"He vuelto a tener las mismas sensaciones de hace siete años. Hasta hace muy poco creía que la Bolsa había muerto para siempre. El error en el que caen a mayoría de los mortales. En la Bolsa, como en la vida misma, nada es para siempre. Hace seis años me acostaba con el cierre de Wall Street. Me levantaba empapado de sudor pensando en la Bolsa de Tokio y a continuación me mordía las uñas especulando con la apertura de la Bolsa española y de las europeas. Después de comer dividía mi atención entre lo que pasaba en los países emergentes latinoamericanos y lo que sucedía en los primeros compases de Wall Street, pero antes apenas había comido, porque los descansos en la Bolsa española suelen ser aprovechados para abrir grandes gaps en determinados valores. Desde hace unas semanas he vuelto a las andadas y me he adentrado en el túnel del tiempo, a propósito de la compra del 6% de FCC por el multimillonario Bill Gates, que tanto estruendo ha causado en los medios de comunicación. Incluso los telediarios abrieron con el asunto, un hito en la historia reciente del periodismo. Y eso que sólo ha sido el 6%. No me imagino lo que sucederá, si sucede, cuando algún magnate extranjero lance sus zarpas de verdad contra una empresa española. Lo de Bill Gates ha tenido más trascendencia que las anteriores incursiones de Carlos Slim y Warren Buffett en sus acuerdos con el Grupo la Caixa...".

"Desde hace unos días, digo, sueño todas las noches, tengo pesadillas con Bill Gates. Me acuesto pensando en la OPA que me hará rico y que me saque de la situación en la que me encuentro. Sobre las nueve de la noche llego a casa. Enchufo mi ordenador, saludo con un vago ¡hola , qué tal! a la familia. Los pequeños ya están en la cama. Llevo toda la semana sin verlos. Ceno un pequeño bocadillo escudriñando el ordenador, pero no me sirve para nada, porque tengo la cabeza atascada con el nuevo pelotazo que llegará. Esos dicen. Wall Street cierra a las 10 de la noche, hora local española, pero apenas le presto atención. A esas alturas de la jornada tengo los ojos rojos, como tomates a punto de reventar y las orejas rojas de tanto atender llamadas telefónicas sobre nuevas y más fantásticas operaciones especiales…”.

“...me levanto sobresaltado y empapado de sudor. Es la una de la noche. Han sido pocas horas de malos sueños, porque he tenido mil y una pesadillas, un millón de nuevas fantasías sobre las operaciones que quedan por llegar. Me levanto y me fumo un cigarro ahora que la casa está en silencio y nadie me va a regañar. Mis pensamientos ya no están, como hasta hace dos semanas, en las referencias del día siguiente, en la batería de datos y cifras económicas que se divulgarán tanto en la zona euro como en Japón y en Estados Unidos. Vuelvo a la cama y apenas puedo conciliar el sueño, porque sueño con nuevas y más espectaculares operaciones…¡Algún día tiene que sonar la flauta!”.

Son citas de un diario de uno de los muchos profesionales del trading, del intradía. La codicia, el ansia por el pelotazo los mantiene en pie. En las últimas semanas el fenómeno ha alcanzado una dimensión especial, porque el mercado española se ha empeñado y emponzoñado con operaciones de locura para casi todas las empresas cotizas. Ansia y sed de pelotazos, entre otros argumentos previos y hartamente señalados desde aquí, llevan en volandas a la Bolsa español. La aguja del intradía vuelve locos a los gestores más fríos, porque las especulaciones sobre nuevas operaciones especiales inundan las salas de contratación, y jalean a los millones de jugadores, expertos e inexpertos, que pululan por el país, de norte a sur, de este a oeste. Además, la presión mediática arrecia.