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Me gustan los becarios, por ingenuos, porque enredan en todo. Aunque destrocen los índices…

por La Carta de la Bolsa Hace 9 años
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Los grandes jefes están de vacaciones. La tecnología no los hace omnipresentes, porque esa es una cualidad divina, pero casi. Siguen con más o menos detenimiento los sucesos y el comportamiento del mercado. Pero quienes de verdad guardan la viña son los de siempre por esta fechas: los becarios. Me gustan los becarios por ingenuos, porque meten la pata, porque enredan en todo. A veces, lo hacen tan bien que desenredan madejas y abren los párpados a sus ojos, cargados como están de tanto sol y de crema, de tanto tinto de verano. Hace unos años, justo ahora, los índices globales comenzaron a revolotear en el aire, como lo hace una perdiz herida de muerte. Cuando a este pájaro, de buen comer, alguien le dispara un  solo plomo en la cabeza sube en el aire como puede tratando de buscar su salvación, pero al instante cae fulminada. En aquél verano que muchos recordamos, las Bolsas comenzaron a caer de manera, decían, desordenada y sin que los jefes lo entendieran. Como muy pocos sabían el porqué, culparon a los becarios del desaguisado. Becarios que se equivocaban con las órdenes, becarios que desconocían las normas operativas en momentos de falta de negocio. Pero los becarios acertaron: tenían razón ¡Ay de los becarios! ¿Han vuelto con voz y voto? ¿O fueron desenterrados de por vida como los becarios y becarias de la Casa Blanca? Y si han vuelto ¿tendrán razón esta vez?

Este verano, esta coyuntura, justo ahora, tiene muchos de aquellos viejos tintes. Los índices soportan importantes varapalos con razonamientos y excusas que se han manejado desde hace meses y que, no obstante, apenas han tenido hueco en los análisis de situación y de estrategia. La geopolítica, de la que tanto se habla ahora, lleva instalada muchos meses. Lo mismo sucede con los resultados de las empresas. También se sabe desde hace tiempo que los tipos de interés subirán en Estados Unidos más pronto que tarde y,  por supuesto, los actores en el mercado deberían saber a estas alturas de curso que las cosas de la recuperación económica van muy despacio.

Entonces ¿por qué el castigo cruel de los últimos días? ¿Hay razones suficientes que hagan sostenible el comportamiento de los índices bursátiles hasta explicar esa caída en seis días superior al 6%, equivalente a más de lo mitad que lo que se había ganado hasta enero? ¿Es un nuevo juego de becarios intrépidos e ingenuos?

Aún es pronto, me dicen mis gurus, para que salten las alarmas. Está claro, en cualquier caso, que la situación económica no es la que aparece en algunos medios, ni para bien, ni para mal. Ni el cielo ni el infierno. Por eso ¿pueden soportar las Bolsas las valoraciones actuales?

Interesante, muy interesante, a mi entender, las reflexiones del economista Tyler Cowen  de ayer en El País: “Lo máximo a lo que aspiramos es a agarrar pedacitos de crecimiento”


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