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Y para finalizar…el autocontrol

por Carlos Montero Hace 5 años
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Ayer dejábamos al inversor Jim Paul explicándonos las cinco fases por las que había pasado para aceptar una fuerte pérdida de sus inversiones: Negación, enojo, negociación, depresión y aceptación. Bien, hoy vamos a hablarles del autocontrol. La esperanza y el miedo acompañan cada decisión de inversión. Paradójicamente, son dos caras de una misma moneda. Por ejemplo. 

Cuando estas largo y el mercado sube, tu 

  • Espero que continúe pero 
  • miedo no lo hará 

Cuando estas largo y el mercado baja, tu 

  • Espero que se dé la vuelta, pero 
  • miedo no lo hará 

Múltiples emociones en conflicto están vinculadas a cada decisión de inversión. En lugar de controlar nuestro pensamiento en busca de signos de cada emoción, Paul sugiere que estemos en guardia ante el "emocionalismo". 

Las emociones no son ni buenas ni malas: simplemente son. No se pueden evitar. Pero el emocionalismo (es decir, la toma de decisiones basada en emociones) es malo, puede controlarse y debe evitarse. 

El ente que toma de decisiones más emocional y, por lo tanto, menos racional es la multitud. Los inversores pueden controlar su pensamiento al estar atentos a los signos de la psicología de la multitud. 

La psicología de las multitudes es el archienemigo de la autoconciencia. Paul lo explica. 

Una persona en una multitud también se deja inducir a cometer actos contrarios a sus intereses más obvios. Una de las características más incomprensibles de una multitud es la tenacidad con la que los miembros se adhieren a suposiciones erróneas a pesar de la creciente evidencia que los desafía. Entonces, cuando un individuo se adhiere a una posición en el mercado a pesar de las crecientes pérdidas, es una multitud. 

Este es un punto clave. Un inversor no tiene que ser parte de una multitud para mostrar la psicología de la multitud. Solo necesitan mostrar los signos reveladores de la irracionalidad: 

  • Un sentimiento de poder invencible. 
  • Contagio 
  • Sugestibilidad 

En resumen, un inversor es consciente de sí mismo si puede decir cuándo está actuando por emocionalismo. Es decir, cuando han personalizado una inversión y ahora están más preocupados por tener razón en lugar de ganar dinero. Por supuesto, nadie es perfectamente consciente de sí mismo. Es por eso que los mejores inversores también tienen autocontrol. 

En resumen, los inversores exitosos no se piden demasiado a sí mismos. Entienden que, a pesar de sus intentos de cultivar la autoconciencia, no siempre podrán atraparse en el acto de pensar emocionalmente. Ejercen el autocontrol con anticipación para diseñar un proceso de toma de decisiones: un plan. 


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