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¡Es la guerra!

por Carlos Montero Hace 6 años
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"Los mercados llevan en tono de corrección desde finales de enero pero hasta ahora parecía no haber una justificación de peso para alimentar el pesimismo de los inversores. Finalmente parece que hemos encontrado un buen argumento: ¡es la guerra!", así comienza un interesante análisis Nicolás López de M&G A.V. en el que explica el escenario actual de los mercados, a su juicio muy delicado y peligroso. 

Trump es la excusa que muchos gestores tomarán para recoger parte de las enormes ganancias que se han acumulado en los últimos años de tendencia alcista. De Trump dependerá también que esta corrección sea simplemente eso, o algo más profundo y dañino. Nicolás López señala en un extracto de su último análisis:

Los mercados llevan en tono de corrección desde finales de enero pero hasta ahora parecía no haber una justificación de peso para alimentar el pesimismo de los inversores. Finalmente parece que hemos encontrado un buen argumento: ¡es la guerra! Trump ha decidido que era el momento de poner en práctica lo que ya había prometido en su programa de Gobierno con el supuesto objetivo de equilibrar el saldo comercial de EEUU. Tras un primer movimiento hace unas semanas elevando las tarifas a la importación de acero, ayer dio un paso más decisivo al anunciar que en próximos días se anunciará la imposición de tarifas del 25% sobre importaciones de China de productos valoradas en 60.000 millones de dólares. De momento China ha respondido con tarifas sobre importaciones valoradas 3.000 millones de dólares, pero esto es una respuesta a las tarifas sobre el acero impuestas hace un mes. En próximos días veremos la respuesta de China al  último anuncio. De momento Europa ha quedado exenta de estas tarifas pero el mercado parece reaccionar como si existiese un riesgo alto de una escalada a nivel mundial de la incipiente guerra comercial puesta en marcha por Donald Trump.

La reacción del mercado a la incipiente guerra comercial hay que entenderla en un entorno macro y de mercado concreto que ha favorecido la reacción defensiva de los inversores. Desde la victoria de Trump en las elecciones de noviembre de 2016 hasta los máximos recientes de enero las bolsas mundiales desarrollaron un intenso ciclo alcista con revalorizaciones del orden del 40% en EEUU y del 30% en Europa. Estas subidas se apoyaron en una aceleración generalizada de la economía global y una mejora de las expectativas de crecimiento de los beneficios, especialmente intensa en EEUU por la reforma fiscal que ha rebajado drásticamente la tasa del impuesto de sociedades. Precisamente la aprobación de la reforma fiscal ha sido la guinda de un período de noticias económicas positivas y fuertes subidas de la bolsa que obviamente no podía prolongarse indefinidamente. La aprobación de la reforma a finales de diciembre dio lugar a la última fase de la subida que en las primeras semanas de enero tuvo ciertas características de “burbuja”. A finales de diciembre la subida finalizó abruptamente y desde entonces nos encontramos en un proceso correctivo que probablemente se va a extender durante los próximos meses.

El techo en la Bolsa ha tenido su equivalente en un incipiente giro a la baja de los indicadores cíclicos adelantados desde niveles que suelen marcar sus máximos. Esto no quiere decir que estemos abocados a una próxima recesión, pero sí pone fin a ese período de aceleración de la economía que hemos vivido en los últimos trimestres. Es razonable esperar ahora una cierta pérdida de momento en la economía que sería compatible con la continuidad de la fase expansiva durante los próximos años. Si juntamos el hecho de que estamos en un cierto techo cíclico en cuanto a la intensidad del crecimiento con las fuertes subidas acumuladas en la bolsa, las valoraciones exigentes en EEUU, el endurecimiento de la política monetaria en EEUU y previsiblemente en Europa a partir del año que viene y, por último, las expectativas de una posible guerra comercial a escala mundial, tenemos todos los ingredientes necesarios para explicar una fase correctiva importante como la que estamos teniendo. Normalmente las correcciones tienen un relato como línea argumental que las justifica. Inicialmente parecía que el temor a la inflación y las subidas de los tipos de interés era ese argumento, pero la evidencia de una inflación controlada fue despejando esos temores. La guerra comercial, en cambio, puede ser un argumento más consistente ya que en última instancia implica una amenaza para el ciclo económico. Al igual que durante 2015-16 la crisis del petróleo instaló en el mercado el temor a una desaceleración global, ahora podríamos enfrentarnos a un período dominado por el temor a que la guerra comercial nos lleve a una recesión global y a un severo deterioro del entorno geopolítico.


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