arroz, jajajaja..."

En este punto, me viene a la mente las conversaciones que mantengo con amigos y enemigos desde hace tiempo. La frase más común: "mi hijo/a está todo el día viendo la tele". Hijos/as con 18 años para arriba, para muy arriba. Recuerdo también, lo que leí hace unos días de Ilan Brat y Giada Zampano en The Wall Street Journal:

Los jóvenes europeos pagan los costos de los beneficios que recibieron sus padres

Cuando los padres de Serena Violano rondaban los 30 años, tenían buenos trabajos, casa propia y dos hijas pequeñas.

Hoy, Serena es una egresada de derecho de 31 años que todavía comparte su dormitorio de adolescente con su hermana mayor en la casa de sus padres, en la pequeña localidad de Mercogliano, cerca de Nápoles.

Violano se dedica a estudiar para el examen de notario con la esperanza de conseguir un empleo estable. La tensión que genera su situación a veces se traduce en discusiones con su hermana sobre las tareas domésticas o la habitación que comparten. Su novio de 34 años pasa de un contrato de corto plazo a otro y Violano ni siquiera se atreve a soñar con forjar la clase de vida que sus padres dan por descontado.

"Para nuestros padres, todo fue mucho más fácil", señala. "Tuvieron la oportunidad de empezar su propia vida. Nosotros, en cambio, no tenemos ninguna garantía sobre nuestro futuro". Su adultez atrofiada y falta de expectativas representan una división generacional entre los europeos mayores y los más jóvenes que pone a prueba el sueño continental de una prosperidad para todos.

En las economías más débiles de la zona euro, las personas de entre 20 y 40 años tienen muy pocas esperanzas de igualar el éxito profesional, el dinero y la seguridad económica alcanzada por sus padres. En lugares como España e Italia, la tasa de empleo se ha derrumbado entre los menores de 40 años desde 2008, aunque se ha mantenido relativamente estable o incluso ha crecido para la generación de sus padres...


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