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Ayer el BCE confirmó lo que muchos analistas esperaban: probablemente ya se ha alcanzado el límite en las medidas expansivas, sin que esto suponga su reversión inmediata.

¿La razón? Simplemente, los riesgos están ahora más equilibrados.

Se elevaron las previsiones de crecimiento (una décima al alza) y a la baja las de inflación (una décima a la baja a medio plazo). Al final, la inflación por debajo del objetivo de 2,0 % pero con el crecimiento muy cerca del considerado como potencial del 1,5-2,0 %.

En esto último se apoya el BCE para defender que las condiciones financieras se mantendrán laxas durante mucho tiempo, con futuras subidas de tipos oficiales posteriores al final de la compra de activos. Y como saben el final del QE está programado para diciembre. De hecho, aunque con respecto a tipos de interés habríamos alcanzado un suelo, la autoridad monetaria deja la puerta abierta a modificar al alza o a la baja el volumen de compras de activos en función de la evolución de la inflación. Veremos.

¿Dónde estamos? Superado el debate inicial sobre la necesidad de implementar unas condiciones financieras tan expansivas como las aplicadas durante la crisis, ahora se inicia otro debate sobre cómo gestionarlas una vez que la crisis ha sido superada. Es cierto que el objetivo explícito del BCE es alcanzar un nivel de inflación estable a medio plazo cerca del 2,0 %, aunque también lo es que la política monetaria expansiva puede ser menos efectiva para lograrlo que en el pasado considerando los problemas estructurales existentes en la economía europea. Y aquí me refiero tanto a la debilidad del crecimiento, con un stock bajo de capital desde una perspectiva histórica, al mismo tiempo que un bajo crecimiento potencial ante rigideces económicas que son difíciles de combatir con medidas de demanda. De hecho, el debate poco a poco está girando hacia las potenciales consecuencias negativas para la estabilidad financiera de mantener unas condiciones financieras demasiado laxas durante demasiado tiempo. Más allá del éxito por comprobar de aplicar medidas macroprudenciales por el momento centradas de forma excesiva en los bancos. ¿Y qué pasa con el resto del sector financiero?.

No se podrá decir que en estos momentos hay problemas en la oferta de crédito, considerando tanto la disposición de los bancos como el acceso a la financiación en condiciones inmejorables desde el mercado mayorista. Pero la autofinanciación también está siendo elevada, lo que conjuntamente deja un escenario de fácil disposición a financiación ante una demanda de crédito solvente. Y quizás no tanto, aunque en este caso no son los bancos el candidato para cubrirla. Del riesgo de sobrerregulación para los bancos europeos a la limitada regulación de la banca en la sombra y los mercados mayoristas.

Ayer el BCE dio un paso adicional en el inicio de la normalización monetaria. Aunque en principio no lo parezca tanto.


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