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El precio de la energía

por The Oil Crash Hace 10 años
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Queridos lectores,

Uno de los dos JotaEles que contribuyen a este blog me ha hecho llegar este interesante ensayo sobre el verdadero precio de la energía. Espero que sea de su interés.

¿Realmente está cara la energía?

Con la subida del precio de la electricidad a principios de año se ha puesto de manifiesto tanto en los medios de comunicación como en el sentir de la gente, los altos precios de la energía que estamos padeciendo. Sin embargo, viendo la forma como la sociedad derrocha la energía no parece que esté lo suficientemente cara.

A continuación voy a exponer algunos ejemplos y actitudes de cómo la sociedad está acostumbrada a derrochar energía como si se tratara de un recurso ilimitado y barato.

Voy y vuelvo del trabajo andando, lo cual me lleva dos horas de recorrido por Madrid. Durante este tiempo paso por varias vías principales las cuales sobre todo por la mañana casi siempre están saturadas de coches, la mayoría con un solo ocupante, atascados o en circulación lenta debido a la alta intensidad del tráfico. ¿Realmente a toda esta gente le es imprescindible utilizar el automóvil todos los días? Si es así, mejor sería cambiar hacia otro tipo de vehículo más rentable. Sin duda una scooter o una bicicleta eléctrica (según la distancia a recorrer) serían vehículos mucho más rentables y mejor adaptados para núcleos urbanos. Pero una equivocada necesidad de bienestar propia de las sociedades de consumo hace que la gente siga aferrada al coche aunque no le salga tan rentable.

Otro comportamiento que se ve a menudo es el permanecer estacionado con el motor encendido. A pesar de que la mayoría de fabricantes de automóviles recomiendan apagar el motor en estancias de tiempo prolongadas (más de un minuto), es frecuente ver coches estacionados sin apagar el motor. Es raro el día en que no vea uno o más coches estacionados manteniendo el motor encendido, bien esperando o hablando con alguna persona, o bien hablando por el móvil. Incluso hasta he visto dormir en automóviles en verano con el aire acondicionado y en invierno con la calefacción. Luego estas personas seguramente se indignarán cada vez que sube el precio de los carburantes.

Atendiendo a estadísticas energéticas, el consumo de combustibles de automoción está bajando desde el 2007, por lo que indudablemente el mayor precio de los carburantes está haciendo aumentar la eficiencia en el sector del transporte, sin embargo el coche se sigue utilizando de forma masiva en entornos urbanos. La intensidad de tráfico en Madrid tan solo ha bajado un 7% desde el 2007 si lo comparamos con la bajada del gasoil que ha sido de un 20,5%. Esto parece indicar la continuada preferencia por el uso del automóvil de la sociedad, aunque se esté limitando su uso debido al mayor precio de los carburantes.

Tampoco demuestra que la energía esté muy cara la multitud de bares y restaurantes que ponen calefactores de infrarrojos en el exterior, bien en carpas o bien en mesas al exterior. Incluso se puede ver que algunos bares y restaurantes mantienen sus radiadores encendidos en las carpas vacías como reclamo para que la gente entre a comer o a tomar un café en sus bien acondicionadas estancias exteriores. Por lo visto la energía es algo que se puede pagar fácilmente con el consumo de unos cuantos cafés.

En el post “Sociedad de consumo y energía” criticaba el abuso de calefacción que requería mi comunidad de vecinos. Pues bien, en el último año conseguí convencer a la comunidad para que el termostato de la calefacción central se fijara a la más que razonable temperatura de 22 grados. Fruto de esto, en este último año hemos reducido el consumo de gas en 29.177 kWh. El ahorro de dinero fue de 3.328 € lo que supuso unos 92€ de ahorro por vecino al año. Para algunos en la comunidad acostumbrados al mayor derroche de calefacción que había antes, no les mereció la pena ese ahorro, y mucho menos si consideramos que el gasto final, con el aumento del IVA del 18 al 21% resultó igual que en el año anterior.

En cuanto al gasto de electricidad en la comunidad, el ascensor supone el mayor gasto eléctrico. Hace unos años se hizo un presupuesto para poner detectores de presencia que encendiesen las luces de la escalera de forma individual en cada piso, pero esto resultaba más caro que el consumo de electricidad de bastantes años, con lo que se abandonó la idea. Actualmente cada vez que un vecino de los menos luminosos pisos bajos activa la luz, se enciende la luz de todos los pisos, aunque en los últimos pisos haya luz natural de sobra. Precisamente esta falta de rentabilidad de las tecnologías más eficientes debido a los bajos precios de la energía es una de las razones que más alega la gente cuando les hablas de tecnologías eficientes. Es chocante que una sociedad de consumo acostumbrada a tirar el dinero en miles de cosas superfluas, es en cambio diligente cuando se trata de medir la rentabilidad de tecnologías eficientes más caras que las convencionales; tecnologías como puedan ser los detectores de presencia, las bombillas led, los coches híbridos, captadores solares, etc.

Otra de las razones que más alega la gente es la resistencia que tienen a reducir ciertos estándares de nivel de vida que consideran imprescindibles, estándares asumidos por la sociedad y a menudo muy desmesurados, como puedan ser un excesivo bienestar en la calefacción, en la iluminación, en el uso de electrodomésticos, en el uso del automóvil, en los requerimientos de tamaño y potencia del automóvil, etc.

Sin duda los progresivos aumentos en el precio de la energía pondrán las cosas en su sitio fomentando actitudes más ahorrativas en cuanto a los recursos energéticos e imponiendo las tecnologías más eficientes.

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La siguiente gráfica está formada con datos de los balances energéticos de la AIE y datos de consumo de las ponderaciones del IPCA , ambos del año 2011. El dato de consumo de carburantes de los automóviles está sacado del IDAE. La gráfica muestra una comparación del consumo energético directo que consumen las familias en España con el coste que tienen que pagar por el correspondiente gasto de energía. Se ha puesto también el consumo energético en alimentación y su correspondiente coste como contraste por el alto coste que tiene en relación con su bajo consumo energético.

La gráfica no da lugar a dudas, gastamos en energía directa (combustibles de automoción, gas, carbón, electricidad) un 32% de la energía final y sin embargo pagamos por ella un 10,7% del gasto total, bastante menos de lo que se paga por la alimentación, que es un 18,3%.

En los post anteriores “Sobre la utilidad de las subvenciones al combustible” y “Pobreza y pobreza energética”, se trata el tema de pobreza energética. Según el estándar acuñado en Gran Bretaña de pobreza energética, si consideramos el gasto de combustible en el automóvil, ya estaríamos en el límite de de ser pobres energéticos. Pienso que el estándar de pobreza energética acuñado en Gran Bretaña es muy alto, típico quizás de una sociedad actual muy desarrollada. En el post “Sociedad de consumo y energía” veíamos gracias a las ponderaciones del IPCA como una sociedad desarrollada como la española gasta el 9% en artículos de vestir y calzado, un 14% en restaurantes y hoteles, un 8% en ocio y cultura, y todavía quedaban algunos sectores en el que el gasto también es en su mayoría prescindible. Pienso que en un futuro a largo plazo los sectores de energía y alimentación tenderán a ser los que dominen la mayor parte del gasto familiar.

El funcionamiento de una sociedad de consumo se basa en el consumo de grandes cantidades de recursos baratos, y la energía como no podía ser de otra forma se trata como si fuera otro recurso barato más. No se tiene en cuenta que la energía en sí es el recurso base que da pié a la recolección, formación y distribución de todos los demás recursos. Por lo tanto a medida que vayan fallando los recursos energéticos, no solo fallará la energía como recurso en sí, fallarán todos los demás recursos.

Actualmente los precios de la energía están subiendo principalmente por la fuerte demanda proveniente de los países emergentes. Es previsible que esta tendencia se mantenga y que incluso se incremente cuando la producción de petróleo y más tarde las producciones de las demás energías empiecen a entrar en declive. Los altos precios de la energía forzarán a que la mayoría de recursos sean caros con lo cual el funcionamiento derrochador de las sociedades de consumo se hará inviable. Esperemos que para entonces la reacción social hacia posiciones más eficientes sea una realidad, porque lo que es hoy y quitando a los que van quedando excluidos del sistema, la mayor parte de la gente no parece querer renunciar a los excesos energéticos a los que está acostumbrada.

Una vez dicho esto, tengo que decir que no es mi intención justificar los sobrecostes de la energía fruto de los oligopolios montados por las empresas energéticas; disfrutando las compañías eléctricas además de un confuso mecanismo de tarifas por el que salen todavía más beneficiadas. Pero todo esto no quita el reconocer que el ahorro energético actualmente no es un objetivo de la sociedad, la gente está indignada por no poder mantener los niveles de consumo de unos años antes. El descontento llega hasta el punto de que está calando en cada vez más sectores de la sociedad la falsa idea de que las únicas culpables de la subida del déficit de tarifa y del precio de la energía son las renovables.

Con una mentalidad así, difícilmente se puede afrontar una crisis energética.

JotaEle


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