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Los inversores no deberían hacer caso a los economistas

por Carlos Montero Hace 9 años
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En un mundo perfecto, los inversores sólo tendrían que ver las predicciones de los economistas sobre dos cuestiones clave para conocer qué harán las acciones: las tendencias de la productividad y la eficacia de las políticas macroprudenciales. En el mundo real, sin embargo, muchos inversores todavía tienen que captar el grado en que estos temas influyen en la siguiente etapa del ciclo de mercado; y los que lo hagan pueden obtener una guía insuficiente.

       

Mohamed El-Erian nos pone en contexto.

La mayoría de los analistas del mercado estarían de acuerdo con estas dos hipótesis: primero, que el crecimiento económico inusualmente lento no ha perjudicado al mercado de acciones tanto como se hubiera esperado de los modelos tradicionales; segundo, que los bancos centrales hiperactivos han impulsado los precios de los activos a través de medidas experimentales, y no como un fin en sí mismo sino como un medio para estimular una mayor actividad económica. El resultado ha sido una brecha notable entre las bolsas y las economías.

Afortunadamente, como lo ilustra la reciente serie de datos de empleo en Estados Unidos y el modesto repunte en el crecimiento en Europa, las economías se curan con el tiempo. Si bien esta recuperación sigue siendo inferior a la que deseamos, plantea un creciente dilema sobre la política de los bancos centrales, en particular, de la Reserva Federal, dado el buen comportamiento económico de Estados Unidos frente a Europa y Japón.


Las creencias de la Fed

Hasta ahora, los funcionarios de la Fed han estado muy cómodos con su política monetaria y las compras de activos (conocidas como "flexibilización cuantitativa", que debería terminar totalmente en octubre, según el comunicado de la semana pasada de la Fed). Han mantenido un enfoque dinámico en su política monetaria al tiempo que reconocen que ciertos activos se acercan a territorio de "burbuja". De hecho, la presidenta de la Fed, Janet Yellen, señaló recientemente que asumir más riesgo debido a unas tasas de interés excepcionalmente bajas "puede ir demasiado lejos, lo que contribuiría a la fragilidad del sistema financiero".

Hay dos razones principales por las que la mayoría de los funcionarios de la Fed no tienen ninguna prisa para retirar las medidas de estímulo, y por las que son críticos a la hora de apoyar a las valoraciones actuales del mercado.

En primer lugar, consideran que, a pesar de la caída de la tasa de desempleo al 6,1%, hay bastante inactividad en el mercado laboral. Así, no están preocupados por el crecimiento salarial inflacionario. En segundo lugar, creen que los excesos de los mercados financieros se pueden contrarrestar con eficacia por la reciente renovación de las políticas macroprudenciales, tanto a nivel nacional como internacional.

Ambas hipótesis son sólo eso - hipótesis. Y están sujetas a riesgos notables, dado que la Reserva Federal, y los demás bancos centrales, se encuentran en aguas desconocidas.

En caso de que la decepcionante evolución de la productividad continúe, la Fed podría ver como las presiones salariales están aumentando a un ritmo más rápido de lo que desean. Además, las medidas macroprudenciales pueden haber fracasado ya que los inversores creen que la caída de la volatilidad en el mercado es una luz verde para que todos compren y se apalanquen en activos de riesgo.

A juzgar por la experiencia pasada, los economistas no están en condiciones de hacer predicciones seguras sobre el riesgo de una mayor inestabilidad económica y financiera. Las tendencias de productividad son difíciles de medir con precisión, y mucho menos predecir. Evaluar la inestabilidad financiera es aún más difícil. No es sólo que la mayoría de los economistas calcularan mal el período previo a la crisis financiera de 2008; incluso funcionarios de la Fed, que podría decirse que están mucho más cerca de los mercados, se sorprendieron por la "rabieta" que cogieron los mercados por los mensajes de la Fed del año pasado que sugerían el principio del fin de los estímulos. Y si todas estas personas no pueden remediar la fragilidad subyacente del sistema financiero, es difícil tener confianza en la eficacia de las medidas macroprudenciales.

Todo esto quiere decir que los fundamentos que subyacen tras la actual fase de toma de riesgos en los mercados financieros están lejos de ser robustos. Sí, el enfoque de la política de la Fed podría tener éxito en los próximos trimestres, validando así las elevadas valoraciones de mercado, incluso impulsándolas aún más al alza.

Pero el momento es inherentemente incierto. Y existen riesgos de escenarios menos agradables como el de la estanflación y una mayor inestabilidad financiera.


Fuentes: Mohamed El-Erian


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