La salida de las recesiones suele tener al sector exterior como protagonista.

Mejora de competitividad (de la mano de una moneda depreciada especialmente), dinamismo exportador, debilidad importadora…al final, el ajuste del sector exterior es también una consecuencia de las crisis. Y saneamiento de los desequilibrios más crecimiento de las ventas netas en el exterior es un campo abonado para la recuperación.

La teoría se ha cumplido durante la Gran Recesión, especialmente en España donde el sector exterior se ha tenido que enfrentar a un descenso acumulado de la demanda doméstica de 17.8 puntos porcentuales (más del doble de la recesión sufrida en los noventa). Y el resultado ha sido un descenso acumulado de más de 8 puntos del Producto.

En los siguientes gráficos podemos ver una evolución comparada de las principales macromagnitudes en la Crisis de los noventa frente a la actual. Por cierto, ¿hemos superado la Crisis actual?.

El papel del sector exterior fue fundamental, como he comentado antes, para amortiguar el descenso de la demanda interna. Pero, es también cierto que fue una combinación de la mejora de las ventas  (2 p.p.  en promedio anual) y especialmente por el retroceso de las compras (-3.6 p.p.). Las importaciones han retrocedido 17.1 puntos porcentuales en los últimos cinco años.

Dicen que la mejora de la competitividad derivada de los ajustes internos (precio y/o cantidad) es más duradera a la obtenida a través de una depreciación de la moneda. Como ven, ambos casos los hemos visto en las Crisis de los noventa y la actual. La depreciación del tipo de cambio efectivo real fue similar en ambos casos, aunque en el actual tenemos que hablar de un ajuste a la baja del 15 % en los costes laborales relativos en España.

Según los cálculos del Banco de España, el tipo de cambio efectivo real frente a los países desarrollados se ha depreciado en la Crisis más del 16 %.

Los últimos datos del comercio exterior admito que son algo inquietantes: una cierta moderación reciente de las ventas (la propia moderación del comercio exterior mundial es también difícil de calibrar) y un fuerte aumento (insostenible en mi opinión) de las compras. De hecho, extrapolados llegaríamos a la conclusión de que la expectativa de un superávit estable en la balanza corriente no se podrá alcanzar. Pero, es fundamental que se produzca para continuar con el ajuste del déficit exterior de la economía. Además, no es tampoco sostenible una recuperación en España apoyada en el consumo privado como se puede extraer de los datos conocidos ayer en un contexto de contención salarial, debilidad del empleo y de nuevo por la necesidad de ajustar la deuda acumulada durante la Gran Moderación previa a la Crisis.