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¿POR QUÉ LOS BANCOS DEBEN TEMER LA SUBIDA DE LOS TIPOS DE INTERÉS?

por Vindicator Hace 1 año
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Las entidades financieras españolas llevan esperando las subidas de tipos de interés como agua de mayo para, según indican ellos, restablecer los márgenes de intermediación y hacer más rentable su negocio, o lo que es lo mismo, que a los clientes les cuesten más los préstamos y las hipotecas. Pues bien, por fin van a llegar las deseadas subidas de tipos de interés, pero a los bancos les va a quedar todavía mucha travesía del desierto para llegar a la tierra prometida, y seguro que no les va a caer el maná del cielo.

Es cierto que cuando los tipos están altos, pero estables, los márgenes bancarios entre activo y pasivo aumentan, pero también lo es que, mientras están subiendo los tipos, las hipotecas a tipo variable siguen manteniendo los tipos antiguos hasta que pasan doce meses y se vuelve a tomar una nueva referencia del Euribor (seis en términos de media para la totalidad de la cartera), y las hipotecas a tipo fijo mantienen sus tipos siempre (y se han contratado muchas en los últimos años), y el pagano no es otro que el banco, cuya financiación en los mercados financieros cuesta cada vez más y de forma inmediata. Si, además, se producen subidas sucesivas encadenadas, cuando se acabe de digerir la primera ola empezará la segunda, y cuando acabe esta, la tercera, por lo que en los próximos dieciocho meses los bancos van a sufrir y bastante con la subida de los tipos de interés.

La peculiaridad del negocio bancario hace que tenga una parte de su pasivo exigible a la vista (cuentas corrientes y de ahorro) y un pasivo a corto plazo (imposiciones a plazo) que se renueva mucho más rápido que su activo, que es mayoritariamente a largo plazo (hipotecas, deuda pública, etc.). Por tanto, el riesgo de tipo de interés es uno de los principales riesgos del negocio bancario, a veces no necesariamente entendido por el gran público. Es cierto que en las bajadas de tipos de interés los bancos se recuperan de las pérdidas provocadas en épocas de subida, pero, en la situación actual, nadie piensa que dentro de tres o cuatro años puedan bajar los tipos; simplemente se piensa en sobrevivir a los efectos de la pandemia, la guerra ucraniana y la mala gestión de las cuentas públicas, que ya es mucho.

Esa agua de mayo que esperaban los bancos puede suponer una auténtica riada en materia de recorte de márgenes en los próximos meses, lo cual, unido a las minusvalías de las carteras de deuda pública que tienen en balance, puede suponer un 2022 e incluso un 2023 especialmente difíciles para el sector bancario. Es cierto que este riesgo se ha podido cubrir con productos derivados, especialmente swaps de tipo de interés, pero habrá que ver qué bancos lo han hecho y en qué medida y, además, hay que tener en cuenta que la tendencia es igual para todos, por lo que al final siempre habrá unos que se queden con el riesgo y otros que se libren, y la composición de los libros de derivados de los bancos sólo la conocen ellos mismos y el Banco de España.

Si a lo anterior añadimos que la subida de tipos de interés encarece el coste de las hipotecas a tipo variable para los hipotecados y que muchos de ellos han contratado la hipoteca con una cuota amortizativa mensual al límite de su renta disponible, no es descartable el hecho de que una parte de esas hipotecas resulten impagadas y que se incremente notablemente el ratio de morosidad, lo que supone un incremento de provisiones bancarias con cargo a resultados. Recordemos el caso del Banco Popular, y que ya no tenemos un ministro De Guindos para que libere los balances de las entidades financieras, mandando los activos tóxicos al Sareb y que paguemos la factura entre todos los españoles.  

El resumen es que, en materia de la posible materialización de los riesgos potenciales que hemos comentado, los inversores están a ciegas, así que sería aconsejable para ellos, y para los inversores particulares especialmente, que tengan cuidado en los próximos meses con invertir sus ahorros en acciones bancarias, no vaya a ser que el agua de mayo se transforme en riada, se rompan los diques de contención y se les produzca un roto significativo a las pequeñas carteras familiares de los inversores.

 

Miguel Córdoba

                                                                                                                                                Economista


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