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"No tengo ni idea de economía ni de mercados. Mi objetivo es conseguir corretajes..." (un trader)

por La Carta de la Bolsa Hace 10 años
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Comí hace uno días con el responsable de Bolsas, mercados y productos financieros de un chiringuito legal, de esos que están autorizados por la Comisión Nacional del Mercado de Valores, pero que son chiringuitos puros y duros. A petición suya, omito el nombre del protagonista de esta historia, que ha servido a tanto y tantos guiones de cine y de novelas al uso, porque la realidad es la que es. Me asombran, aunque cada vez me asombran menos cosas, varios asuntos: su edad (23 años); su falta de preparación universitaria (dice que estudia Economía); su forma de vestir (sin corbata y con pantalones tipo pitillo) y, lo que es más importante, su total desconocimiento de los mercados, su ignorancia patente sobre Bolsas y su gran desparpajo para venderte desde un put de petróleo hasta acciones de Iberdrola o de Disney y lingotes de oro. Después de diez minutos de monólogo y de intentar venderme acciones de una compañía USA, que ha descubierto la fórmula mágica del crecepelo y que el mercado aún desconoce (no me digan que no tiene huevos el niño) le planteo un par de simulaciones, sólo un par, que desconoce. Pero mi interlocutor ni siquiera se sonroja lo más mínimo: "No tengo ni idea de economía ni de finanzas, porque aún no he terminado la carrera. Eso lo lleva otro departamento. Tampoco tengo mucha visión sobre los mercados. A mi mi jefe me dice cada mañana lo que tengo que vender, en el sentido comercial del término, y me pongo manos a la obra. Yo soy un trader que sólo busca corretajes. Lo que hagan o dejen de hacer los índices y las acciones me da igual..."

"Me lo dijo un compañero de clase. Hice la entrevista y al día siguiente me llamaron para trabajar. Tengo un neto no muy alto. La clave están en las comisiones por cliente y por operaciones. Mi jefe es un supercrack. Con sólo 27 años ya tiene en nómina 15 personas y va en aumento ahora que los mercados piden paso, tienen ganas de subir..."


“A primera hora de la mañana mi jefe se reúne con cuatro analistas, que tiene en nómina. El resto somos comerciales. Cada día establecen una estrategia: hoy Bolsa española, mañana derivados del petróleo. Una vez que se han puesto de acuerdo, nuestra labor consiste en llamar a los clientes para proponerles la idea, el pelotazo del día. Cada cliente, una operación y cada operación, un corretaje…”

“ Ya llevo dos días en esta empresa. El compañero de clase que me la recomendó dio el primer día un pelotazo. Fue la venta de futuros del Dow Jones. Se llevó 3.000 euros del ala…”

“Mi jefe me dice que hay que aprovechar la veta, porque bancos y cajas no dan nada por los ahorros y muchos ciudadanos están hambrientos. Quieren ganar dinero como sea. A mí me han dado un listado de agricultores con dinero, tenderos y comerciantes. En tiempo que llevo, la cosa funciona…”

No quise escuchar más. Me despedí con el viejo truco de “luego nos vemos, tengo una reunión”. Salí a caminar, como todos los días. Concluí que la avaricia es consustancial al ser humano y que la ignorancia es prima hermana de la barbarie, como decía mi maestro de escuela.


Les dejo con este enlace. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha alertado recientemente de lo que conocemos como chiringuitos financieros. La legislación de España obliga a los bancos, cajas, cooperativas y otras entidades a registrarse en el Banco de España. No obstante, en el caso de las gestoras de fondos o de las agencias o sociedades de valores, la CNMV es la encargada de velar por la seguridad. Puede consultar qué entidades están autorizadas para prestar estos servicios en un sencillo buscador de la web de la CNMV. Además en el portal del Banco de España está disponible el Servicio de Atención al Cliente, que remite a estos organismos de las diferentes entidades autorizadas por el supervisor financiero.

¿Qué debe hacerle desconfiar de los productos financieros? Según las principales organizaciones de consumidores, los chiringuitos financieros destacan por sus promesas de altas rentabilidades y por trabajar de forma opaca y con técnicas más agresivas de lo habitual. Se debe desconfiar ante todo de los correos electrónicos, que en ocasiones suplantan la identidad de otras entidades sí autorizadas.


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